Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
El lavaloza que se
volvió alquimista
Paula Mónaco Felipe entrevista
con Ferrán Adriŕ
Come, este es mi cuerpo
Esther Andradi
Nahui Ollin o la elección del destino
Juan Domingo Argüelles
Palo dado…
Enrique Escalona
Pérez Gay: el compromiso de la memoria
Xabier F. Coronado
Chema Pérez Gay,
deus ex machina
Ricardo Bada
Leer
Columnas:
Galería
Enrique Héctor González
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Perfiles
Rodolfo Alonso
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Cabezalcubo
Jorge Moch
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
Miguel Ángel Quemain
[email protected]
El poderoso regreso de Chéjov
Antón Chéjov forma parte de nuestros clásicos y así recibimos periódicamente las actualizaciones, lecturas, ediciones, traducciones y puestas en escena de quien es uno de los máximos dramaturgos de la escena rusa. Teatro completo (Adriana Hidalgo Editora, 2009, 4ta. edición) se llama la puesta al día que ha logrado su editor Fabián Lebenglik, quien confía en que la traducción que ahora vuelve a circular en las librerías mexicanas apueste por una visión profunda y compleja de las obras extraordinarias de Chéjov.
Lebenglik convocó el trabajo de dos figuras de primer orden para la traducción: Galina Tolmacheva y Mario Kaplún; en el caso de Platonov el crédito es para Federico Höller. Catorce obras se dan cita en un solo tomo consistente, riguroso y bello para los lectores asiduos y voraces del teatro cuya exigencia es el reparto de los papeles, los personajes y los roles con enorme claridad: Ivanov, La gaviota, Tío Vania, Sobre el daño que causa el tabaco, El canto del cisne, Las tres hermanas, El jardín de los cerezos, El camino real, El oso, El pedido de mano, Un trágico a pesar suyo, El aniversario, El casamiento y Platonov –un verdadero lujo contar con ella, tan inatrapable por todos sus vicios de arrogancia escénica y el tono primerizo de un autor que quiere decirlo todo de un tirón, decirlo todo y callarlo también.
La traducción no está en argentino y eso se agradece. No puede estarlo porque la profundidad con la que se ha tomado este volumen permite que la preocupación bordee en el ritmo propio de Chéjov y vaya al encuentro de los detalles, las minucias que no pueden ser vistas más que a condición de un desarrollo pausado en un territorio donde frase a frase se cumple un anclaje que emociona.
Las propuestas que han llegado hasta nosotros no son escasas. Alianza Editorial reunió en dos volúmenes este teatro aleccionador en la traducción de Juan López Morillas y lo que corresponde a la narrativa encontró nueva vida en traductores más apegados a su propia convicción que al idioma y al contexto del autor, como es el caso de excelencia de Víctor Gallego, quien publicó una edición de La isla de Sajalín (Orlov, 1998), una especie de ensayo de orden socioantropológico, la crónica de un viaje a una colonia penitenciaria que por lo menos tendrá una bifurcación de gran vitalidad.
La aparición de nuevas antologías con motivo del centenario de su muerte hace ocho años provocó una amplia muestra editorial que permite una selección sobre materiales de gran riqueza: Obras selectas (Espasa, colección Austral/Summa, 1999); Cuentos imprescindibles (Lumen, 2001); Cuentos (Pre-Textos, 2001) y Cuentos (Alba Editorial, 2004).
En el Teatro completo existen sutilezas de grado que la traductora refiere. Dice que en los dramas de Chéjov “casi” no existen luchas espectaculares, victorias y derrotas. “Se tiene la impresión de que nada sucede y, sin embargo, el espectador sigue atentamente el devenir de la obra: cómo se concentran y evolucionan las emociones humanas, cómo cambian y finalmente se marchitan.”
Muestra de una manera amplificada ese mundo pequeño pero tan significativo que moldea al hombre de la calle que “en el transcurso de una vida fluida y cambiante, [...] goza, sufre, se transforma y muere”. Es en ese orden de la expresión que se mueve un autor desinteresado en las tramas demasiado estructuradas y con respuestas inteligentes y armoniosas para cada problema, al modo de la dramaturgia y la novela policial anglosajona.
Lo verdaderamente interesante entre los personajes de Chéjov pasa sobre la piel de los días que parece colorear de intrascendente un discurso donde, en realidad, “fluye lo esencialmente dramático”. El lector encontrará un uso de los puntos suspensivos que son la clave para entender dónde un director construye a partir de un trenzado imaginativo que ofrece tanto el texto como su silencio y su pausa.
Hoy es posible observar esos temas y variaciones en el programa teatral que ofrece la UNAM, cuatro obras equidistantes en que muy distintos directores muestran dónde el genio de Chéjov es inflexible y capaz de pensar en el personaje y en el actor: “en esos puntos suspensivos el personaje continúa sintiendo y pensando y sus siguientes palabras serán una prolongación directa de lo que el autor no quiso hacer decir en voz alta”; certeza compartida por el actor que comprende el valor del silencio en la escena. Aspectos centrales en su Cuaderno de notas que también comentaré aquí.
|