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La cyborgización de la sociedad (III Y ÚLTIMA)
GUERRA, REHABILITACIÓN Y REDENCIÓN
La guerra es un fenómeno cyborg, es la catastrófica fusión
de recursos orgánicos y tecnológicos con el objetivo de destruir,
asesinar y conquistar a un grupo enemigo. Hombres
entrenados con disciplina militar son convertidos en máquinas
de carne y engranes sacrificables y sin voluntad del
superorganismo cibernético que es el ejército. La guerra
depende de la maquinaria, se nutre de la incesante carrera
armamentista, crea necesidades económicas y genera las
mitologías que la hacen parecer fascinante, noble y heroica.
La guerra engendra nuevas tecnologías para extenderse,
perpetuarse e invadir todos los dominios humanos. La guerra
crea mecanismos para combatir sus propias consecuencias,
por tanto es un motor de la invención para la medicina,
especialmente la protética, así como la cirugía plástica y
reconstructiva. La ciencia médica en los países desarrollados
con fiebre guerrera consagra enormes recursos a la investigación
y perfeccionamiento de prótesis y dispositivos
destinados a restablecer cuerpos rotos, mutilados y dañados
en combate. Estos esfuerzos a menudo tienen una función
más propagandística que de salud. La rehabilitación
de algunos soldados se presenta como una expresión de
gratitud hacia los héroes de la patria, pero a final de cuentas
es un método con el que el Estado reivindica sus ambiciones
bélicas al mostrar que incluso las víctimas resultan triunfadoras
al ser privilegiadas por prodigios tecnológicos que
los transforman física y, en algunos casos, espiritualmente;
con lo que la masacre bélica se vuelve una oportunidad
para una especie de tecnoredención humana.
EN PEDAZOS
Un ejemplo notable de esta tendencia fue el artículo de
primera plana en el New York Times del 4 de julio de 2010,
Spirit Intact, a Soldier Reclaims His Life (Con el espíritu intacto
un soldado recupera su vida), de Lizette Álvarez. La nota, que
obviamente no fue casualidad que se publicara el día de la
Independencia, cuenta la historia de Brendan Marrocco, de
Staten Island, Nueva York, el primer soldado estadunidense
que perdió las cuatro extremidades en las “guerras contra
el terror”. El vehículo que conducía Marrocco explotó a causa
de una bomba oculta en un camino en el norte de Irak, en
un muy simbólico domingo de Pascua de 2009. Este soldado,
como otros que han sufrido ataques violentos, puso en
evidencia la eficiencia de la armadura y el casco que usa el
ejército de EU, ya que a pesar de quedar despedazado su
cerebro y órganos vitales quedaron prácticamente intactos.
Cuando lo rescataron había perdido el ochenta por
ciento de la sangre y tenía una grave herida en la carótida,
pero la medicina de emergencia en el campo de batalla ha
progresado tanto que pudieron salvarle la vida.
RESURRECCIÓN
De acuerdo con el artículo, Marrocco (un nombre con
extrañas y paradójicas resonancias árabes) es un hombre
voluntarioso y valiente, un auténtico héroe que no perdió
el humor ni la fe al verse reducido a ser un tronco y una cabeza.
La dolorosa y ardua rehabilitación aún no ha terminado,
tras catorce operaciones y una variedad de prótesis, aún
está en espera de un doble trasplante experimental de brazos.
En lo emocional, Marroco también ha tenido triunfos,
ya que se enamoró y comprometió (en el día de Acción de
Gracias) con una de sus terapeutas (y si bien por el momento
están separados, Álvarez señala con un atisbo de optimismo
que ella no le ha devuelto el anillo). La historia de la
resurrección de Marroco está repleta de referencias religiosas,
comenzando por el hecho de haber sufrido sus heridas
el día en que Cristo se levanta de entre los muertos. Una
guerra de agresión requiere de relatos que alimenten la
devoción del pueblo.
MITO
Estados Unidos está hundido en una desesperada crisis en
materia de salud; más de 10 millones de ciudadanos de la
nación más rica del mundo carecen de seguro de salud y
sobreviven con la esperanza de no enfermar ni tener accidentes.
Sin embargo, Marrocco ha recibido, aparte de decenas
de horas en quirófanos, un par de piernas de altísima
tecnología C-Leg X2 con sensores en las rodillas, un brazo
de hule mioeléctrico que responde a impulsos musculares
y uno más convencional de presión. Sin duda, Marrocco
merece eso y más por su sacrificio, además de que no culpa
al ejército ni a la guerra por su condición y “si pudiera regresaría
a Irak tras una ametralladora”. Pero nada sostiene mejor
el mito y la perpetuación de la guerra que historias
como la suya.
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