Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 6 de julio de 2014 Num: 1009

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La balada de
Gary Cooper

Guillermo García Oropeza

El cuento español actual
Antonio Rodríguez Jiménez

Vista de la Plaza
Río de Janeiro

Leandro Arellano

Querido Prometeo
Fabrizio Andreella

El Canal de Panamá:
una historia literaria

Luis Pulido Ritter

Borges y Pacheco
Marco Antonio Campos

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
A Lápiz
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Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

Lora, Los Locos, Batiz y La Revo.
Piedras rodando

Hace unos días la revista Rolling Stone México tuvo un acierto histórico a manos de su director (Benjamín Salcedo) y editor (Alejandro Carranco). Con motivo del lanzamiento de una edición especial dedicada al rock latino de los años setenta (volumen 2) organizaron un concierto en el Plaza Condesa del Distrito Federal con Alex Lora, Los Locos del Ritmo, Javier Batiz y La Revolución de Emiliano Zapata. Por su relevancia y pese a la nutrida concurrencia, nos desconcertó que asistieran tan pocas figuras de la escena nacional. No diremos que su ausencia es la de los malagradecidos, flojos o ignorantes, pero sí que perdieron unas buenas clases de rock básico y la oportunidad de pagar respeto a figuras que, más allá de “su edad”, han diagramado leyes sobre cómo comportarse en el tinglado, cómo manipular un instrumento y cómo interpretar su lírica. Tal parece que los espantó la lluvia veraniega. Así de frágil se ha vuelto nuestro rock.

Lora, el científico. Ponernos en plan biográfico resulta innecesario. Alejandro Lora ha estado al frente del Tri por más de cuatro décadas y, aunque muchas veces nos desconcierte su pluma, ha producido un cancionero insoslayable para incontables melómanos urbanos (treinta y siete discos). Cuando en este país no se escuchaba música en español, cuando no había conciertos, hubo la posibilidad de acercarse al rock gracias a voces como la suya. Es así. Fincado en una personalidad regañona, lo de Lora es entretener al público a través de una rebeldía ligera; conquistar la victoria desde su infalible laboratorio mental. Porque hace mucho que conoce la receta para nadar a contracorriente y gobernar la noche sin golpes de timón. Todos frente a él terminan sometidos, aunque su banda no suene tan bien, aunque a veces se vea tan ridículo, aunque sus peroratas sean tan complacientes y su técnica tan pobre. En otras palabras: el Lora de hoy subsiste sin exigirle nada al Lora de ayer, quien sigue conforme con el Lora de antier. Siendo honestos, mejor así porque no queremos a un Lora del futuro que esté fuera de foco. El de hoy cumplió y se fue a hacer maletas para su gira en Estados Unidos.


Los Locos del Ritmo

Ni tan locos. Los Locos del Ritmo se llevaron la noche. Aplanadora aceitada a la perfección, el grupo sólo necesitó encender su  “Pólvora” al son de “Aviéntense todos”,  “La chica alborotada”  y  “Tus ojos” para que propios y extraños, viejos y jóvenes, se pusieran a bailar cada quien en su máquina del tiempo. El tecladista José Negrete y compañía, como hace cincuenta años, supo complacer al respetable con “números” (así les dicen ellos) de mayúscula fuerza interpretativa y mejor coreografía, ataviados con trajes idénticos y comportándose a la altura de sus anfitriones. ¡Cuánto se agradece que los de la tarima piensen en la sonrisa de los de abajo! Ahora entendemos por qué los Doors llegaron a ser sus teloneros.

Abuelo Batiz. Intentó autohomenajearse verbalmente y resultó confuso. No importa. Tocó erráticamente. No importa. Sus músicos mostraron desconcierto al seguirlo. No importa. Se bajó del escenario para que su guitarra conviviera con los asistentes ocasionando un desastre en el audio del lugar. No importa. Desaprovechó el tiempo tocando demasiados covers. No importa porque a lo largo de cincuenta y cinco años, Javier Batiz ha tenido shows memorables en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa y, la verdad sea dicha, no importa porque todos quisiéramos llegar a los setenta años con su energía, haciendo lo que nos gusta. Así, aunque desatendió la ocasión y se entregó a piezas como “Lucille” o “Gloria”, nos gustó que su melena inalterable flotara ante nosotros, recordándonos una tarde poética en el Palacio de los Deportes en un duelo con Santana.

Los virtuosos de la Revo. “La Revoooooo”, gritaba el guitarrista y líder de La Revolución de Emiliano Zapata, Javier Martín del Campo. “A güevoooooo”, respondía el honorable. Acompañado por Servando Ayala, César Maliandi y Daniel Kitroser, el grupo tuvo como invitado especial a José Luis Guerrero (saxofón del grupo Bandido) y sonó finamente. Sin embargo, abordó música tan variada –“Nasty Sex” incluida– que perdió solidez en un acto breve. A ello debemos sumar que, aunque se trata de ejecutantes notables, parecen vivir bajo el yugo de una guitarra que pocas veces cede terreno. Aun así, valió la pena quedarse a escucharlos junto a ese puñado de fieles que, a diferencia de tantos músicos y colegas, no teme que lleguen la lluvia o la madrugada entre semana.

Dicho esto, lectora, lector, busque lo hecho por estos y otros pioneros del rock (Peace and Love, La Tribu, Love Army, Tequila, Tinta Blanca, Lucifer, Búfalo, David y Goliat, Luz y Fuerza, San Diego Band, 39.4), pero no pierda atención en los asuntos elementales de nuestro México. Verbigracia: el caso Mireles, las Reformas en Telecomunicaciones y Energía. Buen domingo. Buena semana. Buen rock.