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Grietas en el mundo real
entrevista con Guadalupe Nettel
Edgar Aguilar
Reconocida como una de las autoras más inquietantes de los últimos años, Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973) pertenece a una nueva generación de escritores que empiezan a tomar las riendas de la narrativa actual. Ha publicado los libros de cuentos Juegos de artificio (1993), Les jours fossiles (2003) y Pétalos y otras historias incómodas (2008); las novelas El Huésped (2006) y El cuerpo en que nací (2011), y el ensayo Para entender a Julio Cortázar (2008). Su obra literaria ha sido traducida a varios idiomas. Considerada por la iniciativa del Hay Festival Bogotá 39 como una de las mejores escritoras jóvenes de América Latina, recientemente participó en la edición Hay Festival Xalapa 2012. |
Foto: Ernesto Escobar Ulloa |
–Un poco en relación con tu última novela El cuerpo en que nací, ¿crees que para hacer literatura se necesite ser distinto, es decir, empleando una expresión tal vez un tanto fuerte, que se requiera ser “anormal” para crear una obra literaria?
–No, para nada. Lo que creo que sí hay que desarrollar es una manera de ver las cosas en claroscuro y no solamente en blanco y negro, sino, por ejemplo, ver a la gente que nos rodea con sus luminosidades y sus oscuridades, y a nosotros mismos con nuestras luminosidades y nuestras oscuridades para poder transportar esa mirada a lo que escribimos. Creo que sí es importante saber y tener bastante claro cuál es la mirada que nosotros arrojamos sobre el mundo y eso es lo que a la larga va a dar un estilo, un estilo propio.
–Tu novela El huésped se acerca más a la literatura fantástica y se aleja del realismo. ¿En qué género te sientes más identificada al momento de escribir: en la literatura fantástica o en la literatura realista o de autoficción, que es lo que parece escribirse con mayor frecuencia?
–En los dos. Aunque casi siempre había practicado o he estado mucho más cercana al universo de lo fantástico. En el caso de El huésped empezó como un ejercicio y después se convirtió en un libro. Pero yo no sabía hacia dónde iba a dirigirse. Creo que todos los relatos que he escrito en mi vida, desde el primero hasta el último, tienen de autoficción bastante, sólo que no declaradamente. Incluso en esta autobiografía –me refiero a El cuerpo en que nací–, hay momentos en los que colinda un poquito con lo fantástico, como la visión que tiene la protagonista cuando empieza a ver aparecer insectos por su habitación y su zapato, no se sabe si es alguien que ya está rebasado por la angustia o si realmente está viendo ese tipo de animales. Entonces, de alguna manera, siempre el género fantástico no es algo completamente descabellado, no es como la ciencia ficción o como, yo qué sé, la fantasía de los hobbits. Es simplemente ver grietas en el mundo real que nos llevan a otros sitios o a otro tipo de interpretaciones, y creo que eso siempre lo he tenido. Es la manera en la que estoy en el mundo y que por ello se refleja también un poquito ahí. Y eso creo que siempre va a seguir estando.
–¿Qué escritoras admiras?
–Hay varias. Está Carson McCullers, Alice Munro, Clarice Lispector, Elena Garro; hay una chica que me gusta mucho que está escribiendo en Francia, bastante joven, que se llama Valérie Mréjen… No sé, ahora no se me ocurre…
–Si tuvieras la posibilidad de conocer y conversar con un escritor ya fallecido, ¿a qué escritor escogerías y por qué?
–Escogería sin duda a Julio Cortázar. Porque me siento muy cercana a él y porque sus cuentos me trastornaron completamente, y porque me parece un hombre encantador.
–Hay diferencias entre una feria del libro y un festival como el Hay Festival. En una feria el autor habla del libro que se va a presentar. En un festival de estas características se abordan muchos temas, generalmente sobre la sociedad; en este caso se habla mucho de la violencia. ¿Qué te motiva a hablar con el público cuando te presentas?
–Tanto en los festivales como en las presentaciones de mis libros, o en las lecturas, me interesa mucho el contacto con el público, porque siento que es algo realmente privilegiado. Cuando alguien ha leído mis textos siento que me conoce bastante. Y si esas personas además se sintieron identificadas o razonaron con lo que escribí, entonces ya hay una especie de fraternidad. Y a mí esa sensación de fraternidad con la gente es algo que me parece casi milagroso y que aprecio mucho.
–¿Consideras que la obra de un escritor es lo mejor que de sí mismo pueda dar a los demás?
–Depende de qué escritor. Hay escritores que simplemente escriben de forma bastante superficial, sin poner realmente las entrañas, y otros que sí las ponen. Y entre esos dos tipos de obras hay una diferencia abismal.
–¿Crees, entonces, que de alguna forma la obra de un autor es lo más sustancial que puede tener y brindar?
–Si es realmente genuina, si es honesta, creo que sí. Porque es un testimonio muy palpitante todavía de su paso por el mundo, de sus emociones, de sus vivencias, de sus experiencias y de sus reflexiones.
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