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Kubrick, el ajedrez y el cine
Hugo Vargas
Naranja mecánica, Lolita, Barry Lyndon, El resplandor… Las películas de Stanley Kubrick (1928-1999) marcaron la historia del cine por su perfeccionismo técnico y el lenguaje simbólico.
Neoyorkino por nacimiento, pero casi inglés por adopción, el joven Stanley recibiría dos regalos que definirían su futuro: a los doce años su padre, un médico de origen judío, le enseñó a jugar ajedrez, y al año siguiente le regalaría una cámara Réflex. El joven Kubrick también adquirió otra afición en los años jóvenes: la música, especialmente el jazz (tocaba la batería en la Taft Swing Band).
A los diecisiete años iniciaría su oficio de fotógrafo que le permitió subsistir algún tiempo en la revista Look. También completaba sus ingresos jugando apuestas en el ajedrez callejero en los parques de Nueva York, y participaba en los torneos del Marshall y el Manhattan Chess Clubs. Según relataba después el propio director, había temporadas en que jugaba hasta doce horas diarias.
Fue en el Manhattan Chess Club donde conoció a Alton Cook, un crítico de cine que escribía para el New York Telegraph y quien le brindaría los contactos necesarios para iniciarse en ese mundo.
Sus primeras obras fueron tres documentales: Day of the Fight, Flying Padre y The Seafares. En 1953 se mudó a Hollywood y filmó con recursos familiares Fear and Desire. Al año siguiente, asociado con James B. Harris, fundó su propia productora.
Luego de Killers Kiss, Kubrick filma en 1956 The Killing (Atraco perfecto o Casta de malditos), basada en una novela de Lionel White. Es la primera cinta donde aparece el ajedrez, cuando Johnny Clay, apenas liberado de la prisión de Alcatraz va a buscar a Boris Oboukhoff al Flea House, un club de ajedrez.
Kubrick consolidará su carrera como cineasta con las cintas que vinieron después: Senderos de gloria, Espartaco, Lolita (basada en la obra de Vladimir Nabokov, un consumado ajedrecista) y El extraño Dr. No o cómo dejé de preocuparme y amar a la bomba (durante los llamados a descanso Kubrick y George C. Scott, el protagonista, se enfrascaban en duras partidas. En internet hay una foto de la silla de Scott en la filmación, encima de ella un tablero con una partida en desarrollo y un gran letrero: “Estrictamente prohibido tocar.”)
En 1968 vendría el primer gran éxito, 2001: odisea del espacio, una visión pesimista del futuro. Estamos aún lejos del auge de la ciencia ficción en el cine. Por el contrario, el género se reducía a mediocres cintas con grotescos extraterrestres antropomórficos y platillos voladores.
La cinta está basada en el cuento “The Sentinel”, de Arthur C. Clarke, con quien Kubrick trabajó en el guión. Además de sus logros técnicos, la película también destaca por la banda sonora. En el proyecto inicial se había considerado la música que Alex North había compuesto especialmente. Pero al final Kubrick se decidió por partituras de Richard Strauss, Aram Jachaturian y por la obra de un músico vanguardista apenas conocido, el rumano György Ligeti.
Jeremy Bernstein, un médico, periodista y ajedrecista aficionado, relata cómo conoció a Kubrick, gracias a su amistad con Arthur C. Clark. Se encontraron en el departamento que el cineasta tenía frente al Central Park y de inmediato se estableció una relación de cordialidad. Empezaron a hablar de asuntos científicos, pero en algún momento Bernstein dijo que debía retirarse. Kubrick le preguntó por qué, sorprendido de abandonar una conversación tan repentinamente. Bernstein le dijo que tenía un cita con un ajedrecista callejero en Washington Square Park. “¿Con quién vas a jugar?”, preguntó Kubrick. “Con Fred Duval”, contestó, sorprendido, Bernstein. “Es un maleta”, dijo el cineasta.
Por supuesto, Bernstein no sabía de la afición de Kubrick por el ajedrez ni de sus partidas callejeras. Kubrick le explicó que Duval era uno de los jugadores más débiles de cuantos se podían encontrar en los parques de Nueva York.
Pues bien, en 2001:… Kubrick se solaza en el ajedrez. El científico soviético que visita la estación espacial estadunidense se apellida Smyslov, en una clara referencia al cantante de ópera y séptimo campeón mundial. El dr. Frank Poole, jefe de la misión estadunidense, juega una partida con hal, la supercomputadora que ayuda al manejo de la nave y que finalmente terminará tomando el control de la misión. También este fue un detalle que Kubrick cuidó. Él quería una partida real en la película, pero tenía que ser “corta y hermosa”, pensaba el cineasta. Escogió una jugada en 1910 en Hamburgo.
Roesch
W. Schlage
Hamburgo, 1910
Apertura Española
1. e4 e5, 2. Cf3 Cc6, 3. Ab5 a6, 4. Aa4 Cf6, 5. De2 b5, 6. Ab3. Ae7, 7. c3 0-0, 8. 0-0 d5, 9. exd5 Cxd5, 10. Cxe5 Cf4, 11. De4 Cxe5, 12. Dxa8 Dd3, 13. Ad1 Ah3!
14. Dxa6. En la película la partida se toma desde aquí. Las blancas están perdidas. No se puede 14. gxh3 por 15. Txa8, ni 14. Db7, por 15. Axg2.
HAL: El alfil toma el peón. 14… Axg2.
Poole: ¡Vaya jugada! 15. Te1.
HAL: Lo siento, Poole, pero se equivoca. 16. Df3. Si el alfil toma la reina, caballo por alfil, mate.
Poole: Parece que tienes razón, sí señor.
HAL: Gracias por una partida tan interesante.
Poole: De nada.
Luego vinieron el resto de sus películas: Naranja mecánica, Barry Lyndon, El resplandor, Cara de guerra y Ojos bien cerrados.
Cuando el crítico Michel Climent le preguntó sobre el papel del ajedrez en su obra, Kubrick sentenció: “Entre otras grandes cosas que te enseña el ajedrez es a controlar la excitación inicial que sientes cuando ves algo que luce bien. El ajedrez te enseña a pensar antes de decidir y a pensar objetivamente cuando estás en problemas. Con respecto al cine, el ajedrez es más útil para evitar que cometas errores que para brindarte ideas. Las ideas vienen espontáneamente y la disciplina requerida para evaluarlas y ponerlas en práctica constituye el verdadero trabajo”
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