Se iba por un sueño. En silencio,
descalzos los pies, pasos de musgo,
recorría parajes blancos cubiertos por
el fino talco de los muertos.
De regreso del sueño, qué premonitorio
el nombre del lugar donde se
encuentra: La Farmacia del Ángel, la
farmacia en la que un hombre solitario
–desalado, negro ángel de luz– fue
aprendiz de largos viajes.
Rumor de bosques, rumor de aguas se
adherían como escarcha a su silencio.
* Farmacia donde Georg Trakl se habituó al cloroformo |