Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Memoria de Tréveris
ESTHER ANDRADI
Dos poemas
MARKOS MESKOS
Hugo Gutiérrez Vega, poética del peregrino
LEÓN GUILLERMO GUTIÉRREZ
La estación de Catulo
RICARDO VENEGAS entrevista con JOSÉ ÁNGEL LEYVA
Despedida
ALEJANDRO AURA
Alejandría o la biblioteca improbable
GUSTAVO OGARRIO
El Vaticano en la red:
Urbi et interneti
RICARDO BADA
Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA
Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
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Germaine Gómez Haro
La retrospectiva de Germán Venegas
Pocos creadores contemporáneos alcanzan a dominar con la misma excelencia pintura, dibujo y escultura: Germán Venegas ( La Magdalena , Tlatlauquitepec, Puebla, 1959) es uno de ellos. En su quehacer artístico, las tres disciplinas se entrelazan y corren de manera paralela y complementaria, como se puede admirar en la magnífica muestra retrospectiva recién inaugurada en el Museo de Arte Moderno. En este recorrido a lo largo de veinticinco años de producción, se aprecia de manera contundente el desarrollo formal y conceptual de una de las figuras más destacadas de su generación, y significa, como bien apunta la curadora Patricia Sloane, “una reflexión sobre la continuidad y la vigencia de un grupo de artistas surgidos en la década de los ochenta en México, cuya obra ha sido silenciada de la mirada pública a partir de su desplazamiento mediático en razón de un mercado cada vez más globalífico y voraz”. Sloane se refiere a los artistas que a principios de esa década optaron por el “retorno” a la pintura figurativa, tendencia internacional que en nuestro país tuvo un fuerte auge a partir de las influencias del neoexpresionismo alemán, el Grupo Cobra y el Art Brut. Surgió en esos años el movimiento conocido como neomexicanismo, término acuñado por Teresa del Conde, el cual tuvo una inusitada proyección tanto a nivel nacional como internacional. Su éxito comercial llegó a niveles insospechados –de alguna manera en forma paralela al boom económico del período salinista–, pero en pocos años el castillo se derrumbó y muchos de los protagonistas de ese fenómeno artístico y mercantil se encuentran hoy literalmente fuera de cuadro.
Cabalgando sobre el tigre |
La exposición Cabalgando el tigre, de Venegas, es un claro ejemplo de la necesidad de revisar de manera crítica ese capítulo de la historia del arte mexicano que en la actualidad ha quedado sumido en cierta penumbra. El neomexicanismo, siguiendo algunas de las premisas del postmodernismo, se sirvió de la hibridación, el reciclaje, el pastiche y la apropiación libre en la creación predominantemente pictórica. En este contexto se inicia el quehacer pictórico de Venegas, cuyas primeras obras exhibidas en esta muestra datan de 1983 y resultan de una increíble frescura. El estallido de colores brillantes y explosivos, y la incorporación de elementos y referencias de la cultura popular, dan cuenta de la libertad del joven artista que da rienda suelta a su fantasía desbordada en lienzos de gran formato a los que incorpora figuras talladas en altorrelieve de una fuerza expresiva brutal, creando una suerte de “picto-esculturas” que hablan de la simbiosis natural de este artista formado desde sus inicios en el doble oficio de pintor-escultor. A lo largo de los siguientes veinticinco años, Venegas llevará su práctica escultórica hasta las ultimas consecuencias en tallas monumentales que alcanzan hasta los tres y cuatro metros de altura, realizadas en troncos de caoba y ahuehuete. El proceso de este desarrollo está claramente ejemplificado en la muestra a partir de las picto-esculturas tempranas, siguiendo por los extravagantes y portentosos ensamblajes murales y la escultura exenta, que tiene la misma fuerza y expresividad en sus formatos pequeños como en los colosales.
Asimismo, su trabajo pictórico y dibujístico ha seguido un proceso formal, temático y estilístico de una gran congruencia y solidez que se puede apreciar gracias al puntual trabajo curatorial y al excelente diseño museográfico de la muestra. Venegas es un profundo estudioso de la historia del arte universal y el espectador podrá detectar la presencia de sus “gigantes” favoritos, entre los que se encuentran los grandes maestros –Goya, Ticiano, Caravaggio, el Greco, entre otros–, las figuras de las primeras vanguardias del siglo xx –principalmente los fauves y los expresionistas alemanes–, así como el arte de las mal llamadas “culturas primitivas” y, en los últimos años, los ecos de la filosofía zen que practica e interpreta en simbiosis con la tradición precolombina. Resulta alucinante constatar su manejo de lenguajes tan diversos, y la libertad de ejecución que va de la delicadeza y rigor en el dibujo, a los trazos gestuales de las últimas pinturas que se insertan ya en la abstracción.
Ver en conjunto la creación de veinticinco años de Venegas resulta una experiencia conmovedora y profundamente evocadora, y da gusto comprobar que todavía hay artistas que apuestan por el riesgo y, a la vez, logran permanecer fieles a sí mismos, a pesar de la vorágine del mercado del arte globalizado.
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