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Los Episodios Nacionales
Mexicanos
María Guadalupe Sánchez Robles
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Ilustración de Gabriela Podestá
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Sin lugar a dudas, los Episodios nacionales mexicanos, de Victoriano Salado Álvarez, intelectual jalisciense de entresiglos nacido en 1867, es una de las obras literarias monumentales del porfiriato. En 1902, la editorial fundada por Santiago Ballescá publicó los cuatro tomos de la primera novela: De Santa Anna a la Reforma. Memorias de un veterano. La segunda apareció en tres tomos al siguiente año, con el nombre de La Intervención y el Imperio y el subtítulo Episodios nacionales mexicanos. En 1931 el escritor falleció y, en l945, su hija Ana decidió –aprovechando la reedición del conjunto– unificar y nombrar a las dos series episódicas con el título que hoy tienen.
En De Santa Anna a la Reforma se ofrece al lector un recuento de numerosos acontecimientos que permitieron el triunfo y la evolución de la doctrina liberal en el México de 1851 a 1861. Mediante la autobiografía, el autor instala al narrador principal de la novela –Juan Pérez de la Llana– en las luchas que propiciaron el movimiento reformista encabezado por Benito Juárez. Cuenta a los sesenta y nueve años lo que vio y vivió en su infancia y juventud, hasta que regresa a su pueblo natal, Tlaxochimaco, convertido en exitoso hombre de bien.
La segunda serie, La Intervención y el Imperio, abarca el período de 1861 a 1867. Comienza con las intrigas en las cortes europeas antes de la invasión francesa y termina con la muerte de Maximiliano. En ella cambia la estrategia narrativa y la reseña histórica se enriquece con variadas formas genéricas. El último episodio, “Querétaro. Novela en cinco jornadas”, es una dramatización completa del declive del segundo emperador de México.
¿Qué busca una obra como los Episodios, de Salado Álvarez? No sólo se aporta el recuento histórico, sino que se presenta una versión polifónica de la época que incluye desde las descripciones realistas rurales y urbanas con abundancia de cuadros de costumbres en una prosa culta y amena, hasta los registros ideológicos de los grupos con los cuales el autor tenía contacto y donde era una pieza en la organización cultural del momento. A lo largo de los siete tomos se percibe una búsqueda de identidad nacional. La problematización de la identidad se origina en la elección del género de novela histórica y el cruce con el discurso autobiográfico. La definición de lo nacional, desde esta perspectiva, pasará por la trayectoria ficcionalizada del escritor, su pertenencia social y política. Más que la escrituración de la historia mexicana, se trata de la escrituración del grupo social que ve y arma su propia historia del siglo XIX mexicano.
Victoriano Salado Álvarez se inspiró en los Episodios nacionales del español Benito Pérez Galdós, a quien admiraba profundamente. Por otra parte, se propone contribuir al desarrollo de una literatura mexicana genuina, propuesta por Ignacio Manuel Altamirano. A este “gran literato e incansable propagador del estudio y representación artística de temas nacionales” y al “insigne patriota general Don Porfirio Díaz”, está dedicada la novela De Santa Anna a la Reforma, primera serie de los Episodios nacionales mexicanos.
Otra de las influencias más significativas en el plano intertextual de la novela de Salado Álvarez es el Periquillo Sarniento, de José Joaquín Fernández de Lizardi. La obra del Pensador Mexicano manifiesta la liberación de la metrópoli por parte de la nación mexicana e incorpora, literariamente, una de las figuras más representativas de la tradición hispánica: el pícaro.
Las prácticas discursivas de la novela histórica, el periodismo, la autobiografía y la picaresca tienen como objeto de atención el pasado que describen, a través de una estructuración propia del presente desde donde se producen. El autor lee el porfiriato y nos ofrece su escritura del mismo, con el pretexto de contarnos la historia del México anterior. Es ahí donde radica la riqueza y aportación de la novela de Salado Álvarez.
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