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Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Vicente Leñero en
sus ochenta años
José María Espinasa
María del Mar y el Movimiento Agorista
Evangelina Villarreal
Luis Javier Garrido: universitario ante todo
Roger von Gunten,
color y naturaleza
Allá y aquí
Bernard Pozier
La lectura como traducción
José Aníbal Campos entrevista
con Carmen Boullosa
Provincia griega d.c.
Panos Thasitis
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Felipe Garrido
Ojos cerrados
Mamá sigue con los ojos cerrados. Los aprieta. No quiere abrirlos. Está tendida en el damero de mosaico blanco y rojo. Arrimada a la pared. No le tocó camilla, y hay pacientes que la tienen. Nadie levanta la voz; titubeante la luz. No sé cuántas horas llevamos allí. A veces algún lamento se descuaja. Nunca una maldición. Marita está de rodillas al lado de mamá. Se inclina y le acerca la cabeza y algo se dicen que nadie más oye. Yo la veo con las nalgas alzadas y me gusta. Pero me doy cuenta de que las dos están rezando. Apenas las oigo. Nada te turbe, nada te espante, todo se puede. Sólo Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta. Quiero verlo y para verlo tengo que morir. Pero no se muere cuando se muere. Se entra a la vida. Soy yo de la tierra, me hundo en la tierra, me entrego a la tierra. Marita sigue arrodillada. Mamá tiene los ojos bien cerrados. Los aprieta. No quiere abrirlos. |