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Robert Capa trabajando
Merry MacMasters
Robert Capa arriba de un tanque japonés en la batalla de
Tai’erzhuang, China, en 1938, fotógrafo desconocido |
Robert Capa (1913-1954) despreciaba la guerra y esperaba, mediante sus imágenes, movilizar a otros para luchar por la paz. El fotógrafo húngaro, nacido en Budapest con el nombre de Endre Friedmann, ofrecía su punto de vista antibélico y humanista no sólo con sus célebres fotografías de soldados en combate, sino también a partir de secuencias innovadoras y foto-narrativas adaptadas de modo ideal a las exitosas revistas ilustradas de los años treinta y cuarenta del siglo pasado.
Recientemente, el Centro Internacional de la Fotografía (ICP, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York, organizó This is war! Robert Capa at work (¡Esta es la guerra! Robert Capa trabajando), muestra que permaneció en exhibición del 26 de septiembre de 2007 al 6 de enero de 2008.
Richard Whelan, biógrafo de Capa, nunca dejó de investigarlo, inclusive era el curador de la muestra del fotógrafo cuando la muerte lo sorprendió en mayo de 2007. Por fortuna, Whelan ya había terminado su texto para el libro/catálogo y estaba en vías de editarlo. Esa obra, de hecho, constituye una revisión dramática de algunas secciones de su biografía de Capa, al aportar nuevas perspectivas de relevancia, expresa Willis E. Hartshorn, director del ICP, fundado en 1974 por Cornell Capa, hermano menor del fotógrafo.
La exposición estuvo integrada por cinco de las historias de guerra clásicas de Capa, de España y China, así como de las playas de Normandía, para de esta manera revaluar su contribución al fotoperiodismo. Para Hartshorn, el estilo fotográfico de Capa, notoriamente borroso y ligeramente fuera de foco, puede a veces dar la impresión de una suerte impulsiva.
Sin embargo, “un examen paso por paso del proceso creativo de Capa -desde las tiras de contacto hasta las páginas impresas-, como se armó en la exposición, demuestra que Capa era experto en descubrir una historia de prensa, destilar sus principales asuntos en unas cuantas imágenes directas, pero efectivas, y orquestarlas en un drama humano intenso”.
En la edad de la cobertura noticiosa “objetiva”, Capa volvió una virtud el reportaje partidario sin vergüenza. No pretendió hacer un registro neutral; tenía un punto de vista y eso, más que cualquier búsqueda ciega de noticias, guió su selección de relatos, asegura Hartshorn. Antifascista comprometido, se puso de lado de los republicanos en España, publicaba en el seminario comunista en París y desembarcó con los aliados el Día D.
Muerte de un miliciano, Cerro Muriano,
Córdoba, España, 1936 |
Para el director del ICP, el sentido de verdad, autenticidad e integridad en el trabajo de Robert Capa tiene menos que ver con el registro literal de acontecimientos frente a su cámara, que con la narrativa sinceramente comprometida de su propia “fotografía preocupada” y cómo podría afectar a su público.
En el capítulo The falling soldier, 1936 (El soldado cayéndose, 1936), el biógrafo Whelan aborda el tema de la imagen conocida en español como Muerte de un miliciano, que se reconoce de manera casi universal como “una de las más grandes fotografías de la guerra jamás tomada”. Captada en el frente de Córdoba, Capa, de veintidós años, documenta el momento preciso en que el miliciano gubernamental recibe una bala fatal y comienza a derrumbarse hacia la muerte.
La fotografía también ha generado mucha controversia, apunta Whelan. En años recientes se ha alegado que Capa “montó la escena, una acusación que me ha forzado a emprender una cantidad fantástica de investigaciones a lo largo de dos décadas. He luchado con el dilema de cómo tratar con una fotografía que uno cree que es genuina, pero que no puede saber con certeza absoluta si es un documento verídico.
”¿Qué hace uno con una fotografía que hoy, con frecuencia, se publica con un pie que menciona las dudas respecto de su autenticidad? ¿Lo ha rendido de modo permanente la mancha de la sospecha? ¿La fotografía de Robert Capa tendrá que ser relegada al basurero de la historia?”
Voy a morir... escribirás a mi madre y le dirás..., Batalla del Río Segre, España, diciembre 22, 1938 |
En seguida, Whelan intenta demostrar que la “verdad” acerca de Muerte de un miliciano no es “ni negro ni blanco. Ni es una fotografía de un hombre que pretende haber sido baleado ni una imagen hecha durante lo que normalmente consideraríamos el calor de la batalla”.
Aunque ésta no fue la primera fotografía publicada de una persona que acaba de ser baleada, las anteriores fueron relativamente estáticas. De modo que resulta fácil comprender el impacto de las imágenes dinámicas de Capa.
Asismismo, consigna que la controversia en torno a la foto continuó hasta que, en agosto de 1996, el biógrafo recibió una llamada telefónica de Rita Grosvenor, periodista británica avencindada en España, quien le dijo que un español de nombre Mario Brotóns había identificado al hombre de la foto de Capa, como un tal Federico Borrell García, quien había sido victimado durante una batalla en el cerro Muriano, el 5 de septiembre de 1936.
Whelan deplora que la controversia en torno a Muerte de un miliciano le haya dado tanta importancia a la identidad del hombre en la imagen. Antes de la polémica, alega, la fotografía se tomaba como imagen del soldado republicano desconocido quintaesencial de la Guerra civil española. La imagen parecía simbolizar la España republicana, a la carga para defenderse y ser derrumbada.
“Como tal tiene afinidades simbólicas y representacionales con la gran pintura de Goya, El 3 de mayo (1808). De hecho, la fotografía de Capa sintetiza en una sola figura mucho del drama de la escena compleja de Goya.”
Para terminar el verano de 1937, durante una visita a Nueva York, Capa manifestó en una entrevista para el New York World-Telegram: “No hacen falta los trucos para tomar fotografías en España. Uno no tiene por qué posar su cámara (montar fotografías). Las imágenes allí están, y uno sólo las toma. La verdad es la mejor fotografía, la mejor propaganda.”
Whelan concluye que, de acuerdo con el propio testimonio de Capa expresado a la fotógrafa Hansel Mieth, sus fotografías del cerro Muriano que anteceden a Muerte de un miliciano muestran “chacota”, más que posar o en verdadero combate. Pero, según el mismo testimonio, el momento registrado en la imagen fue fatalmente real. Federico Borrell García se puso de pie para lo que iba a ser un retrato heroico, pero que se convirtió, de manera inesperada, en la imagen de un hombre que acaba de ser mortalmente herido.
Soldados republicanos en el frente de Aragón, 1938 |
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