Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 31 de agosto de 2008 Num: 704

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Memoria de Tréveris
ESTHER ANDRADI

Dos poemas
MARKOS MESKOS

Hugo Gutiérrez Vega, poética del peregrino
LEÓN GUILLERMO GUTIÉRREZ

La estación de Catulo
RICARDO VENEGAS entrevista con JOSÉ ÁNGEL LEYVA

Despedida
ALEJANDRO AURA

Alejandría o la biblioteca improbable
GUSTAVO OGARRIO

El Vaticano en la red:
Urbi et interneti

RICARDO BADA

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Naief Yehya
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Batman y el espíritu del terrorismo

ENTRETENIMIENTO MILITAR

Sabemos que la guerra es espectáculo cuando se torna imposible diferenciar entre la información de los noticieros y los productos de entretenimiento que explotan el conflicto bélico. Una de las características singulares de la llamada Revolución de los Asuntos Militares (Revolution in Military Affairs o RMA), o del ejercito estadunidense, puesta en vigor desde la primera guerra del Golfo, es que independientemente de haber centralizado el poder de computo y la operación y logística de una diversidad de sistemas de vigilancia a nivel planetario, también ofrece la posibilidad de controlar la difusión de la información y la manera de enfocar diferentes auditorios (los propios, los del enemigo y los del resto del mundo) . El RMA quiere ser concebido entonces como “una respuesta militar-corporativa-política estadunidense a la expansión de los fundamentalismos en la era posterior a la Guerra fría, e incluso como un medio para patrullar el imperio estadunidense emergente”, como señalan Stephen Stockwell y Adam Muir, de la universidad Griffith, en su ensayo: The Military-Entertainment Complex: A New Facet of Information Warfare. La guerra e invasión de Irak llevó al extremo las lecciones aprendidas a Hollywood, de manera que “tratan al ‘ enemigo ' como si fuera el público”. Ya no bastaba con entretener al público doméstico con un espectáculo pirotécnico de fuegos artificiales en forma de misiles “inteligentes”, que filman su propia destrucción al impactarse contra su blanco. La diversión que ofrecía masacrar militares y civiles hostiles fue dando paso al entretenimiento provocado al eliminar insurgentes y civiles incautos. Pero las palizas a rivales indefensos o fácilmente aplastables terminan por aburrir y no cumplen con las mínimas normas y expectativas del showbiz hollywoodense. Además, esta guerrita tan fácil, que el ejército más poderoso del mundo no ha podido ganar contra “bandas de guerrilleros rijosos”, provoca todos los día irresolubles conflictos morales que terminan por confundir y angustiar hasta al público más distraído y negligente. Es tiempo, por lo tanto, de redefinir la guerra para fortalecer el mito bélico y patriótico, sin por ello concienciar al público.

Y DE ESA MANERA LLEGAMOS A LAS CALLES DE LA CIUDAD GÓTICA

El caballero oscuro, Batman, está a punto de eliminar a las pandillas que se reparten los bajos mundo de la urbe en la cinta The Dark Knight, de Christopher Nolan (2008). El hombre murciélago actúa al margen de la ley para obtener las pruebas suficientes para enviar a los capos gangsters a la cárcel por el resto de sus vidas. Sin embargo, en su intento se topa con el Guasón, un criminal distinto, uno que goza con el arte del crimen, uno que no tiene interés en el dinero y que necesita de un superhéroe para poder ser un supervillano. La cinta es una delirante exploración sádica de la perversidad que no cumple con los estándares tradicionales del blockbuster veraniego (entretenimiento explosivo, cargado de humor, efectos especiales y un final feliz), pero, paradójicamente, se ha convertido en la segunda película más taquillera de la historia. Nolan hizo un filme caótico, desenfrenado, por momentos oligofrénico, y sin embargo, por momentos, prodigioso e inteligente. Pero el Guasón no es un accidente narrativo, sino un mega maleante cuyo poder radica en retorcer la moral de sus enemigos para cuestionar los valores de la sociedad. Y a esto debemos añadir que el Guasón es un anarquista maléfico de acción directa que emplea el lenguaje del terrorismo, las bombas, secuestros, amenazas y extorsión. Pero en medio de un frenesí cinemático que no hace más que caricaturizar la manipulación y las torpes respuestas a las amenazas del terrorismo de la administración Bush, una de las secuencias más reveladoras es aquella en que Batman/Bruce Wayne decide montar un sistema para espiar a todos los ciudadanos para dar con el Guasón. Esto es un reflejo distorsionado de los operativos clandestinos de espionaje telefónico y mediático, montados por el equipo neocon. Esta invasión de la intimidad resulta justificada, a diferencia de lo sucedido en el mundo real. Por tanto, numerosos conservadores han querido ver este filme oscuro y sórdido como apoyo del legado siniestro del presidente Bush. Dark Knight no es propiamente una celebración de la violencia, la cual por momentos resulta verdaderamente indigesta, en cambio parece un ejercicio para familiarizarnos y aceptar el nuevo clima de violencia que desataron los Guasones de la Casa Blanca y el Pentágono.