Los vi encender la hoguera
y su silencio pesaba sobre mí
como una decisión.
Los dientes afilados, rapaces las uñas.
Y ellos siempre en silencio
inexpresivos bajo sus rostros embozados
cargados de falsos adornos
y penachos.
Detrás de los follajes
oculta se movía una multitud de lanzas
ojos y alas invisibles
mientras del fondo del bosque
llegaba también
el sonido de tambores oscuros,
lejanos aullidos, graves bramidos,
junto al rugido de otras fieras.
Y yo esperaba
atado a un poste con las manos atrás,
con esperanza y sin esperanza,
solo
entre los seres humanos.
Kostas Steriópoulos (Atenas, 1920), estudió Literatura en la Universidad de Atenas (1954) y obtuvo el doctorado en la Universidad de Salónica (1972). Durante la Guerra civil (1946-1949) sirvió durante tres años como criptógrafo en Tracia y Macedonia. Maestro de Literatura e Historia del Arte, fue nombrado lector en Literatura griega moderna en la Universidad de Atenas, cargo que perdió durante la dictadura de los coroneles (1967-1974). Sin embargo, a la caída de la dictadura fue nombrado profesor de Literatura Neohelénica en la Universidad de Ioánnina. Autor de nueve libros de poesía, obtuvo el Segundo Premio Estatal de Poesía en 1960 y su obra ha sido traducida al sueco, polaco, rumano y búlgaro.
Véase La Jornada Semanal, núm. 879, 8/I/2009
Versión de Francisco Torres Córdova |