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Regalo profundísimo
Nana Isaía
Era un llanto profundísimo
tanto que las lágrimas jamás
era posible que
subieran a los ojos.
Que enferma te di esta carta.
Y te dije que en ella
estaba el rayo.
Ése que nunca golpea
en nuestra puerta.
Y sin embargo: alguna vez
vino Dios mismo. |
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Fue simple su regalo:
ningún vacío entre nosotros.
Y nosotros ¿qué hicimos con el tiempo?
¿qué hicimos con nosotros mismos?
¿Cómo tan fácilmente
devolvimos el regalo al cielo.
Y después –y también esto es simple–
nos encerramos por fuera. |
Nana Isaía (1934-2003), nació en Atenas. Después de formarse como secretaria en Londres, entró a trabajar con el primer ministro Constantino Karamalís. En 1960 estudió Arte en la Escuela Vakaló de Artes Decorativas y más tarde se retiró a Hydra (isla del Golfo Sarónico), donde por cinco años se dedicó a la pintura y la escritura. Como artista plástico participó en seis ocasiones en la Exposición Panhelénica de Pintura y, en 1973, montó su primera exposición individual. En 1977 fungió como editora invitada de la revista Nueva Época para su número especial dedicado a poetas griegas contemporáneas. Ha traducido poesía de Sylvia Plath y prosa de Susan Sontag y T. S. Eliot. Es autora de seis libros de poesía y ha sido traducida al inglés, francés, italiano y húngaro. El poema que presentamos está tomado de Conciencia del olvido, 1982.
Versión de Francisco Torres Córdova |
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