Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Los ajustes
(farsa damasquina)
JUAN TOVAR
Roque Dalton vuelve a morir
MIGUEL HUEZO MIXCO
Roque Dalton la fuerza
literaria del compromiso
XABIER F. CORONADO
Poema (fragmento)
ROQUE DALTON
Sonetos para Tongolele
RUBÉN BONIFAZ NUÑO
Leer
Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS
Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
Hugo Gutiérrez Vega
LAS DIVAS Y LUIS TRELLES (I DE II)
In memorian Manuel Puig
Una artista de cine, de película italiana, que yo
vi bajo la luna, en el auge lumínico de una
convaleciente noche de abril
González León
1. DECADENCIA Y CAÍDA
Gloria Swanson desciende, majestuosa y soberana, la sinuosa escalera en el momento final de Sunset Boulevard. Erick von Stroheim, su chofer, mayordomo, ex director, adorador sin mácula y gran sacerdote del culto a la diva, dirige la escena culminante del decline and fall de la estrella que va rumbo a la gloria, pero también rumbo al manicomio. Billy Wilder, el guionista y director de la cinta prodigiosamente actuada por la decadente y mítica diva, documentó así uno de los aspectos esenciales del olimpismo creado por Hollywood, ese fenómeno artístico y de antropología social que es el divismo, ahora estudiado a fondo, con pleno conocimiento del tema, buen estilo literario e imaginación, por el crítico e historiador del cine Luis Trelles.
Francesca Bertini, Mary Pickford, Greta Garbo, Marlene Dietrich, Dolores del Río, Katharine Hepburn, Bette Davis, Rita Hayworth, Grace Kelly, Elizabeth Taylor y Marilyn (nada más Marilyn, pues las diosas no tienen ni necesitan apellido), son las divas estudiadas por Luis Trelles. De este suntuoso panteón grecorromano, iluminado por los enormes reflectores de la “fábrica de sueños”, sólo queda en el mundo de los hombres una heroica sobreviviente: Elizabeth. Sus hermanas moran ya en el Olimpo y, como en el cuento de Horacio Quiroga, su imagen seguirá viva mientras sus películas se sigan proyectando, mientras los adelantos de la química sigan preservando los vetustos nitratos y celuloides.
Luis Trelles nos entrega en su libro, publicado por la editorial de la Universidad de Puerto Rico en su colección Aquí y ahora, las biografías de las divas, pero además analiza las características artísticas y socioculturales del divismo y las irreductibles individualidades de las soberanas mitificadas por los grandes estudiosos, los medios masivos, los agentes, los publicitarios y los millones de rendidos admiradores alelados frente a la pantalla o frenéticos en las grandes aglomeraciones creadas por los iconos vivientes en los estrenos de sus películas. Para enriquecer su análisis, Trelles utiliza los métodos propuestos por el kitsch o por el camp, pero prefiere, para nuestra fortuna, acercarse al tema con el candor de los fans y la sabiduría de los estudiosos del cine.
2. LA BELLEZA TRÁGICA
Francesca Betini desorbita sus ojos enormes y compone el perfecto delirio del melodrama. Las reglas del juego del cine de su época no ponían límite alguno a los excesos. Todo estaba permitido en materia de poses y gesticulación, pues era necesario entronizar una elocuencia muda, un conjunto de gestos que supliera la ausencia de la voz.
Acierta Luis Trelles al decirnos que la actriz excesiva sucumbió conforme avanzaba el “sonoro”. Se hundió en su silencio gestual mientras los trágicos dictadores se apoderaban de la escena europea y entronizaban sus horrores multiformes. La dea del mare se refugió en los brazos de su conde suizo y, tal vez por su profundo humorismo o por la insistencia de su admirador Bernardo Bertolucci, aceptó mostrar su rostro marchito y sus ojos de pitonisa envejecida en la épica Novecento.
3. LA DIVA PRAGMÁTICA
De Mary Pickford, Luis Trelles destaca la versatilidad que le permitió pasar de las candideces de Pollyanna a las elegancias y sofisticaciones de la Rosita dirigida por Lubitsch, y de la simplicidad rural de la Rebecca of Sunnybrook Farm a las complejidades espirituales de Madame du Barry o de Ana Bolena. Nos habla, además, de las habilidades financieras de la diva canadiense y de su largo reinado en la mansión llamada Pickfair, al lado del atlético, casi circense Douglas Fairbanks. La Pickford controlaba con mano firme su vida y su carrera, produjo sus propias películas, convirtió en oro todo lo que filmó y supo rodearse de la crema y nata del cine mundial: contrató al maestro indiscutible del timing, Ernst Lubitsch, y a otros distinguidos directores europeos, como el sueco Víctor Sjostrom, autor de la cinta El carretero de la muerte basada en la narración de Selma Lagerloff y actor de la melancólica y esperanzada película de Ingmar Bergman, Fresas silvestres.
(Continuará)
[email protected]
|