Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 16 de agosto de 2015 Num: 1067

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Elogio de lo inútil
Fabrizio Andreella

La mujer en la ciudad
Leonardo Cazes entrevista
con Antonio Risério

Trans-lúcido:
tres estaciones

Ingrid Suckaer

Teilhard de Chardin y el
sentido de la evolución

Sergio A. López Rivera

Vigencia de Teilhard
de Chardin

Hugo Gutiérrez Vega

Cartas de viaje
Teilhard de Chardin

Dos poemas

“Las ideas cristianas
se han vuelto locas”
De Teilhard a Francisco

José Steinsleger

ARTE y PENSAMIENTO:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Poema
Stelios Yeranis
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Miguel Ángel Quemain
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Twitter: @mquemain

Daniel Serrano, creación y recepción crítica

Hace casi quince años, Daniel Serrano recibió uno de los reconocimientos mayores por su calidad de dramaturgo. A fines de abril de 2001, fue a un Taller de Teatro en Mexicali al que asistieron “trece teatreros de Mexicali, Tijuana y Ensenada” durante dos días.

Esos trece eran comandados espiritualmente por Ángel Norzagaray, que tenía Mexicali a secas y había promovido que en el teatro del IMSS se realizara un taller con Vicente Leñero, quien se refirió con gran humildad a sí mismo como un afortunado por la oportunidad de conocer lo que se hacía en ese confín. Algunos de ellos han destacado con puestas en escena y ediciones; por ejemplo, Bárbara Colio y Virginia Hernández. Entonces Leñero dijo y escribió:

“Serrano es un experimentado teatrero tijuanense. Director, promotor, dramaturgo sobre todo, sus obras parecen surgir, más que de su cabeza, de un excelente oído para el lenguaje coloquial que invoca tramas aparentemente sencillas en su planteamiento pero derivadas luego, a fuerza de giros y vueltas de tuerca, hacia la expresión de un mundo sórdido, doloroso, inevitablemente pesimista. Teatro de situación el suyo, necesita de muy poco para extraer de una simple reunión, de un simple encuentro, una crisis siempre inesperada.”

Leñero caracterizó, con su gran intuición y experiencia de maestro, algunos de los rasgos definitivos de ese teatro demoledor que reconcilia con la imaginación y explica de qué está hecha esa sustancia combinada de fe y fantasía que sostiene a personajes a punto precisamente de la demolición. Entonces, Leñero se refería fundamentalmente a una obra que prologó después: La conquista del gordo, que define la “redondez” y la eficacia de sus tramas.


Escena de El hombre sin adjetivos

Gabriel Trujillo Muñoz (La gran Bonanza, Crónica del teatro en Baja California 1856-2006, serie conmemorativa del 50 aniversario de la UABC en coedición con Miguel Ángel Porrúa) documentó ese paso de Leñero, y su lectura le da una interpretación a su impacto, que por fortuna queda inscrito más en una historia cultural que en un anecdotario de comensales que cruzaron un restaurante afamado por la moda, donde firmaron sus fotos.

Trujillo Muñoz documenta que el paso de Leñero por el caen produjo dos antologías, una de textos de futbol titulada Once en la cancha (2002), con textos breves de trece autores; la otra es Al límite, antología de la dramaturgia bajacaliforniana (2002), de Olga Harmony, que como ella misma anotó el 9 de enero de 2003 en La Jornada, Tijuana no es sólo narcotráfico y maquila, aludiendo a la riqueza de la producción artística de la región.

Allí recoge La ruta de las abejas, una historia conmovedora de indocumentados escrita por Serrano. El viaje de los cantores, de Hugo Salcedo, premiada y conocida, es una estación en esa indagación permanente sobre el destino de los migrantes

No es muy prolífica la recepción crítica de la obra de Serrano, aunque para un investigador atento, a lo largo de los últimos doce años hay señales claras de un talento emergente. Si bien las valoraciones sobre su trabajo son positivas, entran en un conjunto de adjetivaciones: en una pequeña nota se reseñan quince puestas en escena, como lo ha hecho Olga Harmony con las Muestras Nacionales de Teatro, que trataba de cubrir de manera exhaustiva pero apenas alcanzaba a dirigir dos o cuatro líneas a los trabajos más destacados, lo cual era a todas luces insuficiente, aunque atinado para llamar la atención sobre artistas descollantes.

Así fue al referirse a Daniel como dramaturgo con El cazador de gringos, que dirigió Ángel Norzagaray y se presentó en la Muestra de 2009. En la del año siguiente vuelve a referirse a Serrano pero ahora como director, pues montó El hombre sin adjetivos, de Mario Cantú, “cuya inane sustancia no pudo ser salvada por la imaginativa dirección del tijuanense Daniel Serrano”.

Una década después se visibiliza la obra de Serrano. En Roma al final de la vía, Olga Harmony se refiere a él como “el importante dramaturgo tijuanense que no es lo suficientemente conocido en estos pagos por culpa de la tremenda centralización cultural que padecemos, y quien la escribió originalmente para las actrices, también de Sonora, Emma Miorin y Eva Audelio”. Norma Angélica y Julieta Ortiz, bajo la dirección de Alberto Lomnitz, tuvieron un teatro lleno (“quizás se deba a las recomendaciones de boca a boca”, escribió Harmony).

En Dramared hay otras aproximaciones que también muestran un proceso de focalización lento, con al menos quince años de rezago crítico.