Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Balzac: malos negocios y buenas novelas
ALEJANDRO MICHELENA
Ven pues entre la destrucción
Anestis Evánguelou
Dos poetas
El espacio de la transgresión
ADRIANA CORTÉS entrevista con MÓNICA LAVÍN
Carlos Montemayor: entre la palabra y el punto
HERLINDA FLORES
Pasto verde: cuarenta años de irreverencia
QUETZALCOATL G. FONTANOT
Las profundas simplicidades de Julio Torri
RAÚL OLVERA MIJARES
Leer
Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES
Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
Germaine Gómez Haro
Las fantasías gastronómicas de Edurne Esponda
Una de las características del arte actual es la práctica transdisciplinaria. El artista postmoderno recurre a toda clase de experimentaciones técnicas y formales para hacer confluir las llamadas “artes visuales” con disciplinas tan diversas como la física, la química, la biología, la ingeniería, la anatomía, la genética, el deporte y, sobre todo en los últimos tiempos, la gastronomía. El movimiento gastronómico en el mundo es cada vez más sofisticado y ha alcanzado niveles inimaginables. La cocina de autor es considerada un arte en sí, valga recordar la polémica inclusión del celebérrimo chef catalán Ferrán Adriá en la pasada edición de Documenta, el evento de arte más importante del mundo que se celebra cada cinco años en Kassel, Alemania. Las cocinas de los chefs famosos se han convertido en laboratorios equiparables a los estudios de los artistas, donde la experimentación técnica y formal de las obras va aunada a la búsqueda sensorial y estética. No en vano en la jerga artística se habla de “cocina plástica” para referirse al proceso del pintor en la elaboración de su obra. Además del deleite gustativo, los indescriptibles platillos de estos celebrity chefs conjugan la armonía de los colores, formas, luces y texturas que hacen pensar en una bella pintura.
El arte y la comida se han engarzado en las creaciones multivariadas de artistas como Daniel Spoerri, creador del Eat Art, o el conceptualista Rirkrit Tiravanija, quien cocina y ofrece sus guisos al público durante sus acciones, que son un claro ejemplo del “arte relacional”, término acuñado por el filósofo francés Nicolas Bourriaud para referirse a los procesos interactivos en el arte contemporáneo que propician que el observador se convierta en parte del acto creativo. Imbuidos en un espíritu lúdico, Edurne Esponda y los chefs Alberto Ituarte, Bruno Oteiza, Mikel Alonso, del Biko , Pedro Eguía y José Luis Uribe del restaurant Xaak , se han unido para crear una obra relacional a partir del concepto de fusión. Edurne se ha desempeñado paralelamente en el quehacer pictórico y el diseño de modas, y ahora ha elegido la gastronomía como fuente de inspiración. Hija de padre oaxaqueño y madre mexicana de padres vascos, la artista ha abrevado en las fuentes de estas dos culturas de poderosa raigambre que confluyen en su tradición familiar entre San Sebastián y Oaxaca. El resultado es la exposición titulada Pintura al plato que se presenta en la Casa Lamm, donde los chefs y la pintora intercambian sus experiencias sensoriales y orquestan una acción pictórico-gastronómica que busca despertar todos los sentidos más allá del goce visual y gustativo. El proceso de su creación –la cocina y la pintura– ha quedado registrado en un vídeo que se presenta en la muestra.
Foto: Marco A. Pacheco,
cortesía de Casa Lamm |
En su lenguaje no figurativo, Edurne evoca los sabores, sensaciones, formas y colores de las creaciones gastronómicas y los traduce en guiños poéticos de una manera muy libre y desenfadada, sin ninguna intención de representación literal. Los platillos de estos chefs son decorados con tal esmero que, al llegar a la mesa, el comensal se encuentra frente a pequeñas piezas escultóricas cuidadosamente compuestas por la sutil combinación de elementos que sorprenden al paladar y deleitan la vista. Así, en las pinturas de Edurne aparecen ahora los círculos que aluden al misterioso proceso de “esferificación” de los alimentos; las manchas perfectamente trazadas con espátula que adornan los platos, y la elección de colores que hace eco a ciertos ingredientes culinarios que han quedado registrados en la memoria de la artista, como los rojos profundos de la remolacha o los insondables cafés de los chipirones, el chocolate y el mole.
Siguiendo su interés en trabajar sobre soportes no tradicionales, Edurne diseñó una serie de platos realizados en Oaxaca por el ceramista Claudio Jerónimo López y los intervino con trazos geométricos plasmados al óleo. Con ellos construye un montaje alusivo a la mesa donde los comensales disfrutan y comparten la experiencia culinaria. Y como en toda buena mesa no puede faltar la presencia del vino, Edurne complementa sus fantasías gastronómicas con una serie de monotipos en los que predomina el rojo intenso de la bebida de Baco.
La afortunada alianza de pintura y gastronomía en el trabajo reciente de Edurne Esponda ha dado como resultado una obra fresca, divertida, ajena a cualquier atisbo de solemnidad, logrando el objetivo de su autora: “Crear un efecto lúdico, irreverente, sorpresivo y afectivo.”
|