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Herlinda Flores
Las mujeres deben escribir de ellas mismas: deben escribir sobre las mujeres y traer
a las mujeres a la escritura, de donde han sido separadas tan violentamente como
lo han sido de sus propios cuerpos –por esas mismas razones, por la misma ley,
con la misma meta fatal. La mujer debe ponerse ella misma dentro del texto –así
como dentro del mismo mundo y dentro de la misma historia– por su mismo movimiento.
Helén Cixous
Foto: María Luisa Severiano/La Jornada |
Las mujeres escritoras de los Pueblos Originarios (PO) fueron arrebatadas de la literatura y ahora son ellas mismas las que traen a la mujer a la escritura. La escritura femenina de PO ha tenido antecedentes muy antiguos; es factible encontrar mujeres poetas de la época precolombina y también se han encontrado poemas anónimos que hacen referencia al “Yo doncella”. La poesía de las poetas precolombinas estaba inspirada en la filosofía de sus padres y cantaba a la guerra. Con la llegada de los españoles se perdió la tradición de las escuelas poéticas. Durante el siglo XX esta labor regresó a las manos de hombres y mujeres de los PO, con los talleres creados en varios lugares de México. No obstante, existen menos escritoras que escritores y también puede observarse que la mayor parte se ha dedicado más a la poesía que a la narrativa. Tanto Natalia Toledo como Briceida Cuevas coinciden que ser mujer escritora en los PO no es tarea fácil. En muchas ocasiones son mal vistas y sólo logran ganarse el respeto hasta que publican en alguna revista o un libro en alguna editorial, o cuando son reconocidas como poetas o escritoras por algún medio de comunicación. Para Briceida, la mujer vista como ciudadano de segunda clase no es algo privativo de la cultura maya: al viajar vio que lo mismo sucedía en España y en Italia. Natalia cree, al igual que Briceida, que hay menos escritoras porque tienen más labores que realizar. Natalia no puede hablar de la mujer escritora desde el pueblo, porque ella no lo vivió, pues emigró desde pequeña al DF.
Las poetas de los pueblos de nuestro México intercultural ya no tienen que hablar de la filosofía del padre; ahora ellas eligen su propio lugar de enunciación. Tanto Natalia como Briceida decidieron que ese lugar sería su pueblo, su cultura, pero primordialmente su condición de mujeres de los PO. Natalia no ha escogido la filosofía de su padre, el renombrado pintor Francisco Toledo; más bien ha preferido hablar de su abuela y como hombre de su casa ha escogido al zapoteco: El Zapoteco fue realmente el único hombre de mi casa.
Briceida Cuevas es originaria de Tepakán, municipio de Calkiní (Campeche), fue becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes para escritores en Lenguas indígenas en 1996. Briceida afirma que la tradición y su condición de mujer se reflejan en su obra porque sigue en unión con ellas. Le gusta también que su lector tenga una reflexión sobre lo que escribe, lo que ha sido sacado de la tradición del pueblo. No quiere sólo mostrar la tradición sino también replantearla; esto lo podemos observar en el siguiente poema: “Aquella que se rascó las pupilas para que su retoño las/ tuviera más negras engulló a la luna,/ y mientras todos buscaban a la luna con la mirada en el cielo/ la mujer alumbraba al pueblo con la luz/ que desparramaba su vientre” (“Noche de eclipse”). En el poema replantea la tradición: ¿la luna es más fuerte que la mujer? ¿La mujer es más fuerte que la luna? Hay un epígrafe que dice: “Hija mía,/ préndete los alfileres en la ropa,/ ponte la pantaleta roja,/ bebe del agua con que se lavó el metate,/ para que mamá luna no deje su mancha en el cuerpo de tu retoño cuando te rasques” (“Noche 187”). Para Briceida la oralidad es su fuente primaria, pero menciona que los escritores deben saber cuáles son las corrientes literarias, pues no se pueden cerrar sólo a lo que se dice o se cree en el pueblo, debe existir un diálogo entre la tradición y lo moderno. Para Briceida, los escritores de los PO no siguen una sola línea, pueden tratar distintos temas, desde arraigarse a la tradición más pura hasta aquellos que mezclan la modernidad con lo antiguo.
La migración a Cancún ha causado algunas pérdidas en la tradición: “Es válido mezclar, más no se debe dejar de pensar en lo propio: en su lengua, que es su propio ser.” (2010) Por ello, “lo importante es lograr una sensibilización en los niños y jóvenes sobre la lengua y la cultura propia”. Puntualiza que “la tradición logra tener cosas positivas pero algunas también alcanzan ciertos niveles de negatividad”. En sus poemas cambia algunos paradigmas, como en “Noche de eclipse”. La mujer al alumbrar no sólo da vida a un ser sino que ilumina todo el mundo:
Irás a la escuela
Y aquellas hormigas que reían, cantaban, bailaban y jugaban a la ronda, comenzaron a llorar. Había nacido una hembra, quien les echaría agua hirviendo cuando aparecieran en la cocina.
Tú irás a la escuela
Y en el cuenco de las manos
de tu entendimiento
contendrás el escurrir del vientre de la mujer de tu raza
De su calcañal
descifrarás los jeroglíficos.
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Podemos ver en el poema que Briceida recurrió a un epígrafe que hace referencia a un cuento de la tradición maya: cuando un niño nace, las hormigas se alegran, pues cuando se convierta en hombre les arrojará comida; en cambio cuando nace una niña, ellas se entristecen pues cuando crezca les arrojará agua hirviendo para ahuyentarlas de la cocina. En este poema, la voz poética habla en segunda persona, es como si una madre le hablara a su hija diciéndole que ella sí irá a la escuela. El hablante poético hace además referencia a la profesión creativa: traspasarás el umbral de tu imaginación. Puede hacer referencia al oficio de escritora, primordialmente a la de los PO, pues continúa diciendo: “[…] hasta adentrarte en tu propia casa” (“Irás a la escuela”). Es decir, la imaginación y el conocimiento de su propia cultura harán que la mujer pueda conocer su origen sin tocar la puerta. El hablante poético dice que descubrirá su sencillez como ser humano, pero también la grandeza de su abolengo. El poema hace varias referencias a la escritora de los PO, pues también enfatiza que desde el calcañal de la mujer de su raza descifrará su cultura pasada. Pero la voz poética reconoce que aun teniendo esa profesión igual regresará a su labor como mujer: “volverás a tu cocina…a tu metate”. En ambos poemas, “Noche de eclipse” e “Irás a la escuela”, es fácil observar la autoetnografía que hace Briceida, que no sólo habla de las costumbres de su pueblo, sino también las cuestiona. En el segundo poema escuchamos una voz poética vivencial que retrata su experiencia como escritora de los pueblos. Tal vez esa voz en segunda persona sea una forma de hablar consigo misma. En el poema “Tu madre” la creencia se vuelve a hacer presente: “Tu madre se puso contenta/ Desde lo más profundo de sus ojos brotó su amor/ La comadrona le dijo que serías hembra/ cuando te vio colgante del vientre panal de avispa de tu madre/ Tu madre se alegró/ En el borbolleo de su añoranza revoloteó su silencio/ Ella renacería con tu nacimiento.” Pero esta tradición se vuelve a mezclar con la esperanza de la madre en que al renacer en la hija su destino de mujer pueda ser otro.
Natalia Toledo Paz nació en Juchitán, Oaxaca, y estudió en la escuela de la Sociedad General de Escritores de México. Del blog de Natalia cito: “las mujeres de Juchitán, les diré de paso que son malhabladas, osadas, atrevidas y dignas como ellas solas. Las mujeres de mi pueblo no se ruborizan ante nada ni ante nadie; por el contrario, son retadoras y temerarias. Las mujeres de Juchitán también son portadoras de la tradición zapoteca y por ello son transmisoras de conocimientos; pero sobre todo, son sensibles frente la palabra, frente la poesía. Dicen que en el pasado hubo mujeres poetas entre los zapotecos y se les llamaba mujeres creadoras, mujeres edificadoras, mujeres apaciguadoras y mujeres conciliadoras de palabras”.
Briceida Cuevas, poeta maya |
Para Natalia, su profesión como poeta comenzó cuando las palabras le empezaron a salir como un refugio, una manera de sobrevivir en el mundo urbano que representa Ciudad de México. Su poesía está basada en la experiencia de su niñez en Juchitán, estudió con el anciano del pueblo y su instrucción estaba basada en contar las historias del lugar. Para ella ese es el mundo que amó. Afirma que “la poesía tiene que ver con la carencia, con la nostalgia, se escribe cuando uno interioriza las experiencias”. Le canta a la mujer indígena, no a esa que era retratada en la literatura indigenista o indianista, sino a la mujer que al igual que la urbana desarrolla diferentes roles: es ama de casa, agricultora, comerciante y prostituta o tal vez una table dancer, como en el poema “Doña Agrícola”: “En el umbral de madera una enagua se contonea,/ se contiene se quiebra;/ sonríe con su voz ronca y sus dientes de oro,/ invita la invitan, se levanta el huipil,/ baja y sube los hombros/ empieza a girar con sus senos de plenilunio enormes y arrugados/ Mientras, unos niños de puntitas la observan en silencio,/ tras la puerta de madera de dos hojas/ de todos los ojos bendecidos que la vimos bailar striptease.”
Este poema pertenece al yo empírico de Natalia que de niña solía ir a la cantina del pueblo y desde afuera espiaba a doña Agrícola, quien rutinariamente comenzaba su espectáculo. Veía con asombro a aquella mujer que, aunque ya entrada en años, poseía la sensualidad de cualquier mujer joven. En el poema observamos que la voz poética nos dice que Agrícola se desprende de su ropa típica, su huipil, y además muestra su diente de oro. Esta es la verdadera voz de los PO, no ésa que habla de una mujer que carga a cuestas la madera y vive triste por su pobreza. Agrícola es una mujer que disfruta su profesión. Natalia cuenta que esta mujer tenía un esposo que, al igual que los clientes de la cantina, disfrutaba del espectáculo de su mujer. Para Elena Poniatowska, Natalia Toledo es la portavoz de la mujer de Juchitán: “Hay quien dice que la poesía es para los iniciados, aquellos que han regresado del mundo de los sueños y conocen su lenguaje, pero en Juchitán, Oaxaca, los poetas venden fruta e iguanas en el mercado, giran en torno al quiosco del sexo en la eterna ronda de dámelo porque yo te quiero y se esconden tras el tronco de los árboles como Natalia Toledo.” Así es la poesía de Toledo: como la pintura de su padre, retrata de manera colorida y divertida, aunque también de forma nostálgica, al pueblo que la vio nacer, pero también es un reclamo a la tradición que ha marginado a esa mujer:
Tradición
Hubo quien probó el mosto de tu piel,
te caminó de la cabeza a los pies
sin abrir los ojos para no descubrir el resplandor del sol.
Hubo quien sólo pellizcó la comida
y no quiso beber el chocolate de los compadres
y el pozol de semilla de mamey.
Hubo quien colgó en la puerta de tu casa
una olla rota y no quiso pagar la fiesta.
No supieron los tontos que una flor caída al suelo
sigue siendo flor hasta su muerte.
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Le indigna saber que todavía existen jóvenes que tengan que conservar su virginidad para ser aceptadas. Esta es una tradición que sigue vigente en varios pueblos, y en el poema vemos cómo la voz poética reclama que los hombres sigan pensando que una mujer deba ser virgen, Pero Natalia también habla del deseo que cualquier mujer puede sentir; nuevamente, vemos que habla no de la mujer que se ruboriza y que no sabe lo que es la pasión, tal como hacían creer los escritores del indigenismo; al contrario, la señora del Pueblo es también una mujer apasionada:
Guiiñá’ dxuladi
Sica ruxhalecabe ti bacuela
naguchi yaa ne ruzaani‘,
sacaca ruxhele nda‘gu‘ guiropa chu xco‘relu‘
ora zubu‘ ndaani‘ guixhe
ti zaque chu‘ ndaani‘ xhigalú‘
xquiña dxuladi xpa‘du‘lu‘
ne guzulú guchaahuilu‘
biziaa birubu‘ lu dxia sti xquendaracala‘dxilu‘.
Chile chocolate
El totomostle abre luminoso
amarillo y verde.
Tú descubres de par en par tus piernas
cuando te sientas en la hamaca
para que en tu jícara entre
el chile-chocolate de tu hombre
y así batir el cacao
que doraste sobre el comal de tu deseo.
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Podemos ver que el universo poético femenino de los PO es tan diverso como el que existe en cualquier universo occidental. La diferencia es que estas mujeres luchan por ganar un espacio, no sólo para ellas sino para su cultura, su lengua y su tradición, ya sea para conservarla o para denunciarla. El significado de la palabra “tradición” es disímil en cada cultura, pero a la vez se identifica, dialoga de igual a igual, pues desea encontrar su propio lugar de reflexión.
Natalia Toledo en entrevista en su casa de la calle de Mazatlán, DF Foto: Luis Humberto González/La Jornada
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