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El Círculo Teatral, espiral de la creación escénica
La década que celebra El Círculo Teatral, que dirigen Alberto Estrella y Víctor Carpinteiro, tiene la virtud de enriquecer el teatro mexicano a través de un proceso múltiple de montajes con un amplio registro de públicos, que se amplían con una oferta no sólo para todos los gustos sino también de alcances intelectuales y artísticos variados.
Hace justo dos años, aquí comentaba que lo académico y el teatro comercial como fuente de entretenimiento guardaban en El Círculo un extraordinario equilibrio. Aunque sean incómodos estos señalamientos, el dúo que conforman estos dos grandes actores emplea también las antípodas de la modestia y la notoriedad. Tal vez si no fuera así, el llamado de atención al público sería más tímido.
Las fotos enormes de Alberto Estrella en la fachada de la casa en la calle de Veracruz 107 nos son familiares porque utilizan los mecanismos publicitarios de los espectaculares y grandes banners con los que se promueve lo comercial. A veces incomodan porque nos recuerdan procedimientos (“dinero llama dinero”) engañosos y publicidades huecas. Pero no es el caso, porque las promesas artísticas de El Círculo se cumplen con alto rigor. La presencia de Estrella, cierto del poder que significan los reflectores, ha hecho posible que actores de cine y de televisión participen y se arriesguen a un teatro de gran factura profesional sin concesiones.
Como una metáfora de lo que vendría, El deseo, de Víctor Hugo Rascón, con las actuaciones de Víctor Carpinteiro (para quien Rascón la escribió) y Ofelia Medina con la dirección de Max Ferrá, fueron parte del arranque generoso que esta actriz inmortal les ofreció durante 250 representaciones para habitar ese espacio que Estrella le arrebató a las ruinas y convirtió en un lugar de enseñanza y puesta en escena. Víctor Hugo Rascón fue también un impulsor que le apostó al futuro de este par de atletas que le pelean reflectores al performance de la Condesa, a la fugacidad finsemanaria de valet parking y sus restaurantes y bares efímeros.
Víctor Hugo Rascón Banda |
En esta primera década subrayaron la ritualidad del teatro y pusieron en primer lugar la gratitud; por eso un nuevo foro lleva ya el nombre de Víctor Hugo Rascón; por eso Carpinteiro y Ofelia Medina lo recordaron con una lectura de El Deseo, y por eso le dieron un lugar al pensamiento crítico (que suele despreciarse con alarde autosuficiente), otorgando un reconocimiento a la trayectoria de Olga Harmony, quien durante casi treinta años ha hecho la crítica de teatro en la sección de cultura de este diario. Se recordó a Alma Muriel, otro ser híbrido entre el cine, el teatro y la televisión y Silvia Mariscal leyó el mensaje del Día Internacional del Teatro, que coincide con la fecha de aniversario de este recinto.
“Mucha mierda”, dice la gente de teatro para desearse suerte, para bendecirse en el sentido más primigenio de poner sobre el otro el más fuerte deseo de bienestar y bonanza. No les ha ido nada mal en estos 3 mil 650 días de trabajo, en los que han montado setenta y nueve obras de teatro, 216 lecturas en escena, 3 mil 240 representaciones con la participación de 2 mil 302 actores y creativos, y 178 mil 200 espectadores. Estas cifras tienen un sentido profundamente distinto a los recuentos de logros y metas a menudo tan vacuos en los tres órdenes de gobierno.
El teatro triunfó sobre un proyecto de agencia de viajes que albergaría esa casa. Las propias autoridades delegacionales, cuenta Estrella, trataron de disuadirlo y le propusieron que mejor pensara en un bar y tal vez los trámites se facilitarían. No se facilitaron, pero todos ganamos con este espacio, hasta esos coyotes (aunque nunca lo sabrán) que esperaban un sentido distinto del beneficio.
Estrella es el más explícito de estos dos colegas que se han asociado también con la teatralidad como un proyecto contra la infelicidad de no hacer lo que más amas. Este romanticismo lo han puesto frente a un notario, de modo que, pase lo que pase con este dúo, será imposible que en esa casa suceda algo distinto que el teatro. Un ejemplo humilde y valiente en una colonia que vive y muere por la voracidad de los enemigos de la belleza y el sentido histórico del entorno.
Además del Seminario de Actuación, todos los lunes se reúne un conjunto de creadores bajo la tutela artística de la escritora Estela Leñero en uno de los talleres más importantes de dramaturgia en México, por su capacidad de expandir lo literario a lo escénico y lo editorial.
Diez años de aplausos en ascendente espiral.
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