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Bazar de asombros
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Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Borges se copia
Rodolfo Alonso
Tres cuartas partes
José Ángel Leyva
Entre la ficción, el
set y el escenario
Ricardo Yáñez entrevista
con Dulce María González
Imitar e inventar
Vilma Fuentes
Bradbury por siempre
Ricardo Guzmán Wolffer
Crónicas marcianas o un adiós a Bradbury
Marco Antonio Campos
Jorge Ibargüengoitia: una amenidad sin amenazas
Enrique Héctor González
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Dibujos para colorear
El hombre subió al autobús y nos pidió dos minutos de nuestro sagrado tiempo. Sacó unas fotocopias con dibujos de animalitos y nos explicó que los habían hecho los huérfanos de la Casa Hogar Los Angelitos. Pedía una cooperación para que siguieran estudiando. El hombre empezó a repartir las fotocopias. Yo vi con sorpresa que la gente se quedaba con los dibujos y le daba al hombre algunas monedas, mismas que el hombre introducía en una bolsita negra. Mucha gente estaba conmovida. Incluso escuché que la pasajera de adelante decía a su acompañante que, aunque pobres, los niños tenían talento. Cuando el hombre pasó por mi lugar le devolví sus dibujos y estuve a punto de decirle que esa no era forma de timar a gente bienintencionada, sabiendo que esas fotocopias las había sacado de internet pues yo reconocí el dibujo de un pececito que había impreso para mi hija un día antes. No dije nada. Más bien me reproché la incapacidad de ser generoso con un pobre hombre que, como quizá lo reconocieron el resto de los pasajeros, merecía que se le perdonara todo. |