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Gilberto Owen y Sindbad
Antonio Cajero
Uno de los personajes más recurrentes en la poesía de Gilberto Owen fue Sindbad el Marino, quien parece haber impresionado al joven poeta desde su estancia toluqueña. Es muy probable que Owen tuviera noticia de Sindbad mediante la traducción, directa del árabe al francés, de Las mil y una noches hecha por Mardrus y puesta en circulación por la Revue Blanche, en 1899, gracias a que en el Instituto Científico y Literario del Estado de México el estudio del inglés y el francés era obligatorio. Después, al unirse a la aventura de los Contemporáneos en Ciudad de México, la nómina oweniana de personajes emblemáticos aumentaría con Ulises y el bíblico hijo pródigo. Estos tres amantes de la aventura se emparientan, porque implican un desplazamiento doble en el tiempo y en el espacio, a la vez que cumplen un itinerario literal o metafórico: el viaje, el naufragio, la partida y el regreso, la curiosidad y la aventura. Sindbad fue, sin embargo, el héroe tutelar de Owen a lo largo de su vida, un alter ego que sintetiza la vida errante y náufraga del rosarino.
La ortografía de “ Sindbad” en vez de “ Simbad” debe rastrearse en las fuentes que Owen pudo leer. En El azogue y la granada, Vicente Quirarte dice que Owen habría escrito hasta 1933 “Simbad” y que después adoptaría la forma “etimológica Sindbad (Sindi-bad)”. Como puede verse en Poesía y prosa, de 1953, y Obras, de 1979 (si no hubiera algún error tipográfico o la mano negra de los editores), Owen combina la ortografía que J. C. Mardrus propone en su traducción de Las mil y una noches con la forma popular en español: en Novela como nube (1926) aparece “Sindbad”, pero en una carta a Alfonso Reyes, fechada el 14 de marzo de 1933, “Simbad”. A mi juicio, la ortografía propuesta por Mardrus convence a Owen cuando aquél expresa su elección léxica en el pórtico de las aventuras del personaje de marras: “Sindbad, mot consacré par l'usage en France, au lieu de Sindabad, pronunciation arabe.” (“Sindbad, palabra consagrada por el uso en Francia, en lugar de Sindabad, de pronunciación árabe.” Les mille et une nuits). Otro dato que confirmaría que Owen leyó esta traducción francesa de Las mil y una noches es que uno de los epígrafes de Sindbad el Varado, “Encontrarás tierra distinta de tu tierra, pero tu alma es una sola y no encontrarás otra”, es casi una calca en español de la versión de Mardrus: “ Tu trouveras d'autre terre que ta terre, mais ton âme es une et tu ne la retrouveras pas (Les mille...)
Desde fechas tempranas, Owen manifestó cierta inclinación literaria por este personaje, como se observa en “La canción del tardío amor”, de 1922: “Qué más quisiera, ¡triste de mí!, que anclar mi nave./ Pero el remanso está lejos de mi dolor;/ Ya el corazón inhóspito arbusto es para el ave,/ Y en mi pecho, pletórico de hieles, ya no cabe/ El tesoro mil-y-una-nochesco de tu amor.”
Ahora bien, en la carta a Reyes, citada arriba, Owen expresa que tiene en proceso “la vida de Simbad, que empecé a escribir, danza también, hace tres años, se me ha complicado en marcha ahora que la he reanudado”. Y a Celestino Gorostiza le comenta también en una carta de 1933: “ Tengo por terminar dos obras de las que quiero despojarme cuanto antes: ‘El infierno perdido', poema largo, y una vida de Simbad, novela que lleva ya más de 300 páginas.” Es decir, al menos desde 1930 Owen ya perfilaba una vida de Sindbad –si bien en prosa– que habría de cristalizar en Sindbad el Varado, cuya versión aún trunca se publicó como Varado Sindbad en la Revista de la Universidad de Colombia en 1945, aunque fechada en “Bogotá, 1942.”
Parece que esta vida de Sindbad se convirtió en una obsesión para Owen, como se desprende de una nota anónima que apareció en la sección Cosas del Día, de El Tiempo, de Bogotá (2/XII/1935), donde el redactor recuerda las “rotas, apresuradas confidencias de las que surgía la figura de Simbad, héroe y retrato suyo, protagonista de la novela que el poeta alimenta con su propia sangre y que va creciendo en la vida misma del autor. Simbad, el hombre marinero que cerrara un periplo de singularidad insuperable, es el hermano siamés de Gilberto Owen, el confidente de lo entrañable, el testigo de toda intimidad. Cuando Simbad acabe por separarse de la inteligencia que hoy lo acusa, sabremos cuánto puede Owen como poeta y creador de maravillas.”
Motivo de sus conversaciones, protagonista de una novela perdida acaso en una noche de juerga, espejo: Sindbad no sólo representa el espíritu trashumante de Owen, sino un tópico vertebral de su producción lírica. El incisivo tono de desengaño, pérdida y despojo que permea la obra oweniana confirma la unidad espiritual entre ambos prófugos “de sed en sed”: su alma es una sola, aunque el destino los llevara de una tierra a otra, con la desesperanza de volver a la “Bagdad olvidadiza” que hoy lo recuerda como al hijo impródigo nunca devuelto por el mar.
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