Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de enero de 2009 Num: 722

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Manifiesto
ROSA NISSÁN

Dos poemas
MILTOS SAJTOURIS

Gilberto Owen y Sindbad
ANTONIO CAJERO

Uno de vaqueros
LEANDRO ARELLANO

La metamorfosis de Lucrecia
ROBERTO GARZA entrevista con LUCRECIA MARTEL

La traducción: los quehaceres del amante
JORGE BUSTAMANTE GARCÍA

Rogelio Navarro: un filósofo a contrapelo
ALEJANDRO MICHELENA

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Germaine Gómez Haro

Maribel Portela (II Y ÚLTIMA)

En la entrega anterior en este suplemento (domingo 21 de diciembre) nos aproximamos al trabajo de Paloma Torres, integrante de la generación de escultores en barro que se dio a conocer en la década de los noventa, a la cual pertenece también Maribel Portela (México, DF, 1960), cuyo trabajo se presenta actualmente en el Museo del Antiguo Palacio del Arzobispado de la Secretaría de Hacienda.

La obra escultórica de Maribel Portela siempre ha tenido que ver con la vida. La vida humana primero, la vegetal ahora. Sus figuras antropomórficas cargadas de reminiscencias ancestrales son un eco postmoderno de universos memoriales, llámese la Antigüedad precolombina, china, egipcia o asiria. Sus figuras estilizadas y hieráticas, rebosantes de garbo y monumentalidad, trasminan una nostalgia por los lejanos mundos míticos y rituales que perviven en los parajes inciertos de nuestra imaginación fantástica. Así se perciben sus Cazadores y recolectores, enigmáticos personajes que llevan tatuados en su piel de terracota fragmentos de historias intangibles. Esta serie se presentó en 2001, en una magnífica exposición en la Galería de Hacienda y Crédito Público, donde los personajes fueron dispuestos en una acertada museografía en la que el espectador percibía la majestuosidad de estos seres que parecían extraídos de una era remota. Maribel pinta sobre la superficie de barro de sus personajes glifos y pictogramas que tejen un diálogo con el pasado a partir de un discurso poético y evocador. Sus hombres y diosas exhalan un hálito de vida que se palpa a través de sus miradas ensimismadas, dirigidas a los recovecos soterrados del alma. Su escultura es el reflejo de su propia esencia: reflexiva, lúdica, arriesgada, a un tiempo melancólica y alegre. Un trabajo refinado que fascina por su sutileza y elegancia.

En tiempos recientes, la ceramista ha dado un viraje a su producción antropomórfica para explorar el otro ámbito vital que es complemento y contraparte del humano: el reino vegetal. Sus cuerpos sólidos y expresivos han devenido troncos esbeltos y gráciles de los cuales brotan ramas de vida, flores y follajes que palpitan bajo su blanquecina dermis de barro en una tierra fértil a la fantasía. En su exposición actual titulada Jardín onírico, una maleza voluptuosa habitada por plantas curvilíneas y sensuales pareciera contonearse al ritmo del viento; se trata de una auténtica selva reconstituida por 120 piezas de terracota, en su mayoría de gran formato, que invita al espectador a pasear entre sus formas orgánicas, exuberantes, caprichosas: un paisaje de ensoñación hecho realidad. De pronto el visitante deja volar su imaginación y alucina una fronda de plantas que parecen carnívoras, una jungla de formas vegetales rebosantes de energía. Este extraordinario conjunto de flora salvaje se antoja como un ballet estático que en cualquier momento podría cobrar movimiento. En su producción reciente Maribel ha explorado también la talla en madera, logrando una hermosa alianza entre el barro suave, níveo, y la oscura y rica textura de ese material orgánico.

Al contemplar el fantástico bosque de arcilla que Maribel ha modelado con toda delicadeza y una imaginación desbordada, mi mente se transportó a Barcelona, en recuerdo del inaprensible universo orgánico de Gaudí, quien decía que “la naturaleza es el gran libro que siempre hay que leer”. En el sentido artístico-formal, la producción reciente de Maribel Portela remite al modernismo, por su sensible observación de la naturaleza y la estilización de las formas para crear atmósferas armoniosas permeadas de misticismo y espiritualidad. En su paraíso onírico, la artista ha logrado captar el alma de nuestro entorno natural y traducirlo en una obra poética, seductora y altamente conmovedora que nos devuelve la capacidad de soñar.