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¿Qué entender por
arte contemporáneo?
Ingrid Suckaer
I
Con miras a establecer parámetros que sirvan de guía al público, considero que quienes nos dedicamos a la crítica, investigación y curaduría del arte contemporáneo debemos explicar cuál es nuestra postura con respecto de éste. En ese sentido, diré que de las tantas respuestas que se pueden dar sobre qué es el arte contemporáneo, me identifico con quienes consideran que éste no es el que surgió de manera cronológica a finales del siglo XIX ni después de la segunda guerra mundial, es decir, entre 1945-1960, y que tiene como hilo conductor al arte occidental. Tampoco ubico como arte contemporáneo al surgido hacia el final de los años sesenta, o el arte de la década de 1970, cuando se empezó a usar el término postmodernismo.
En lo particular coincido con aquellos que consideran arte contemporáneo al específicamente distinto al modernismo y ajeno a las prácticas artísticas denominadas, desde finales de los años setenta, postmodernismo. Asumo como arte contemporáneo al surgido alrededor de los cinco últimos lustros, cuando desde una visión postmoderna se introdujeron en el arte temas y materiales nuevos, más la posibilidad de plantear valores modernistas y vanguardistas relegados por meros prejuicios ideológicos. Por su amplia y compleja mixtura, el arte contemporáneo despliega la posibilidad de que los artistas no se limiten sólo a las artes plásticas, visuales o conceptuales, sino que incluso proyecten sus obras de manera interdisciplinaria e inclusive transdisciplinariamente.
II
La curaduría, desde su función semiótica, le da sentido a la historia. La crítica de arte, desempeñada desde su virtud más generosa y amplia, analiza, valida el discurso artístico. Tocante a los laberintos y las sinergias de la curaduría y la crítica de arte contemporáneas en México, cabe mencionar que ambas especialidades ameritan particular atención por la cuota de poder político-ideológico y económico que inviste en la actualidad al crítico de arte y curador quien, por lo regular, construye a la vez un discurso en torno a lo que expone y valida su propia alocución museológica. En ello se engrana el singular fenómeno de la firma del crítico de arte y curador; asunto imprescindible de observar por la manera como los discursos museológicos y los postulados de la crítica son utilizados para legitimar posiciones personales y de grupo que abarcan, desde las instituciones oficiales, hasta las colecciones privadas, las bienales, las ferias de arte y los diversos públicos, etcétera.
III
Hacia los años sesenta del siglo pasado el creciente número de artistas que se registró en Occidente, dio origen a que el mítico Harald Szeemann encarnara la noción del curador y con ello diera pie para que tal figura se convirtiera en referente obligado en el arte de los últimos cincuenta años.
En México, en mayo de 1991 surgió Curare. Espacio crítico para las artes. La asociación civil sin fines de lucro nació con la misión de ser “un taller de investigación y un espacio de exposición plural y crítico, enfocado a las artes visuales en su más amplia acepción.” De inmediato, Curare se convirtió en un centro lleno de dinamismo; el análisis sobre los más diversos fenómenos de las artes visuales a nivel mundial era riguroso y estimulante. De esa primera etapa, una de las aportaciones de Curare fue preparar profesionalmente a un pequeño grupo de curadores quienes recibimos no sólo la formación teórica sino también la oportunidad de colaborar, en calidad de aprendices, en diversos proyectos de Curare.
Tras el impacto de Curare varias instituciones y personas se dedicaron a formar curadores a tal velocidad que a la larga vino en detrimento del quehacer curatorial. Acaso los disparates presentados en ciertas exposiciones de algunos museos oficiales han sido consecuencia de lo anterior, pero también de las prácticas de poder que suelen generarse.
Desconozco la cantidad exacta de curadores de arte contemporáneo que tiene México, pero, a juzgar por la actividad que se registra en todo el país, considero que somos unos doscientos. Cifra que hace eco si se observa que en los últimos años del siglo pasado éramos alrededor de veinte curadores y que, para ese entonces, muchos ya habíamos presentado exposiciones en el extranjero.
IV
Pero, ¿qué es un curador? Del latín curator, curatoris (cuando se emplea en plural) encontramos: que es una persona que por sus cualidades tiene bajo su cuidado a alguien o algo. Que va desde niños, hasta arte, pescados, y un largo etcétera. De lo anterior se deduce que el curador de arte debe ser empático, responsable y ético, para brindarle su apoyo al artista cuya obra es el reflejo de su disposición a transgredir la realidad para crear su propia realidad. El curador debe tener la preparación adecuada para elaborar buenos discursos conceptuales, ya que estos serán la guía que llevará al público a tener un encuentro apropiado con el arte contemporáneo.
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