Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 7 de octubre de 2007 Num: 657

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dos relatos
AURA MARTÍNEZ

De pronto
NIKOS KAROUZOS

Emmanuel Mounier: la acción con sentido y la revolución
BERNARDO BÁTIZ VÁZQUEZ

Inés Arredondo y la perversión
ALFREDO ROSAS MARTÍNEZ

Los Ángeles
AGUSTÍN ESCOBAR LEDESMA

El spanglish: la frontera del idioma
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON

Isla de bobos
ANA GARCÍA BERGUA

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
Núm. anteriores
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Manuel Stephens

Repertorio contemporáneo

El cierre del Ballet Nacional de México (BN), los constantes cambios de dirección del Ballet Independiente (BI) y los connatos de desaparición del Ballet Teatro del Espacio (BTE) hacen evidente la necesidad de que los sistemas de subvención para la danza del INBA sean revisados y actualizados. Estas tres compañías han sido fundamentales para la escena y no se puede comprender la historia de la danza mexicana sin ellas. Guillermina Bravo, Raúl Flores Canelo y Michel Descombey tuvieron la entereza y el tesón para enfrentarse a un medio cultural en que la danza es institucionalmente relegada y establecieron agrupaciones sólidas sustentadas en su propio genio y en la creación comprometida con el arte y con su tiempo.


Michel Descombey


Guillermina Bravo

Actualmente es imposible negar las preocupantes condiciones en las cuales sobreviven todavía el BI y el BTE. Desde la muerte de Flores Canelo en 1992, el BI ha ido perdiendo paulatinamente todas sus cualidades originales. Disputas internas por la dirección y relacionadas con la conformación de la compañía –que resultaron incluso en demandas legales de bailarines– profetizaron la decadencia en que está sumido el BI desde entonces. Tras el despido de Manuel Hiram, directores artísticos van y vienen bajo la dirección general de Magnolia Flores, viuda del coreógrafo, y los bailarines son cada vez más inexpertos. La compañía sobrevive únicamente por el legado coreográfico de su fundador, nada más, pero la vitalidad que lo caracterizaba se ha esfumado. Michel Descombey, quien hace poco fue intervenido quirúrgicamente, ha señalado en repetidas ocasiones que el presupuesto que reciben es insuficiente para mantener la compañía que codirige con Gladiola Orozco. El BTE surgió tras la escisión del BI en 1979 y asume un perfil por entero centrado en la figura y la estética de Descombey. Las compañías de danza contemporánea apoyadas por el INBA son esencialmente “de autor”, como también es el caso del Taller Coreográfico de la unam, dirigido por Gloria Contreras. Ninguno de los creadores mencionados generó coreógrafos que pudieran sucederlos y continuaran con su labor, manteniendo así vigente a la agrupación. Esto implica que cuando el coreógrafo y director tutelar opte por el retiro –como pasó con Bravo– o fallezca –como Flores Canelo–, el fin ha llegado para las compañías –aunque está la opción de entubarlas para que tengan una vida vegetativa tras una fulminante muerte cerebral, tal cual el desastroso caso del BI.


Raúl Flores Canelo


Gloria Contreras

La situación de las llamadas compañías oficiales es crítica. La decisión de Bravo del cierre de BN significa, hasta ahora, también la pérdida de obras imprescindibles que son patrimonio de la danza mexicana. La manera en que se pretende perpetuar a Flores Canelo no ha sido la óptima, y el peligro se anuncia sobre Descombey y Contreras. La danza se hace en los escenarios, el video registra pero no alcanza el nivel de comunión entre bailarines y público.

Estamos pasando por una situación crítica. El gremio dancístico se cuestiona la pertinencia de que partidas presupuestales se gasten en compañías que muchos consideran anquilosadas creativamente y en la recta final, si no es que ya muertas; a su vez, los presupuestos son muy limitados y surge el problema de si los funcionarios en turno destinarían el dinero a un buen fin que esté relacionado aún con la danza y no a otros rubros; aparece entonces la necesidad de multiplicar espacios y de no cerrarlos: con la culpa viene el deseo de salvarlas, aunque las agrupaciones puedan sumirse después en el caos y todos nos arrepintamos otra vez. Es un círculo vicioso que hay que resolver.

En esta problemática debe ser punto neurálgico la obra de los “Coreógrafos que nos dieron patria” que ya son unos desconocidos para las nuevas generaciones. Es un deber recuperar la historia y no crear en el vacío. ¿Es posible hablar de danza mexicana sin La espera , de Flores Canelo; El llamado , de Bravo; La ópera descuartizada , de Descombey o Danza para mujeres , de Contreras? A nuestro repertorio ausente y al olvido se van sumando poco a poco los coreógrafos del Movimiento Independiente en lo que parece una imparable inercia. Sin memoria –aunque sea éste un cliché– estamos condenados a empezar una y otra vez. Habrá a quienes la tradición no les importe, pero tarde o temprano ellos pasarán a formar parte de ella. A pesar de la insistencia del gremio, en lo que va del sexenio todavía no se tiene proyecto para la danza como si este arte agonice no importara. Y al parecer no se izará la vela.