Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 25 de mayo de 2014 Num: 1003

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bunker, el soplón
Ricardo Guzmán Wolffer

Salvador Novo,
un disidente

Gerardo Bustamante Bermúdez

Campo de Ourique
Jorge Valdés Díaz-Vélez

Semiótica de la barbarie
Carlos Oliva Mendoza

Victoriano Salado
Álvarez en su tinta

Zelene Bueno

Los Episodios
Nacionales Mexicanos

María Guadalupe Sánchez Robles

Salado Álvarez,
un brillo en la
niebla del olvido

Jorge Souza Jauffred

Van Gogh y Artaud:
¿genio y locura?

Vilma Fuentes

La gran batalla
Tasos Livaditis

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Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
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Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

La gran batalla

Tasos Livaditis

Alguna vez, al partir
hacia una gran batalla
tal vez te ocurrió oír de pronto desde
   una ventana
el sonido de un piano.
Quizás una niña con los dedos blancos
o un hombre con manos fuertes
tocan aquella triste melodía
que te recuerda tus años de infancia   
   los amores perdidos
todo lo que soñaste sin vivirlo
los jazmines que te devolvieron
tu corazón que pisaron.

Tú te detienes con la boca abierta
oyendo bajo la lluvia –
pero debes apresurarte, avanzan los demás
ya se perdieron en la esquina de la calle.
Y así como echas a andar con paso largo
tus años de infancia
los amores perdidos
todo lo que soñaste sin vivirlo
los jazmines que te devolvieron
tu corazón que pisaron
también echan a andar a tu lado
a luchar
contigo.

Tasos Livadistis (1922-1988) estudió Derecho en Atenas y trabajó como periodista. Vivió en el exilio de 1947 a 1951. Junto con Titos Patrikios y Takis Varvitsiotis, entre otros poetas ya publicados en este espacio, perteneció a la Primera Generación de Postguerra que, en opinión del filólogo Dimitris Armaos, creció y afinó su voz “en un ambiente de conversación en voz baja, de tono inesperadamente melancólico (de ahí también el nombre de Generación de la Derrota), pero muy humano y por supuesto en asonancia con el clima general de pobreza que dominaba en la sociedad neohelena.” Recibió varios premios nacionales e internacionales. Mikis Teodorakis puso música a algunos de sus poemas.

Véase La Jornada Semanal, núm. 839, 3/IV/2001

Versión de Francisco Torres Córdova