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La poesía
Algunos poetas ya lo saben, pero prefieren callarlo. O si lo dicen, nadie los escucha, porque cantan en árboles lejanos, ligeramente perdidos por la niebla. Pero lo saben, y no dejan de cantarlo. La poesía no está en la sintaxis, no hay que cavar ahí. No se alimenta de eso, aunque la arrastre a donde vaya, como se arrastran las heridas del pasado. No está siquiera en el poema, aunque el poema sea la piedra que la sostiene. La poesía tampoco está en el libro, aunque a veces no haga sino rondar sus márgenes, sin conseguir escabullirse hacia otros cielos. Tampoco en el nombre del autor, aunque ahora todo sea pasarela y vendimia. La poesía no está en ninguna parte pero lo envuelve todo, entra como el aire o el silencio en uno, cualquier mañana, a través del crepitar de hojas o el ahogo de lluvias, a través, incluso, de un poema. La poesía no hay que buscarla aquí o allí porque nadie la encuentra en esas grietas. No es algo que se busque. Hay que olvidarse de que uno es el poeta, nada más, para tenerla.
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