Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de enero de 2009 Num: 722

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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Manifiesto
ROSA NISSÁN

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Gilberto Owen y Sindbad
ANTONIO CAJERO

Uno de vaqueros
LEANDRO ARELLANO

La metamorfosis de Lucrecia
ROBERTO GARZA entrevista con LUCRECIA MARTEL

La traducción: los quehaceres del amante
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Rogelio Navarro: un filósofo a contrapelo
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Columnas:
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Enero

Para siempre cerraste alguna puerta y hay un espejo que te aguarda en vano; la encrucijada te parece abierta y la vigila, cuadrifronte, Jano

J. L. Borges

Desde hace un buen tiempo, enero es el primer mes del año. Está asociado con el punto medio del descanso de la Tierra si se considera que diciembre y marzo son los meses en cuyos extremos el año se despide del otoño y saluda a la primavera, así que enero y febrero representan la culminación del tiempo invernal, del frío, del momento en que nuestro planeta se encuentra más alejado de los rayos solares, aunque enero se encuentra más cerca del solsticio de invierno que febrero, mes que ya comienza a saludar el deshielo, el feliz momento de los días más largos y las noches cortas, de los retoños que, en los vegetales, dan anuncio de lo que Góngora llamó “la estación florida”.

¿Por qué se llamó enero al primer mes del calendario gregoriano? No es algo difícil de suponer. Se cree que, para efectos del calendario romano, fue Numa Pompilio quien, en el siglo VI AC., agregó los meses de enero y febrero para completar un año lunar de 355 días. Para efectos del español, el nombre del mes proviene del latín vulgar jenuarius, palabra que, a su vez, procede del nombre del dios latino Jano, representado con dos caras (iconografía insólita en el mundo occidental, que recuerda las muchas caras de los dioses indios, como los de la Trimurti): era el espíritu de las puertas, del principio y el final. En ese sentido, le conviene a Jano la posición calendárica que ocupa, pues resulta ser el gozne entre diciembre (el año que termina, el pasado) y enero (el año que comienza, el futuro): omega y alfa; como guardián de las puertas, parece evocado por López Velarde en la cuarta estrofa de “El retorno maléfico”: “Cuando la tosca llave enmohecida/ tuerza la chirriante cerradura,/ en la añeja clausura/ del zaguán, los dos púdicos/ medallones de yeso,/ entornando los párpados narcóticos,/ se mirarán y se dirán: ‘¿Qué es eso?’”

A López Velarde le hubiera gustado saber que, como dice Corominas, la forma dialectal gallega andar á xaneira significa “andar cachonda”, pues, como explica el filólogo catalán, “eso ocurre en enero a la especie felina”: Hai no meu hotel unha “gata” que anda á xaneira, pero en coido que o finxe. Asimismo, el Diccionario de Autoridades registra un refrán donde se explican talantes relacionados con el mes de enero y cuyas palabras no tienen pierde: “El pollo de Enéro, à San Juan es comedero. Refrán que se dice de los flacos y delicados, que hasta que entra el tiempo y con lo templado de la estación cobran fuerzas y aliento, no están capaces para cosa alguna; como los pollos que nacen por Enéro, que no medran ni toman carnes hasta que va entrando el calor.”

¿Será por todo esto que enero se asocia con la tierra, el frío y la melancolía? También se asocia con Capricornio y Acuario, los dos signos que habitan el mes. Se dice que la piedra de enero es el granate, y su flor, el clavel. Son atribuciones arbitrarias y un tanto extravagantes. Aunque el clavel puede florecer todo el año –si se le cultiva con cuidado– es una flor más propia de la primavera y del verano. Por otro lado, ¿qué hace que el granate sea una piedra preciosa eneriana? ¿No da lo mismo la esmeralda que el lapislázuli? Los esoteristas darán sus razones para defender el clavel y el granate como objetos connaturales al primer mes del año, pero no me ha sido dada la percepción de que en los eneros proliferen tales flores y piedras por doquier.

Desde otro punto de vista, existen valores talismánicos más importantes para enero: el Día de Reyes –acompañado por la infaltable rosca y el chocolate caliente; en México, además, es el final del afamado puente Guadalupe-Reyes, que, desde mi punto de vista, ya se extiende hasta el 2 de febrero, día de la Candelaria, lo cual significa que las semanas preliminares al arranque del Martes de Carnaval han sido de un indudable engordamiento de invierno, pues entre el puente mencionado deben contarse los días de Navidad y Año Nuevo, por lo que debería rebautizarse como Guadalupe-Reyes- Candelaria, a la manera de las antiguas estaciones de viaje del transporte público local en Ciudad de México.

En enero nacieron Rod Stewart, Pedro Calderón de la Barca, Edgar Allan Poe, Paul Cezanne, María Enriqueta, Martin Luther King y ese buen actor que es Gene Hackman, así como Geena Davies y Nastassja Kinski; aunque, para felicidad universal, uno de los grandes enerianos es Wolfgang Amadeus Mozart, antorcha de la primavera en pleno invierno.