Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 10 de agosto de 2014 Num: 1014

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Jotamario Arbeláez
y la fe nadaísta

José Ángel Leyva

Borges y el bullying: influencias literarias
Saúl Renán León Hernández

Colonia Tovar, Venezuela
Leandro Arellano

A Georg Trakl
Francisco Hernández

La plateada voz
de Georg Trakl

Marco Antonio Campos

La Farmacia del Ángel
Juan Manuel Roca

Sebastián en el sueño
Georg Trakl

El retrato del siglo
Gisèle Freund
(1908-2000)

Esther Andradi

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Columnas:
Galería
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Naief Yehya
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Jornada de Poesía
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Germaine Gómez Haro
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Pintura victoriana en la colección Pérez Simón

El magnate y empresario mexicano originario de Asturias, Juan Antonio Pérez Simón, ha reunido a lo largo de treinta de años una de las colecciones de arte más importantes del mundo, que abarca de los siglos XV al XXI. Quizás el núcleo fundamental de su colección de más de mil 500 piezas sea el corpus de unas ochenta pinturas británicas de la era de la reina Victoria (1837-1901) y de su hijo Eduardo VII (1901-1910), período artístico conocido como victoriano y que se desarrolló en esas latitudes entre 1860 y 1914. Esta época coincide con la expansión del imperio británico y la revolución industrial que generaron importantes cambios sociales y económicos. En ese contexto surgen los llamados Aesthetic Movement y Classical Revival, movimientos culturales estrechamente ligados con la literatura y con la música y que fueron objeto de una gran polémica debido a que rompían los esquemas en un medio social caracterizado por el puritanismo y la rigidez. El trabajo de los artistas que se atrevieron a desafiar los cánones moralizantes de la época tuvo un éxito limitado en su momento, cayó en el olvido a partir de la primera guerra mundial y fue injustamente despreciado por la crítica y el coleccionismo hasta bien entrado el siglo XX. Hoy en día se reconoce a Pérez Simón como uno de los primeros coleccionistas extranjeros de tiempos recientes que se interesó por el rescate de estos pintores y se dice que su colección, compuesta por obras de aproximadamente ochenta artistas victorianos, es la más importante fuera del Reino Unido.


Muchachas griegas recogiendo guijarros a la orilla del mar

Hace unos meses se inauguró en el espléndido Museo Jacquemart-André en París, y posteriormente en el Chiostro Bramante de Roma, la muestra que he tenido la oportunidad de visitar en el Thyssen-Bornemisza de Madrid titulada en este recinto Alma-Tadema y la pintura victoriana en la colección Pérez Simón. La exposición está estructurada en torno al gran pintor Lawrence Alma-Tadema (Países Bajos, 1836-Wiesbaden, Alemania,1912), quien jugó un papel determinante en la vida artística londinense y es figura central en la colección Pérez Simón con dieciocho piezas magistrales. Esta exhibición articula un diálogo entre Alma-Tadema y una pléyade de artistas de su generación, unos más conocidos que otros, quienes se desarrollaron en torno al Aesthetic Movement, cuyo eje central fue la fascinación por la antigüedad grecorromana –y en algunos casos, la Edad Media– pero, sobre todo, impusieron el culto a la belleza femenina. La mujer es la protagonista de lienzos sublimes en los que aparece indistintamente como musa, diosa, heroína, femme fatale, misteriosa hechicera o simplemente la amante que despierta el deseo y la voluptuosidad en enigmáticas escenas nimbadas de melancolía y nostalgia. Hay que imaginar que en una sociedad tan cerrada como fue la victoriana, el desnudo como género artístico estaba prácticamente vetado por ser considerado vulgar y de mal gusto. Aún así, hubo artistas que desafiaron el puritanismo imperante y se lanzaron a la creación de imágenes femeninas de un erotismo y una sensualidad asombrosos. Se sabe que inclusive hubo censura y muchas de estas pinturas nunca fueron exhibidas públicamente en su momento, y que fueron realizadas por encargo de algunos marchantes visionarios que las colocaban directamente en colecciones privadas.


Las rosas de Heliogábalo

La extravagante pintura Las rosas de Heliogábalo, de Alma-Tadema, es la piedra clave del guión museográfico y constituye, a mi parecer, una de las obras más bellas e impactantes de este peculiar movimiento. Está inspirada en una escena de la vida del emperador sirio, un joven cruel y depravado que se divertía sometiendo a sus cortesanos a actos sádicos en sus bacanales. En esta pintura vemos a Heliogábalo presidiendo la mesa del banquete con el rostro deformado por la perversión, mientras disfruta de una literal y exuberante tormenta de pétalos de rosas que cae sobre los cortesanos cubriéndolos hasta ahogarlos. Por si fuera poco el derroche decadentista, en la sala del museo se respira el aroma a rosas.

Otros artistas, como Edward Burne-Jones, John William Godward, Frederic Leighton, Albert Joseph Moore, entre muchos otros, reflejan su pasión por el mundo antiguo en escenas preciosistas en las que la mujer como figura ideal es objeto de deseo velado, y su sensualidad se vislumbra tras los finos pliegues de túnicas vaporosas que dejan entrever sus siluetas carnales. La pintura victoriana apuesta por la perfección técnica y consigue la exaltación de los sentidos.