Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de febrero de 2008 Num: 677

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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

De un ciego resplandor
CHRISTIAN BARRAGÁN

Sic Transit
ATHOS DIMOULÁS

Vagabundos en la
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JUAN MANUEL GARCÍA

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W. G. Sebald,
El viajero y el tiempo

ESTHER ANDRADI

Sherlock Holmes:
121 años de un mito

ADRIÁN MEDINA LIBERTY

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Verónica Murguía

¿Dónde me pongo?

No sé cuando empezó la cosa: de pronto, por todas partes aparecieron espejitos octogonales que, en lugar de ocupar su puesto sobre el lavabo, daban a la calle, de forma tal que el transeúnte en lugar de ver unas cortinas empolvadas se encontraba con un fragmento, también polvoriento, de su propia cara.

Como suelo desconocer lo que está de moda, cuando vi por primera vez un espejo dispuesto de esta manera creí que era para entretener a los pájaros. Conclusión bastante tonta, lo sé, pero permítame el lector contarle que algunos de los espejos de marras eran muy pequeños, del tamaño de los que se ponen en las jaulas de los pericos australianos para que no se sientan solos.

Por suerte una amiga aprensiva me regaló un espejo de estos antes de que yo hiciera el ridículo: “Toma, para protegerte de las malas vibras el año que entra”, me dijo. El espejo no sólo era pequeño y octogonal, además tenía caracteres chinos en el marco.

Al ver la cara que hice, mi amiga me dio una breve lección de Feng Shui: “Si pones este espejo en la puerta, o mejor, en la ventana de tu casa y mirando hacia afuera, a quien te eche malas vibras se le van a regresar. Y con esto, además”, declaró, y señaló los caracteres del marco. Una protección china tan enérgica, que deriva en maldición contra el enemigo del protegido.

Mi amiga, resultó, era una experta en Feng Shui. Lo había aprendido en la tele. Me hizo el favor de informarme que los cuadros de mi casa me dan mala suerte –son algo sombríos–, que mi baño es un desastre debido a la posición de la regadera –cuando me baño parece que no me limpio de malas vibras, las atraigo–, y que la disposición de los muebles de la sala impide la entrada de dinero.

Y yo que pensaba que lo único que mi casa revela es que ni mi marido ni yo sabemos nada de decoración.


Imagen: www.filmica.com

Meses después de que me fue dado este diagnóstico, un conocido, dueño de un restaurante para quien yo trabajaba en ese momento, decidió quitar los baños del segundo piso de su negocio y pasarlos a la planta baja porque su maestro de Feng Shui le dijo que era terrible comer debajo de un baño, por el excusado y todo eso.

Me quedé atónita –la obra costó mucho dinero– y pesarosa: ¿cuántas veces he comido bajo un excusado sin darme cuenta?

El conocido me contó que los picos en las construcciones atraen, no sólo a los rayos, sino a la más mala suerte. Es un milagro que los edificios góticos que conocemos sigan en pie.

“La ubicación es todo”, proclamó. Y algo sabe de ubicaciones esta persona, pues sus restaurantes son exitosos.

Comencé a fijarme: en el mercado que frecuento hay un puesto de tostadas con un éxito apabullante. Todo, la pata, la tinga, los camarones, la cochinita, se acaba. Junto a este puesto hay otro que ofrece el mismo menú. El mismito: las mismas salsas, las mismas aguas frescas y el mismo color de mantel. Vacío.

Más adelante, la situación se repite, pero con puestos de quesadillas. La señora Maribel echa quesadillas en el puesto triunfador, aunque antes trabajaba en el solitario puesto de junto. Se cambió “por aburrimiento”. Prefiere no tener tiempo ni de cansarse mientras echa miles de quesadillas, a estar sin hacer nada. Un día la interrogué: ¿son diferentes los sabores de las quesadillas? ¿El nixtamal? ¿La forma de guisar? No, no y casi no.

Es el lugar, dice la señora Maribel, lo que atrae a la clientela a un puesto y la aleja del de junto. Algo con el lugar. Taksu se le llama en Indonesia. Leí en un libro que es “el espíritu de los lugares”. Una sabiduría que enseña que comprar tierra cerca de un río, por ejemplo, es malo, pues “un río, como todo el mundo sabe, está poblado por fantasmas”.

El escritor inglés Bruce Chatwin entrevistó a un célebre geomántico chino, Lung King Chuen, quien le explicó que Feng Shui significa Viento y Agua, y que el buen chi, o aliento vital va en líneas llamadas “puntos de dragón”. Lejos del agua, claro. Los mejores lugares de Hong Kong están en alto.

Al leer esto me puse a pensar en el df. Está construido sobre una laguna. ¿Un águila, devorando una serpiente, posada en un nopal? El águila es un ave rapaz. De las serpientes, ni digo. El nopal es espinoso. El valle está rodeado de montañas. Según el geomante chino, estar rodeado de montañas, si terminan en punta, es mal chi. Y si entre las montañas hay un volcán propenso a los eructos, la cosa está que arde.

La verdad, no necesitaba saber de Feng Shui para darme cuenta.