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Cuerpo y Estado
Pienso, a veces, que mi cuerpo es mi país, y que, una mañana, al despertar, me encuentro con que mi mano derecha le ha cortado un dedo a mi mano izquierda, mi ojo derecho ha puesto una venda sobre su vecino y mis muelas del juicio han entrado en batalla con los incisivos, ésos que aparecen siempre primero cuando sonrío. El asunto es que, al despertar, me encuentro con una disputa a muerte entre las partes de mi cuerpo, todo por la envidia de unas o la ambición y el egoísmo de las otras. Entonces yo, agradecido por haber despertado a tiempo, como presidente de mi cuerpo, empiezo a meter en cintura a manos, ojos, muelas, no sólo para salvarlos a ellos de la desgracia, sino, aún más importante, para asegurarme la vida yo mismo. Pienso, a veces, que mi país es como mi cuerpo, y que, a veces, el Estado olvida que la destrucción de sus partes (sociedad civil, instituciones de justicia, autodefensas, etcétera) es, finalmente, la ruina de sí mismo. |