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Emmanuel Mounier: la acción con sentido y la revolución
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Step by step
Tengo una imagen fija: la del ciego Yeats escuchando los poemas que le leía todas las tardes el joven Pound. Ezra Pound, su secretario. Para ese entonces Pound no había siquiera esbozado sus Cantos , aunque había ya publicado Personae y picado mucha piedra en cuanto a difusión de las ideas poéticas vanguardistas. Mientras le leía poemas a Yeats, a quien consideraba el mejor poeta de ese tiempo, le escribía también cartas a James Joyce. Ezra había viajado a Londres porque creía que nadie conocía tanto de poesía como Yeats. Yeats, en cambio, confesaría que nunca hubiera aprendido tanto del arte lírico de no ser por la ayuda del vigoroso y desordenado Ezra. La imagen de Pound leyéndole poemas a su preceptor es la imagen viva, encarnada, de la transmisión de las herencias culturales. Es la imagen encarnada de la tradición. Pound y Yeats son dos eslabones que se enganchan para que esto que leemos ahora (estas mismas palabras) lleguen sin titubeos, cincuenta o cien años después, a nuestras manos. |