Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 29 de marzo de 2015 Num: 1047

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Pasolini, el manierismo
y la gente pobre

Annunziata Rossi

Voz y poesía femeninas de
los Pueblos Originarios

Herlinda Flores

Efímero eterno:
mariposas de
Carmen Parra

Vilma Fuentes

Entre los seres humanos
Kostas Sterguiópoulos

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

La ficción de Peter Pan

Mariana Domínguez Batis


El crimen perfecto de Pedrito Mendrugo,
Alexis Díaz-Pimienta,
Siglo XXI,
México, 2015.

Otra forma de ver el exilio cubano, desde los ojos y las aventuras de un niño y sus comparsas en refugios y casas de acogida de Miami, es lo que presenta este narrador, nacido en La Habana en 1966, en esta novela suya que obtuvo el premio internacional de ensayo y narrativa de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en 2014, y que ahora aparece como más vigente que nunca con el reciente deshielo de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.

A través de personajes ficticios, construidos con base en experiencias verídicas, la novela rescata un hecho histórico: la llamada operación Peter Pan, un plan de la cia –en coordinación con la Iglesia católica y cubanos disidentes del incipiente castrismo–, que trasladó a ochocientos niños, hijos de acaudaladas familias cubanas, a Miami entre 1960 y 1962, con el fin de que meses después sus padres los alcanzaran. Sin embargo, el plan no resultó, ya que la historia se les adelantó con el asalto a la Bahía de Cochinos y la posterior crisis de los misiles, que detuvo el tráfico aéreo entre Cuba y eu. Así, interrumpido el plan, los niños cubanos pasaron de orfanato en orfanato, para posteriormente ser colocados en familias de adopción.

Sin embargo, el lector no debe preocuparse por encontrar un relato político partidista; todo lo contrario: El crimen perfecto... aparece como una novela ágil, sin tendencia política, con la tradicional maestría del lenguaje y del ritmo narrativo que ha mostrado el autor habanense en sus más de treinta libros publicados hasta la fecha, la mayor parte traducidos a varios idiomas y acreedores a premios internacionales variopintos.

El pequeño Esteban Estrada, Estebita, Pedrito Mendrugo, o más conocido como Peter Pan entre sus compañeros de orfanato (guiño al nombre de la operación estadunidense), es el personaje principal, el héroe infantil de cuya mano transcurre la historia. Junto a él, otros tres falsos huérfanos, despojados de su familia, su patria y sus raíces, viven grandiosas aventuras en Estados Unidos, que los ayudan a sortear la realidad; como un escape infantil al mundo adulto, o un truco de la mente para sobrevivir y extrañar menos a sus padres y a su Cuba querida.

Despojados de su infancia, pero con la inocencia a flor de piel y la avidez del juego y de la travesura, Pedrito Mendrugo, su hermana Cary Wendy, El Artista y Tingo Talango enfrentarán juntos los peligros propios de su éxodo: los padres católicos que los “tocan inapropiadamente”; las leyendas negras que les cuentan las monjas sobre El Barbudo comeniños (Fidel Castro), o la amenaza constante de “los mayores”, que sólo buscan martirizar a los más pequeños.

Con el sentimiento de haber sido abandonados por sus padres en un lugar ajeno, el país del Nunca Jamás (donde se habla un idioma extraño y todo es distinto a la isla), los cuatro niños protagonizarán hazañas dignas no sólo de Peter Pan, sino de Los tres mosqueteros. Sus risas, su llanto y la íntima relación que desarrollan entre ellos, como método de supervivencia en un entorno desconocido, conmoverán al lector igualmente a la alegría, al asombro o a las lágrimas.


Orquídeas para una escritora

José Gabriel Ríos


La dueña del Hotel Poe,
Bárbara Jacobs,
Era/Conaculta,
México, 2014.

Reconocida su obra, obviando lo leído de la que fue en otro momento, esposa de un escritor querido, maestro y estupendo cuentista, me entusiasmé con el llamado Objeto de segunda mano que da entrada a la narración de la autora de Las hojas muertas, y en los siguientes momentos estaba ante la pureza del arte literario, como si mi yo mismo narrara una novela de otra historia más reciente.

Me detuve a escuchar y admirar a una supuesta narradora, temerosa, según ella, silenciosa, de maneras finas, sin dejar de lado el trabajo escritural de otra mujer desgarrada por el tiempo, y por supuesto “observada” por la escritora Bárbara Jacobs, que, con una  encomiable prudencia se apropió de la libertad de citar de paso a Bergson en su narración, La dueña del Hotel Poe.

Alude en este texto que la vida del ser doble ha existido en la literatura, y no nada más se trata de algo involutivo sino evolutista. Ofrece algunos conceptos como el de la muerte envuelta en la desesperanza que crece y no la deja, aunque su comparsa, especie de Mondrian, le insufle “renovación”, en el contexto de ese lugar hermoso en el que trabaja ella, quien frasea “for from the madding crowd”.

A la mitad de La dueña del Hotel Poe, la autora nos conmina a llevar una vida en borrador, y eso se debe a que más allá de la literatura, su interés primordial es hacer una catarsis grupal, “escupiendo” temores abstractos, incertidumbres, esperanzas recurrentes de una “adolescente” que se empeña en seguirlo siendo hasta el fin de sus días, conversando y reconstruyendo “dibujos”.

Podemos decir que su carácter tiende a la transgresión; de hecho creemos que su pensamiento retorna constantemente a su madre, es decir al Origen, el más sólido, pero en seguida lo abandona, preocupándose más por su padre.

La pregunta esencial dentro de la novela, la formula una amiga poeta, con esa magia particular que domina, haciéndole saber a Bárbara Jacobs que ha soñado con la madre de ésta; sin embargo, inflexiones e intenciones no pueden con la psiquis, mientras la “paciente” no pueda retornar al seno de su progenitora.

Gran parte de la novela se compone de una larguísima crónica, preocupada la protagonista por lo verdaderamente trágico de la vida, que es el olvido, y una de tantas veces se desdobla y se hace llamar Evelyn, que aunque carece de recursos imaginativos, lo único que le interesa es comprar el Hotel Poe.

Es como si recordara de otra manera el libro Las hojas muertas –Premio Xavier Villaurrutia 1987-, y también de su gran amor por escritores que han vivido la desgracia, que es ese caso único de Edgar Allan Poe, quien fue hallado, después de días, moribundo o muerto en una calle en la ciudad de Baltimore.

Además de su sentir por los padres de Chaplin y de Chaplin mismo, y de cómo se siente ella haciendo paquetes, cuidando la editorial fundada por quien se supone la rescató de sus cenizas, pero la verdad es que ella es quien lo nutre.

Me descubre su alma, me emociona y como tengo muy buen oído, entiendo su angustia. Desde luego que es una charla imaginaria con Bárbara Jacobs, en el devenir de algunos comentarios acerca de su vida como mujer y escritora.

Sobre algunas notas de las que se hablan en la actualidad (2012). De Cervantes, con relación a que en 1604, el autor de Don Quijote, intercaló una novela breve, Bárbara Jacobs probablemente recurrió a Objeto de segunda mano.

En el diseño de la celebración en el Hotel Poe ocurren nimiedades, pero no por eso dejan de ser importantes para quien nos conmina a la melancolía, a entrar  en una serie de “confrontaciones” con su compañero y el fantasma de su padre.

Cuando se pregunta por qué está deprimida, la respuesta se aloja en la mirada entre dos expresiones providenciales que se cruzan, “divagar- disertar”, encontrando para sí, “gracias” a la divina providencia, la palabra digresión.

Permisible por el texto fragmentado, y de las “Notas para una aproximación a los huéspedes del Hotel Poe”, recuerdo en lontananza, a Alegra, la sobrina de la supuesta escritora, narradora en ciernes, quien motivó Objeto de segunda mano.

La supuesta dueña del Hotel Poe correlaciona artefactos muy útiles para enfermos mentales, arquitectos de sueños, los que abren puertas múltiples a los montajes Escher o a las imágenes de mujeres a sus sesenta y siete años.