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La autobiografía de Nicolae Ceausescu,
de Andrei Ujica
PROPAGANDA
El cine rumano no deja de sorprender. El más reciente prodigio de esa pequeña cinematografía es una cinta de autor, transgresora, delirante y paradójica que cuenta la historia de Nicolae Ceausescu, el conducator rumano, desde que asume el puesto de secretario del Partido de los Trabajadores (al cual rebautizó Partido Comunista Rumano) tres días después de la muerte de Gheorghiu-Dej, en marzo de 1965, hasta que es ejecutado de forma sumaria junto con su esposa el 20 de diciembre de 1989 (más que un juicio político se trató de un magnicidio durante un golpe de Estado que después se volvió una revuelta revolucionaria). El cineasta Andrei Ujica creó un extraño documento usando exclusivamente pietaje propagandístico filmado por el régimen de Ceausescu, sin subtítulos, sin voces explicativas en off, sin intertítulos y en ocasiones sin sonido. En las imágenes vemos a Ceausescu estrechar las manos de incontables dignatarios, visitar panaderías, inaugurar eventos, saludar en desfiles militares, bailar y sonreír. Es la historia como la hubiera querido ver el dictador, es la autobiografía de un megalómano; de todos los megalómanos. De ahí el título: La autobiografía de Nicolae Ceausescu (2010).
VIÑETAS DEL PODER
Ujica ha realizado tres singulares documentales sobre el fin del comunismo: Videogramas de una revolución (1992), Fuera del presente (1995) y la Autobiografía..., un filme que es mucho más que un collage de momentos absurdos, protocolarios, rituales redundantes, bochornosos y ridículos. El cineasta eligió entre más de mil horas de película y video filmadas por la agencia de propaganda estatal (todos los días de su gobierno el líder era filmado en alguna función pública) y terminó con un filme de tres horas, repleto de humor y en el que las imágenes crudas van tejiendo una narrativa paralela a la historia oficial que cuenta la otra historia del régimen: la babeante devoción de gran parte del pueblo que hizo posible semejante culto a la personalidad, y el lento e inevitable ocaso de un mundo con la llegada de las ideas reformistas de Gorbachov y la confusión resultante. La narrativa, que sigue un estricto orden cronológico, aunque realiza dos curiosas divagaciones oníricas que son dos saltos al pasado, comienza con Ceausescu y su esposa siendo interrogados en un cuartel de policía poco antes de ser ejecutados, y culmina de la misma manera. De tal suerte que el filme puede ser visto como el proverbial desfile de la vida ante los ojos de un moribundo. Las secuencias iniciales tienen un notable tono celebratorio cuando Ceausescu, sin claridad pero con convicción, se erige como uno de los pocos líderes independientes del bloque socialista, renunciando a participar en el Pacto de Varsovia y oponiéndose a la invasión soviética de Praga en 1968.
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EL HÉROE
Ceausescu llegó a contarse entre los líderes favoritos de la Reina de Inglaterra, fue visitado por Nixon y elogiado por Jimmy Carter como “uno de los políticos más importantes del siglo XX”. Pero al comenzar la Perestroika fue quedando cada vez más aislado. Una de las secuencias más fascinantes del filme es el frío recibimiento que da a Gorbachov a su llegada a Budapest. “Hace mucho calor”, dice el líder ruso, a lo que Ceausescu responde: “No, está muy agradable el clima, como nos gusta aquí.” Gorbachov responde: “No, hace mucho calor.” no fue capaz de entender los cambios de su tiempo. En veinticinco años se acostumbró a gobernar sin tener que negociar ni conceder. Su gobierno fue endureciéndose mientras económicamente la nación se hundía en las ruinas y él se apropiaba hasta del treinta por ciento del producto interno bruto. Pero si algo terminó por condenarlo fue su inmensa avaricia, su mentalidad de campesino que proyectó en su ideología y en la miseria que impuso a su nación, por no hablar de su espantoso gusto, el cual quedó plasmado en sus grandes obras públicas.
HUMANIZAR AL TIRANO
Ujica explica que en la larga investigación para realizar este filme se enfocó en aquellos momentos al inicio y al final de cada fragmento de filmación, cuando los personajes creen que ya no están siendo filmados: es en esos segundos de autenticidad donde aparece el verdadero carácter de la gente. El cineasta cuenta que al hacer esta película Ceausescu dejó de ser una pantalla en la que proyectaba su odio y logró humanizarlo. Tras ver este filme extraordinario, nos queda pensar que quizás mediante semejante terapia de choque podríamos, en algún futuro, humanizar a nuestros propios líderes, entender sus delirios y debilidades y dejar de despreciarlos.
(Continuará)
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