Me llaman desde acá
Hjalmar Flax
–¿Aló?
–¿Quién habla, Juan?
–Sí. ¿Quién es?
–Graciela Martínez.
–¡Chela! ¿Cómo estás? Deben haber pasado como treinta años, más...
–Mira, acabo de ver en La Tertulia la segunda edición de Poemas originales...
–Sí, he revisado un poco algunos de ellos y ...
–Me fijé que me dedicaste un poema...
–Sí, el mismo que en la primera edición. Tú lo sabías...
–¡Cómo se te ocurre poner mi nombre!
–Pero si escribí ese poema para ti. Tú lo sabes, y te gustó mucho.
–Pero eso fue hace veintiocho años y no le pusiste mi nombre en la dedicatoria.
–Le puse tus iniciales. Por eso lo cambié. Me pareció mejor poner tu nombre completo.
–¿Pero cómo se te ocurre? El poema me pinta desnuda en tu cama, habla de mis pelos púbicos, de mis tetas, de mis pezones, de que estoy dormida después de haber chingado contigo...
–Pero no así de vulgarmente; está escrito con mucha delicadeza. Recuerda que cuando lo leíste por primera vez te gustó mucho y hasta se te aguaron los ojos. Es un tierno poema de amor que le ha gustado a mucha gente.
–No se me aguaron los ojos nada. No me importa que le haya gustado a mucha gente. Lo que sí, es que ahora todo el mundo sabrá que esa mujer en tu cama, desnuda, durmiendo a pata suelta, soy yo.
–Nuestros amigos siempre supieron que eras tú; sabían que las iniciales eran las tuyas; sabían que éramos amantes...
–Sí, carajo, pero ahora lo sabrá todo el mundo. Soy una mujer casada con hijos...
–Te casaste después del incidente que cuenta el poema...
–¡Eso no importa!
–Tu marido siempre supo que antes tú salías conmigo...
–¡Ése no es el punto!
–¿Cuál es el punto?
–¡Coño, que mis colegas, mis compañeros de oficina, mis amigas y amigos, mi familia, mis hijos van a ver en un libro un poema que me pinta... no lo voy a repetir... en una situación vergonzosa!
–Pero si nadie lee poesía y menos la mía.
–¡Lo van a buscar. Basta que alguien se entere y lo riegue por ahí!
–Chica, es un poema de nuestra juventud. Han pasado treinta años...
–¡Veintiocho!
–Tus hijos ya son adultos. La situación no es vergonzosa, es gozosa, celebratoria, todo está descrito con mucha delicadeza...
–¡Me cago en la delicadeza!
–Es un poema de amor.
–¡Me cago en los poemas de amor!
–¿Chica, qué quieres que haga? Jamás pensé que te ibas a ofender. Ya el libro está circulando.
–Mira, eres un cabrón. Siempre fuiste un cabrón. Te voy a demandar.
¡CLIC!.
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