Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Balzac: malos negocios y buenas novelas
ALEJANDRO MICHELENA
Ven pues entre la destrucción
Anestis Evánguelou
Dos poetas
El espacio de la transgresión
ADRIANA CORTÉS entrevista con MÓNICA LAVÍN
Carlos Montemayor: entre la palabra y el punto
HERLINDA FLORES
Pasto verde: cuarenta años de irreverencia
QUETZALCOATL G. FONTANOT
Las profundas simplicidades de Julio Torri
RAÚL OLVERA MIJARES
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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES
Paso a Retirarme
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Bemol Sostenido
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Dos poetas
La travesía
Juan Domingo Argüelles
Para mis padres
Cada verano yo hacía el viaje de regreso a mi tierra natal.
Por veinticuatro horas el autobús surcaba las olas del asfalto
sinuoso y devoraba, lento, los cientos de kilómetros
de asombro y espesura. Al principio miraba el paisaje infinito.
Luego, al caer la tarde, las páginas de un libro
me hablaban de otro tiempo y de extraños asuntos.
A trechos me dormía, y al despertar veía
la joven luz de cierta madrugada. Saber que estaba cerca
de la casa paterna me daba una alegría que no he vuelto a tener;
una melancolía adolescente con bordes de llorar.
Hoy, si me fuera dado repetir la existencia,
pediría los años de esa edad inmadura.
Este que ya no es joven escribe estas palabras
que a sus espaldas lee un ser que ya se fue.
Si algo valió la pena fue aquel tiempo de oro
felizmente agotado en todo su caudal.
Aquel adolescente no sabía
que por cada retorno había una resta.
Hoy tiene unas monedas de cobre entre las manos.
El oro se ha perdido y no lo restituyen las palabras. |
Los padres
Alberto Blanco
A Osip Mandelstam
Cuando el animal
Deshabitado
Lento se triplica
En la hora de ninguno,
Un sol de arteria sorda
Se pone a llorar
Sobre las sábanas sucias…
Comprueba que esta luz
Es todo lo que resta;
Que este vacío hecho jirones
Ya requiere el hilo
De una nueva mudanza;
Y que este tiempo aciago
Es todo el pasado,
El presente
Y el futuro que hay. |
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