Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 15 de febrero de 2015 Num: 1041

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Campbell y La era
de la criminalidad

José María Espinasa

El quehacer editorial: adrenalina pura
Edgar Aguilar entrevista
con Noemí Luna García

Batis para neófitos
Fernando Curiel

En el Sábado de
Huberto Batis

Marco Antonio Campos

Recuerdo, Huberto
Bernardo Ruiz

El multifacético
Huberto Batis

Luis Chumacero

Batis y el amor
a la palabra

Mariana Domínguez

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Perfiles
Ricardo Guzmán Wolffer
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

En el ámbito jurídico

Ricardo Venegas


Hacia el ámbito del Derecho Municipal,
Ricardo Tapia Vega/ Eduardo Oliva Gómez,
Eternos Malabares,
México, 2014.

Coeditado por el Instituto de Desarrollo y Fortalecimiento Municipal del Estado de Morelos y Ediciones Eternos Malabares “Temas selectos. Hacia el ámbito del Derecho Municipal” se prefigura como el número uno de la serie “Temas Selectos”, y cuyos coordinadores son los doctores Ricardo Tapia Vega y Eduardo Oliva Gómez

Con prólogo de Silvia Salazar Hernández y la presentación de Raúl Vergara Mireles, en sus páginas interiores puede leerse el arbitraje que sobre el volumen realiza el doctor Leonardo B. Pérez Gallardo, profesor titular de Derecho civil y notarial de la  Universidad de La Habana, quien subraya: “contiene aportaciones originales y novedosas en la esfera del Derecho Municipal respecto del sistema jurídico mexicano, por lo que considero que es una obra digna de publicarse y divulgarse en la comunidad científica del derecho y las ciencias sociales, siendo además una obra entendible para doctos y legos en dichas materias”.

Más adelante, Pérez Gallardo, quien también es presidente del Tribunal Nacional Permanente para las ciencias jurídicas en La Habana, advierte: “Téngase en cuenta que se trata de una temática que se ha estudiado con poco detenimiento en el Derecho comparado hispanoamericano por lo cual resultará de enorme provecho no sólo para el gremio jurídico profesional sino también para la enseñanza del pregrado en las universidades mexicanas y allende sus fronteras”.  

El inicio de la serie “Temas Selectos”, dentro de la colección “Derecho y Ciencias Sociales”, pretende reunir a diversos académicos para realizar el análisis sobre diferentes temas dentro del entorno jurídico y de las ciencias sociales. Lo anterior como una muestra de las innovadoras rutas de investigación que se trabajan dentro del Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UAEM.  

En esta primera obra, dedicada al ámbito municipal, se conjugan temas que van desde el derecho fiscal, ambiental, familiar, procesal, constitucional, hasta la sociedad de la información.


La psiquiatría como detonante

Ricardo Guzmán


Clasificar en psiquiatría,
Nestor A. Braunstein,
Siglo XXI Editores,
México, 2014.

La importancia de la obra general de Braunstein se refleja en este libro, del que muchas líneas reflexivas pueden obtenerse.

Quizá la más importante sea evidenciar cómo el pensamiento profundo, sin importar la disciplina del conocimiento, necesariamente la lleva a interconectarse con las demás, existentes o futuras. La problemática de nombrar las cosas, las ideas, las situaciones y a las personas, no es un asunto menor. A los gringos les fascina el uso suavizado de las nomenclaturas, pues tiende a esconder la situación objetiva. Así como en psiquiatría tiene sus implicaciones no decir que una “situación” mental es una enfermedad, en lo político y en lo social sucede lo mismo. Cuando se habla de desaparecidos, se limita la comprensión de los alcances del problema a que una o miles de personas no sean encontradas: no sólo la actuación directa de los criminales, sino también la existencia de muchas muestras de la falta de efectividad del Estado que lo permite, propicia y solapa; incluso la ausencia del mismo. En psiquiatría, nombrar la enfermedad tiene implicaciones sobre el poder del gremio tratante (si se determina que la causa de la enfermedad es bioquímica, no mental, el psiquiatra dejará de tratar al paciente y será turnado al neurólogo o al endocrinólogo), pero también económicas: el negocio detrás de las medicinas “mentales” es millonario.

El autor evidencia el empoderamiento médico. Desde hace décadas se da por firme que el Estado debe velar por la salud de la población (“si no te da la medicina, que te la pague”, decía un oportunista partido en campaña) y es el médico el que determina hasta dónde llega esa salud y hasta dónde debe darse tratamiento al enfermo. Si en disfunciones mecánicas, donde los doctores dan por “normal” cierto grado de limitación y niegan el tratamiento público, la determinación de tales límites ya es dudosa, pues el dolor del paciente nunca podría ser tomado como “normal”, en afecciones mentales la determinación de esa normalidad es todavía más compleja y evidencia el poder del gremio, tanto en el tratamiento individual como en el diseño de políticas públicas. La preponderancia mediática y legislativa reciente del bullying resulta opinable ante los profundos trastornos que la violencia (incluso la de Estado) deja en una población cada vez con mayor sentimiento de indefensión. El análisis de las causas que hacen de México el país con más obesos en el planeta también debería incluir las mentales, pero el discurso político no entra en tales recovecos del deber médico del Estado en el área de la psiquiatría (ni hablemos de la responsabilidad estatal en permitir la venta de “alimentos” dañinos). Mientras se destinan miles de millones de pesos a la implementación de la reforma penal, el sistema de hospitales psiquiátricos apenas es tomado en cuenta en el gasto público, comparativamente.

Un texto imprescindible, útil para comprender más áreas de las implicadas en la psiquiatría.


Filosofía y liberación en nuestra américa: actualidad y perspectivas

Orlando Lima


La filosofía de la liberación, hoy. Nuevas sendas de reflexión. Tomo II,
José Gandarilla Salgado, Jorge Alberto López (coordinadores),
AFYL/UNAM,
México, 2014.

La problemática de la dependencia en nuestra América, de ya larga data, ha suscitado las más diversas reflexiones, posiciones y postulaciones en pro de su cancelación. Una de ellas se manifiesta en las filosofías autodenominadas “de la liberación”, constituidas desde hace ya más de cuatro décadas en Argentina. Dichas producciones intelectuales han abordado la problemática de la “liberación” desde enfoques, ámbitos y matices distintos en sus orígenes y hasta ahora. Igualmente acontece con las problemáticas y temáticas que este paradigma ha abierto filosóficamente.

En tal sentido, José Gandarilla Salgado y Jorge Alberto Reyes López coordinan el segundo tomo de una obra cuyas reflexiones son de importante consideración para una de las más difundidas formas de estas filosofías: La filosofía de la liberación, hoy. Nuevas sendas de reflexión, obra cuyo contenido está integrado por una selección de ponencias presentadas en el Simposio Filosofía de la liberación, coordinado por Enrique Dussel y Jorge Alberto Reyes López, llevado a cabo en México hacia octubre de 2011 en el marco del XVI Congreso Internacional de Filosofía: Filosofía, razón y violencia.

La obra presenta el horizonte de uno de los, actualmente, principales animadores de estas filosofías, el ya citado filósofo Enrique Dussel. Además, dicha selección de materiales ha sido estructurada en seis partes que dan cuenta de las distintas sendas que ha transitado en sus variadas formas desde un sentido de la liberación como tema, problema y utopía (positivamente hablando): las mismas pueden ser leídas, ya desde el abordaje temático de una “Crítica de la razón colonial (I)” y una “Simultaneidad, irrupción y novedad en la historia (II)”; ya desde el problemático, con “Hacia una democracia participativa (V)”, los “Entrecruzamientos de la economía y la ética críticas (VI)”, que contiene un escrito del mismo Dussel, y la sugerente cuestión sobre “El otro y la imagen: hacia una estética de la liberación (IV)” ; así también se encuentran sus propuestas sobre “Diálogos entre filosofías liberadoras (III)”, que muestran discusiones en torno a la nombrada “filosofía de la liberación” con la modernidad, el postcolonialismo y algunos filósofos que, sin formar parte de estas filosofías “de la liberación”, sí han abonado a dicha cuestión, como son el español Ignacio Ellacuría, el mexicano Porfirio Miranda y el chileno Emilio Recabarren.

La obra en su conjunto representa una importante contribución al pensamiento y al diagnóstico, y a las relecturas de problemáticas como las de la dependencia y la liberación de nuestra América. Si bien podría incluirse también un balance histórico de la propia “Filosofía de la liberación” que ayude al lector a ubicar su trayectoria intelectual, el libro aquí reseñado deja abiertos los caminos para “nuevas sendas de reflexión”. Sendas que han mostrado, cerrando esta obra en su segundo tomo, los tránsitos tenidos por distintos campos filosóficos, como la ética, la ontología, la metafísica, la filosofía de la historia o la estética, y disciplinarios, como la política, la economía o el derecho, en torno a la actualidad de esta filosofía y la vigencia y fecundidad de la liberación de nuestra América que alienta sus diversas discusiones y debates en la región como la contracara de una vida digna anhelada.


En busca de la ruina auténtica

Andrea Tirado


Las ruinas de la memoria. Ideas y conceptos para
una (im)posible teoría del patrimonio cultural,

Ignacio González-Varas Ibáñez,
Siglo XXI.

Una aparentemente imposible, y sin embargo asequible teoría del patrimonio cultural, es lo que propone Ignacio González-Varas Ibáñez en esta obra situada en el contexto de una cultura obsesionada por rememorar y registrar todo.

El autor analiza el concepto de patrimonio cultural, particularmente a partir de su institucionalización en el siglo xix. Para comenzar, deja claro que el patrimonio cultural no es algo inmutable, sino que se cuestiona y se redefine continuamente. Se trata de una construcción social, de una selección subjetiva de elementos culturales del pasado elaborada desde un presente. De ahí que más que el contexto del patrimonio cultural creado en el pasado, importa el contexto del presente en el cual se sacraliza. Baste recordar los intentos totalitarios de “suprimir” o “imponer” en la memoria colectiva monumentos conmemorativos para consagrar y transmitir acontecimientos que terminan siendo una forma de identidad impuesta. Durante mucho tiempo el patrimonio fue entendido (y puede seguir siéndolo) como construcción de identidad.

Se estudia también el valor de los bienes culturales, su valor de antigüedad o su valor afectivo, por ejemplo. Algunos monumentos son ya tan lejanos del presente que se ha creado un distanciamiento que el autor califica como “enfriamiento”. Las placas conmemorativas son necesarias para explicar y justificar su presencia. Otros monumentos son resignificados y convertidos en elementos de afectividad local, como por ejemplo el Monumento a la Revolución. Destinado a ser un Palacio Legislativo, la obra quedó inconclusa al estallar la Revolución. Antes de ser abandonado, destruido o que sirviera de base para otro edificio, el arquitecto Carlos Obregón Santacilia lo convirtió en Monumento a la Revolución. Hoy es uno de los puntos centrales para distintas marchas; un monumento resignificado, portador de valor de afectividad.

El patrimonio cultural es también visto como depósito de la memoria colectiva y de la identidad nacional, especialmente durante la hegemonía del Estado-nación. El patrimonio era considerado como unificador, anulando entonces cualquier expresión subalterna. Sin embargo, ante la crisis del Estado-nación y la globalización, el patrimonio cultural debe ser repensado. Una de las consecuencias de la globalización ha sido el surgimiento del concepto patrimonio mundial o patrimonio de la humanidad, entendiendo por ello que un bien cultural se extrae de la cultura local y se abstrae en beneficio de la humanidad; es proyectado hacia una dimensión global. Al mismo tiempo que el patrimonio de la humanidad se enriquece, algunas culturas pierden sus bienes, pues del tránsito de lo local a lo mundial el objeto se transforma, pierde su valor identitario local y se vuelve un icono de validez universal. La globalización requiere el reconocimiento de la pluralidad cultural: existen otros patrimonios dentro de las sociedades multiculturales y multiétnicas; la disolución de la hegemonía identitaria occidentalista para reconocer al otro. Se sugiere, por ello, la reformulación del concepto patrimonio cultural.

Según el autor, otro tema esencial son las ruinas auténticas: la sociedad ya no sabe convivir con ellas. Raras son las “ruinas auténticas”, o bien son eliminadas o transformadas en atracciones patrimoniales y su valor de autenticidad debe ser museificado. Al igual que con los bienes culturales locales, el proceso de institucionalización sitúa a la ruina en un horizonte temporal preciso, se traza una frontera divisoria entre pasado y presente y se anula la memoria imaginativa de evocar el pasado. La ruina es vaciada de su contenido y extraída de su contexto, deja de ser ruina auténtica en beneficio de una institucionalización.

Hoy en día, la discusión de la autenticidad ya no gira tanto en torno a la alteración de la materia del objeto o de la relación de éste con su autor como “sello” de garantía, sino más bien se cuestiona la posibilidad de que en la postmodernidad no importe el propio concepto de autenticidad como valor cultural. ¿Podría la cultura de la hiperrealidad y de la simulación anular la necesidad del original? El autor plantea dichas cuestiones a partir de un contexto dominado por la sociedad de consumo y de masas. El patrimonio cultural inevitablemente se ha convertido en un producto más de esta cultura, y en ciertos casos es incluso un producto que se puede consumir.

El valor de autenticidad remite también a la cuestión de la réplica. ¿Réplica como solución para salvar el patrimonio auténtico? En la sociedad de consumo, el patrimonio cultural está fácilmente expuesto. En este contexto surge un modelo de turismo de masas: planificado, pasivo y con poca participación del viajero; así son, por ejemplo, los tumultos en el Louvre para ver a la Gioconda por sólo unos minutos. El patrimonio cultural cae en la red del tiempo racional, estructurado. En cuanto a la conservación del patrimonio, las Cuevas de Altamira son un ejemplo de elaboración de réplicas a modo de preservación del original. Con el fin de heredar un patrimonio en buen estado a generaciones futuras, el recurso de exhibir réplicas ha comenzado a considerarse cada vez más.

Si las consecuencias provocadas por la sociedad de consumo pueden parecer negativas, el autor muestra cómo en todo hay un lado bueno. Incluso con el turismo de masas hay un efecto positivo para el patrimonio; frente a esta forma de turismo se está considerando la necesidad de implantar formas individuales de ejercer la experiencia viajera. Otros viajeros, en cambio, ante esta sociedad que no quiere “perder el tiempo”, rescatan aspectos del viajero romántico (siglo XIX); buscan experiencias cognitivas, intensas y profundas, no se conforman con una sensación directa situada en un tiempo racional.

Hay quienes todavía buscan ruinas auténticas, las que no han pasado por el proceso de patrimonialización. Las ruinas auténticas son las que conectan con la memoria más subjetiva y desencadenan sentimientos y emociones. Quizás esos viajeros perciban el aura (w. Benjamin) de los monumentos y de las ruinas. Para los viajeros más románticos queda descubrir cuáles siguen siendo las ruinas auténticas hoy en día; se trataría , por decirlo así, de antiguos exploradores de ruinas.