Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 19 de enero de 2014 Num: 985

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Antonio Gramsci:
la cultura y
los intelectuales

Arnaldo Córdova

Reformas neoliberales: las razones sin sentido
Sergio Gómez Montero

La tumba de John Keats
Marco Antonio Campos

La Ley del libro
José María Espinasa

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Breves del metro
Jesús Vicente García
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Rodolfo Alonso
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Ricardo Venegas
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Garibay: Cómo se gana la vida

Inspector de cabarets en el Departamento del Distrito Federal, vendedor de candelas para la lumbre, boxeador amateur (supo que tenía la “onza de oro”, pero no llegó a más en el gimnasio), guionista cinematográfico –de lo cual se quejó mucho, pero de ello vivió más de dos décadas–, Ricardo Garibay desempeñó diversos oficios para ganarse el sustento.

El peso de los días y la experiencia acumulada se dan cita en las páginas de Cómo se gana la vida (1992), donde se cuenta una historia de altibajos. Aparecen del mismo modo delincuentes y afamados personajes: María Félix, Juan Rulfo, Gustavo Díaz Ordaz...

Monsiváis lo supo bien:  “Como Vasconcelos, quien también renegó de sus contemporáneos, Ricardo Garibay osciló entre el intelectualismo y su antípoda, el culto a la vitalidad y la devoción por la palabra. En él se impuso el celo literario y la reverencia por el estilo, creyó en los poderes del idioma.”

El itinerario del hidalguense también parece obedecer la encomienda de describir la formación de una personalidad a través de su cronología vital: la gestación de una manera de ver el mundo donde la voz rígida del narrador dibuja su periferia creando una representación literaria nítida. Agustín Cadena es certero al sopesarlo: “Todo eso se combina, se yuxtapone, se dinamiza para formar no sólo un estilo personal, sino toda una poética; es decir, un conjunto de procedimientos formales vertebrados en torno de una visión particular del mundo.”

Hay un marcado interés en Garibay por recordar y exponer las maneras a través de las cuales un hombre subsiste a pesar de las dificultades. Sobresalen temas como la supervivencia diaria en diversos estratos sociales, la cultura popular, el habla transcrita con fidelidad de orfebre, la muerte y la violencia en las calles y en los mercados, la simpatía por el infortunio y la melancolía por sitios y personas que ya no están, todos ellos motivos caros a este áspero y detallado mapa que despliega en su literatura lo que Martha Robles ha identificado como “realismo iracundo”.

Realismo, por extraer de la cotidianidad los elementos predominantes de su escritura; iracundo, por el conocido impulso del narrador reflejado en su personalidad y en gran parte de las páginas que escribió.

Su personaje cobra matices biográficos al hablar de una convicción: asumió ser un escritor por naturaleza, nato, concebido para el dominio de la palabra. En Cómo se gana la vida se reconoce el caminar del novelista: las circunstancias que moldean el temperamento de quien se elige a sí mismo para edificar su obra: “Yo soy tan personaje para mi literatura como un personaje que escojo. Uno se hace a sí mismo un personaje para poder trabajar. Además, todo lo que he escrito es autobiográfico y en ninguna parte estoy. Hay quien me acusa de haber hecho de mi persona un personaje y para escribir esto es igual que cuando se piensa en personajes de una novela. Uno oye las voces de los personajes y la propia voz.”