Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 18 de agosto de 2013 Num: 963

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Los premios
José María Espinasa

Murmullos de Julio Estrada: simbiosis
de música e imágenes

Jaimeduardo García entrevista
con Aurélie Semichon

El Apocalipsis
según Del Paso

Élmer Mendoza

Religión, intolerancia
y barbarie

Fernando del Paso

La verdad y sus delirios
Hugo Gutiérrez Vega

La ventana
Dimitris Papaditsas

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Columnas:
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Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
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Bemol Sostenido
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Cabezalcubo
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Hugo Gutiérrez Vega

José Guadalupe de Anda,
Los cristeros y Los bragados (II Y ÚLTIMA)

El rasgo principal de las dos novelas sobre las guerras cristeras escritas por don José Guadalupe de Anda, Los cristeros y Los bragados, es el de la veracidad. No hay que olvidar que la mayor parte de los textos sobre las guerras religiosas tienen carácter hagiográfico. Pienso en Héctor, escrito por Jorge Gram, seudónimo de un canónigo de la catedral de Durango apellidado Ramírez; Entre las patas de los caballos, del acejotaemero Rivero del Val; La Virgen de los cristeros; Las memorias, de Degollado, general del ejército cristero del sur; las de Heriberto Navarrete, ayudante del general Gorostieta, jefe del ejército cristero del norte; México, tierra de volcanes, de monseñor Schalmar; las minuciosas investigaciones de Meyer escritas des-de una perspectiva conservadora y otras muchas obras de investigación o textos novelados. De Anda escribió dos novelas sobre el tema por la sencilla razón de que fueron dos las guerras cristeras. La primera muestra rasgos de idealismo y tiene un fuerte arraigo popular; la segunda lleva los signos de la venganza y la desesperación. En ambas se agitan, por debajo del agua, las sospechosas maniobras de los señorones de la Liga para la Defensa Religiosa, las manitas sucias de los hacendados temerosos del reparto agrario y otros intereses ajenos a la candorosa y feroz lucha guerrera. En la segunda están presentes los maestros socialistas desorejados y el robo de los escasos bienes de los rancheros que se negaban a apoyar a los bandidos disfrazados de cristeros. En la primera aparecen figuras de crueldad implacable, como los curas soldados Vega y Pedroza y el famoso Catorce, conocido con ese nombre por haber matado, frente a frente, a catorce “pelones”. Sobre las consecuencias de estas luchas fratricidas recomiendo la novela Pensativa, de Jesús Goytortúa Santos, pero, sobre todo, las dos novelas de don Guadalupe, consideradas por los críticos más serios y, particularmente por Juan Rulfo, como las más serenas e imparciales.

En un Bazar anterior hablé de las afinidades que se dan entre las novelas de De Anda y las que escribió Valle Inclán sobre las guerras Carlistas, sobre todo Los cruzados de la causa y El resplandor de la hoguera. Se dan afinidades también con la novela de Andreiev, Sashka Yegulev, y las novelas de Kazantzakis. En materia de estilo, don Guadalupe es un buen seguidor de Luis g. Inclán y de don Manuel Payno, y un conocedor a fondo de los giros del lenguaje de la región alteña.

El cine mexicano, como de costumbre, maltrató el texto de Los cristeros. En 1947, Raúl de Anda filmó una impresentable película titulada Sucedió en Jalisco. Por no molestar a la Iglesia, De Anda, pariente de nuestro autor, traicionó el texto original y produjo un churro insulso y bobo interpretado por Luis Aguilar, Tito Junco (actor casi siempre excesivo a excepción de su trabajo en una de las grandes películas de nuestro cine, La sombra del caudillo, de Julio Bracho); Sara García, el Nanche Arozamena, Soto Rangel y el villanísimo Carlos López Moctezuma. Esta película se convirtió en una horrenda fotonovela. En materia editorial, los dos textos pasaron increíbles vicisitudes hasta que el año pasado Muriá puso en orden las cosas y con Miguel Ángel Porrúa los publicó en un solo tomo.


Cristeros presentan armas durante una misa, en el sur de Jalisco. Fotos: cronicasdeuncristero.blogspot

Mis lectores, ahora que se acerquen a estas novelas, conocerán a don Ramón, alteño clásico, honrado y bondadoso, silencioso y fuerte, hombre de familia y padre amoroso “alevantado por el remolino”. Conocerán además al tío Alejo y al pícaro Ranilla, a Felipe, el hijo menor y su sensato discurso y, sobre todo, a Policarpo, héroe candoroso, contradictorio y de personalidad llena de matices. Son fundamentales las mujeres, madres, esposas, suegras, novias, viudas. Todas ellas apoyan a sus hombres y la mayoría, llevada por su actitud fanática y siguiendo el ejemplo de las mujeres espartanas, lanzaron a sus hombres a la lucha y, en no pocas ocasiones, participaron en las tareas militares. Los personajes de las dos novelas son descritos con pericia formal y estilo naturalista de la mejor clase, pues el lenguaje forma parte esencial de la trama y constituye una amplia y contrastada cosmovisión.

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