Del tiempo
Paura Rodríguez Leytón
Lo que pasa
es que no sabemos para qué andamos
pisando hojas
murmurando ojos
gritando gritos callados.
La última transparencia de las velas
ha dejado una huella en tu sombra
tal vez,
sería mejor ser un papel blanco
inconcluso.
Hay más espacio
para unir las flores,
las lomas, el incienso
y todavía
no estamos listos
para bailar
la ronda de las piedras.
Las velas contarán el incendio del agua
que nosotros no entendemos.
¿Cuál es el fuego?
No importa,
A esta hora de los borrones
el humo baila camuflado entre palabra
entre cantos que no atrapo.
Dormí con unos versos en los labios
la noche, los tranvías
el rincón de la almohada
olvidaron las sílabas.
No pediré flores
miraré los muros gastados,
el verde dibujado.
De Ritos de viaje.
Recuadro para un epílogo
Jaime Nisttahuz
Los caminos parecían llenarse de charcos
cuando te alejabas.
Mis zarpazos se perdían entre tus cabellos.
Canciones las calles eran canciones
Las plazas se desplegaban como banderas
cuando reíamos.
Me entregabas tu palabra como un puente.
Y ahora estos gestos de fuego en mis manos.
Y ahora esa mierda en tus zapatos.
Ha comenzado la época de manzanas.
No sé qué papeles manejas.
La ciudad se me ha hecho ajena.
Necesito olvidar
estos gestos destructivos en mis manos.
Por las rendijas se van los días.
Hay un recodo en el tiempo
donde crecen las distancias
y nos hacemos irremediables.
De Recodo en el aire.
Graffitis en Cochabamba y El Alto, Bolivia
Los muros del claustro
(fragmentos)
María Soledad Quiroga
La mañana cruza el patio
lento animal sediento
buscando
un trago de sombra.
En el abrevadero de la luz
la piedra se sumerge
íntegra
un instante de claridad
y otro
acumulan su latido
en el laberinto denso
del tiempo coagulado
antes piedra
ahora ámbar.
La piedra empedernida
la larga piedra que no acaba
aquí el mar es de piedra
silencioso mar que se curva
ondula
se repliega
estalla.
Recorro la piedra
con los dedos
toco sus borde
sus costuras
su superficie límpida de agua
pongo mi lengua sobre la piedra
y recupero la sed
áspera de la marea detenida.
La piedra permanece
lúcida e intacta
sumida en su oleaje de granito
la superficie en calma
no revela la marea
la tensa corriente de sus venas
el relámpago
que aún calla.
En su lenguaje acuoso
la piedra habla
dócil
escucho la corriente tersa
el lazo de luz y silencio
que ata el tiempo.
De Los muros del claustro. |
Luciérnagas del fondo
(fragmentos)
Vilma Tapia Anaya
III
Pósate en mi mano
gorrión
hazme mansa.
XI
Al subir
me crucé con una mujer
su cabello ardía
blancos gansos la escoltaban
Tardó siglos en hablarme.
XIV
Como en los árboles
lo que no tiene nombre
es posible.
XXVII
Todo el verdor
¿cómo mirarlo?
cierro los ojos.
De Luciérnagas del fondo.
Graffitis en La Paz, Bolivia
El tiempo
Blanca Garnica
I
No deshilar
el mundo
enfada al viento:
Trémulas buganvillas
sueltan
sus velos
Nieve
en la sangre
de los gomeros
Envía mensajes
y parte
la golondrina
Lo molles
se contorsionan
como Las Furias
Tiembla
tullida
la higuera.
II
Se ha desgarrado
el aire:
la luna vela
Restaura
la mañana
sus cristales
Mientras atisba
la memoria
desde los rincones
Con descaro
mira
el tiempo
Interminable
su hilo
sin lanzadera
Más antiguo
que el Cro-magnon
respira.
III
Piedras y voces
¿sueñan
o ruedan?
Los golpes
crean la arena
y una a una
se ensartan
Reparando
los húmeros
los calcañares
los cuerpos
Para caer
con las hojas
a la vista
del tiempo.
De Rasguño del silencio. |
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