Portada
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Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Campbell y La era
de la criminalidad
José María Espinasa
El quehacer editorial: adrenalina pura
Edgar Aguilar entrevista
con Noemí Luna García
Batis para neófitos
Fernando Curiel
En el Sábado de
Huberto Batis
Marco Antonio Campos
Recuerdo, Huberto
Bernardo Ruiz
El multifacético
Huberto Batis
Luis Chumacero
Batis y el amor
a la palabra
Mariana Domínguez
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La poeta y editora Noemí Luna García (Estado de México, 1980) estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Fue directora de Sidereus Nuncius, publicación de la Sociedad Astronómica de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, y colaboró en la revista de divulgación científica ¿Cómo ves? Dirigió la revista Las Generas y es compiladora de un volumen sobre movimientos estudiantiles. Aparece en varias antologías de poesía y actualmente es directora de Eterno Femenino Ediciones.
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–¿Cómo inicia Eterno Femenino Ediciones?
–Prácticamente la editorial comienza en septiembre de 2010. Surge como una propuesta de sobrevivencia personal por esta cuestión de desempleo. Yo traía una experiencia de algunos meses atrás cuando trabajé en una librería de ocasión o librería de viejo. El estar ahí me permitió conocer esta parte de cómo encuadernar libros, cómo darles una maquilladita, cómo arreglarlos. Además, desde pequeña me han gustado y he amado los libros. En esos momentos en que no contaba con un empleo, yo tenía una biografía y me dije: la quiero publicar y tiene que salir y lo quiero hacer. Luego, junto con Juan Pablo García Vallejo, quien también es parte de este proyecto (él había escrito en ese entonces La disipada historia de la mariguana en México, que era una historia de cuatrocientos años sobre cómo llegó el cáñamo a nuestro país), le dije: yo creo que tu libro te puede dar para comer y bastante bien. Entonces el hecho de estar tocando puertas con nuestras obras y que ninguna editorial las aceptara, me hizo pensar que no necesitábamos del reconocimiento de nadie, que lo podíamos hacer nosotros. Por este libro que te menciono sólo una editorial apostó y le dijo al autor que su forma de pagarle esta obra, que le costó veinte años de investigación, era con una regalía de sesenta ejemplares. Entonces empezamos nosotros a hacer la producción de manera artesanal: imprimíamos, encuadernábamos, cosíamos y empastábamos, además de elaborar las portadas en diversos colores. Cuando surge el primer libro, que se llama Amores transcontinentales, que es un poemario, la editorial se llamaba Musas de Papel, y posteriormente cambió el nombre a Eterno Femenino Ediciones, porque buscaba también hacer una revista o tener otros productos culturales que tuvieran que ver con esta cuestión editorial. Hoy, después de cuatro años, te puedo decir que hemos publicado más de cien títulos y eso ha sido realmente trabajo, pues la editorial no solamente soy yo sino somos todos los escritores que están de por medio, porque ellos también se encargan de promover su obra.
–¿Realmente se puede vivir o subsistir del trabajo editorial?
–Seguimos subsistiendo. Es real. Los lazos de hermandad que a veces tenemos con tantísima gente hace que sobrevivamos. Los mexicanos somos mucho de eso. Sobrevivimos de lo que los otros nos apoyan y nosotros también apoyamos a los otros. Este trabajo me ha dado la posibilidad de eso. Pero también soy una persona con la adrenalina de decir: tengo que hacer esto, tengo que hacer lo otro, y pues para mí hacer un libro es así, adrenalina pura, por lo que es un asunto también personal.
–¿Podríamos hablar de escritores “marginales” refiriéndonos a aquellos autores que publican en editoriales independientes?
–No sé si “marginal” sea el término. Creo que más bien es un asunto de percepción y de sensibilidad de los editores. Lo que sí es real es que en algún momento la gente te etiqueta. Pero lejos de eso, un fenómeno que se está dando a nivel de editoriales es el asunto de que los escritores tienen que pagar su edición para que sean publicados. El trabajo de un editor no solamente es decir aquí está tu texto, ya te lo publiqué y ahí nos vemos. El ser editor implica que promuevas a tu autor, que vayas con él a presentaciones, que lo lleves a ferias de libros, no sólo a librerías, sino que lo des a conocer al público. Por otra parte, se requiere que el escritor dé la cara por su hijo. Y muchos editores no hacen eso; lo que hacen es que se vuelven una especie de impresores.
–Manejas títulos polémicos y también actuales en el contexto en que vivimos. Por ejemplo, además del que ya mencionaste, estos otros: Manifiestos cannábicos o El mariguano en la narrativa mexicana del siglo XX.
–Este último es un ensayo de Juan Pablo García Vallejo, en el que se visualiza cómo los escritores mexicanos están dando a conocer a un personaje mariguano con sus gestos, con sus acciones, con su diálogo. Estos rasgos tan peculiares o mensajes que están ahí implícitos en la literatura mexicana es lo que llevó a su autor a hacer un análisis de veinticinco novelas, en donde revisa, por ejemplo, la obra de José Juan Tablada, de Gonzalo Martré, de Parménides García Saldaña, el tan famoso Vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata, entre otros. Esta cuestión de la “línea verde” que tenemos nosotros, que es una colección de letras verdes, yo aseguraría que es la única editorial que ha manejado más libros sobre la temática de la mariguana, porque también estamos convencidos de que la guerra contra el narcotráfico es un asunto de poder, pero también de falta de conocimiento.
–¿Seguirá existiendo el editor tradicional?
–Hay gente en estos momentos que ni siquiera sabe leer ni escribir. Y creo que México no se va a alfabetizar en los próximos cincuenta o cien años. Hay muchos intereses de por medio. Ahora, imagínate qué está sucediendo con esta cuestión de internet. Internet es solamente un asunto de dinero, de la persona que puede tener determinado acceso, y luego, además, nos van a controlar los contenidos. Se está visualizando esa especie de control, de qué es lo que estás diciendo, qué es lo que estás publicando. No por nada existe la policía virtual. Y todo eso da la pauta a que el editor tradicional siga existiendo. Entonces creo que para mi suerte me voy a morir y no lo voy a ver morir a él.
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