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Alonso Arreola
@LabAlonso
¿Ya viste cuánto te quieren, Tom Zé?
Andábamos tan ocupados que, cuando recibimos la llamada de Diego Cristian, exalumno, no retuvimos los detalles. Peor aún: olvidamos pronto el asunto. Simplemente dijimos que sí, que bajo ciertas condiciones podían reproducir el texto dedicado al extraordinario músico brasileño Tom Zé que, en esta misma columna, presentamos hace ocho años. Pasaron los meses. Luego vino una nueva invitación de Diego. Habría una fiesta para mostrar en México un documental y un libro sobre este hombre raro, el más atípico de los tropicalistas, quien ya estaba enterado de sus esfuerzos por darlo a conocer aquí. No pudimos asistir. Andábamos de viaje. Pasaron más semanas, después más llamadas. Quería hacernos llegar uno de los materiales. Finalmente acordamos un encuentro. Nos conmovimos con lo que aterrizó en nuestras manos.
Lo primero que nos sorprendió fue el formato del volumen, sólido, pequeño y de tapas negras. Se trata de un objeto con tiraje limitadísimo (menos de doscientos ejemplares), de muy buena pinta y diseño. Debut de la editorial Cráneo Invertido, es una muestra de escritos de Tom Zé, pero con muchos agregados que fueron autorizados siempre y cuando se distribuyera sin fines de lucro (sólo se intenta recuperar la inversión). Hay artículos, dos pósters, letras de canciones y un disco compacto con una acertadísima compilación de temas provenientes de distintos álbumes. Se llama Tom Zé, selección de textos.
Es un libro destinado a convertirse en objeto de culto, creemos, pues se inserta en esa vieja tradición de producciones realmente independientes que surgen frente a la imposibilidad de hallar obras trascendentales en el flujo regular del mercado. Y no se crea la lectora, el lector, que hablamos de un compositor dedicado al ruido o a sonidos de difícil especie. Su cancionero está lleno de alegría, de humor, de visiones que en dos momentos particulares conquistaron grandes audiencias. El primero durante los movimientos Tropicalia y mpb de Brasil (sesentas); el segundo, cuando fue redescubierto por el productor David Byrne, quien lo lanzó en su desaparecido sello Luaka Bop (noventas). A sus más de setenta años, hoy Tom Zé es bien respetado y conocido en su patria, aunque pocos saben de él cruzando la frontera.
Volviendo al libro, queremos subrayar el punto que disparó estas letras dominicales. Hojeándolo nos topamos con un mapa suelto. Cuando lo desplegamos notamos un divertido caos gráfico, una provocación titulada La razón por la que tienes esto en tus manos… Lo que allí se ve es un acto de amor, la radiografía de un compromiso con esos intereses que arrastran a los melómanos de vena profunda a los más descabellados actos de sacrificio y dedicación.
Todo comienza con las fotos del propio Diego Cristian Saldaña, Yollotl Alvarado y Lázaro Valiente. Luego se desata… la vida… líneas e imágenes que representan movimientos, encuentros y desencuentros mediante los cuales estos tres locos compartieron su gusto por la música de Tom Zé para luego conseguir sus discos, rastrear su agotadísimo libro Tropicalista lenta luta, hacer contacto con el director brasileño Igor Iglesias para presentar en el DF su documental Astronauta libertado, crear una red de interesados y traducir textos y canciones, diseñar un fanzine y luego un libro. En otras palabras, transformaron el cariño e interés en acciones concretas y creativas, fundaron una cooperativa y cerraron el círculo donando lo más valioso: tiempo. Aplaudimos de pie.
Ahora nadie podrá decirles que no hicieron lo que estaba en sus manos para difundir el arte y el pensamiento de un creador admirable. La suya es una lección de cómo tener influencia en tiempos difíciles, contribuyendo a un cambio lento, sí, pero consistente. Concluimos así con un fragmento de la epístola que dirigen a Tom Zé como introducción del libro (para tener una copia escriba a [email protected]):
“Nosotros, en México, somos un pueblo infeliz bombardeado por la felicidad. En ese sentido da muchísimo gusto abrir el panorama de influencias y afinidades con América del Sur y romper un poco esa inercia colonial que consiste en buscar resonancias únicamente con América del Norte y Europa […] Manifestamos con honestidad que sólo vemos esta carta como el inicio de una relación y un diálogo contigo para poder escucharte más de cerca en un futuro cercano. Con mucha fe y energía volcánica te mandamos un destello de luz, ruido y estruendos desde la ciudad monstruo.”
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