Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 10 de junio de 2012 Num: 901

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Ricardo Venegas

Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova

10 de junio: Exilio
en la calle principal

Antonio Valle

Crónica de una restauración enmascarada
Gustavo Ogarrio

Los persas y su lengua
de aves y de rosas

Alejandra Gómez Colorado

El lugar más pequeño: exterminio y reconstrucción en
El Salvador

Paula Mónaco Felipe

Columnas:
Perfiles
Marcos Winocur

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Galería
Rodolfo Alonso

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Hugo Gutiérrez Vega

Notas sobre la novela de la Revolución (III DE VI)

Margo Glantz tiene razón cuando dice que las escenas y descripciones de Azuela no tienen cabida en ningún sistema moral o filosófico, pues no juzga los hechos de sus personajes, no señala, jamás dice lo que piensa ni lo que debemos pensar nosotros de los sucesos que nos presenta. Esa es la gran virtud de Azuela, que no es didáctico, no está levantando el “dedito” para dar lecciones; nos deja sacar nuestras propias conclusiones, incluso que discutamos con él. Es sumamente respetuoso con sus lectores.

Azuela es uno de esos hombres incorruptibles. En ellos descansa el futuro de la nación. Fue uno de los miembros fundadores del Seminario de Cultura Mexicana. En 1942, la Sociedad Arte y Letras de México le otorgó el Premio de Literatura. El 8 de abril de 1943 ingresó como miembro fundador a El Colegio Nacional. En 1949 recibió el Premio Nacional de Lingüística y Literatura. Falleció en Ciudad de México el 1 de marzo de 1952 y fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres. Después de su muerte aparecen La maldición (1955) y Esa sangre (1956).

Es fundamental reconocer que Los de abajo dio a conocer en el mundo nuestra revolución, que es una revolución eminentemente agraria. La novelística de Azuela es un trabajo de amor enriquecido por una visión amplísima de la compasión.

Martín Luis Guzmán y La sombra del caudillo

Pasemos ahora a Martín Luis Guzmán, quien nació en Chihuahua, en 1887, y murió en México, en 1976. Era abogado Ðyo tenía un amigo que decía: “Martín Luis era abogado, pero lo disimulaba muy bien.” Es el gran prosista de la novela de la Revolución. Esta es una opinión personal que otras personas comparten conmigo, entre ellas Emmanuel Carballo. La figura de Villa es la más admirada por Martín Luis Guzmán. Su primer trabajo lo publicó en El Imparcial, donde escribía pequeños artículos sobre costumbres en 1908. Consiguió un trabajito de escribiente en el consulado en Phoenix, Arizona; a su regreso se inscribe, en 1911, en el Ateneo de la Juventud, institución fundamental para el desarrollo intelectual de México a principios del siglo XX, a la que pertenecieron, entre otros, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y Antonio Caso.

Su carrera política se inicia como delegado a la convención del Partido Constitucional Progresista, un partido que apoyaba el movimiento carrancista. Está presente en la Decena Trágica, lo mismo que en el cuartelazo huertista. Nos describe en una de sus novelas al personaje de Victoriano Huerta (para los jaliscienses una vergüenza, porque era paisano..., pero nosotros no tenemos la culpa de eso). Lo describe con sus anteojos color violeta que usaba de día y de noche para tapar los ojos rojos por la borrachera de coñac. En su última carta, que dirige al presidente Wilson de Estados Unidos bajo los efectos del alcohol, le reprocha: “Usted me apoyó, pensó que con mi gobierno le iba a regresar la normalidad porfirista a México, el orden y el progreso que quería el positivismo; usted y su embajador me apoyaron, incluso recibí armas para mi ejército y ahora me abandona.” La carta, que se encuentra en la Biblioteca del Congreso, de repente se corta y en una línea ondulante –se ve que ya el coñac había hecho su efecto– dice: “Y ultimadamente, señor presidente Wilson, váyase usted a chingar a su madre.”

A la muerte de Madero y Pino Suárez, en 1913, Martín Luis renuncia a su empleo y funda el periódico El Honor Nacional, de oposición a Huerta. La figura de Villa es la más admirada por él, incluso fue su secretario en un momento, lo que sin duda influyó en la técnica de su prosa. Escribe Las memorias de Pancho Villa como escribía Villa, con vocabulario reducido pero muy expresivo.

En 1914 es representante de Villa ante Carranza y éste lo encarcela. La figura de Carranza no es bien tratada por Martín Luis Guzmán, pero dígase lo que se diga reconoce que ya se estaba gestando el constitucionalismo, que consolidaría la revolución. En la Convención de Aguascalientes proyectaron documentales y se dice que cuando algunos soldados veían aparecer a sus enemigos en la pantalla sacaban la pistola y les disparaban. ¡Nunca el cine había sido tan exitoso! Martín Luis Guzmán describe este y muchos otros pasajes de la época muy vivamente.

(Continuará)

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