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De alimento intelectual
Será trimestral, a ritmo de una entrega por cada estación del año, y hasta el momento hay dos –primavera y verano– a disposición de un público lector que hará muy bien si decide hacerse tanto con éstos como con los próximos números de Icónica, revista concebida y generada por los actuales titulares y miembros del equipo de trabajo de la Cineteca Nacional.
La suprascrita especificación “los actuales” no es mera definición situacional, sino un modo de anticiparse a los incógnitos brincos que muy pronto puede dar el directorio cineteco, en virtud del inminente cambio de “administración”, pues mala cosa sería que la revista muriese con apenas dos o tres números de vida, al mexicano son sexenal del “quítate tú para ponerme yo” y la consecuente reinvención del Universo todo. Si la movedera es inevitable, como suele ser, ojalá no incluya la remoción de un proyecto bien hecho y más que necesario, que ambas cosas es esta Icónica de apellido breve y claro: “pensamiento fílmico”.
A manera de editorial, en el primer número destaca la definición global del esfuerzo: siguiendo al insoslayable André Bazin, los editores nos/se preguntan “¿qué es el cine?”; en respuesta señalan la irresolubilidad aneja a un cuestionamiento de tales dimensiones y, con total pertinencia, sostienen que al tener el cine “poco más de un siglo, es probable que apenas estemos aprendiendo a pensarlo”. Acto seguido, declaran la intención de ensayar nuevas perspectivas y “desmenuzar” al muy traído y llevado séptimo arte “desde tres ángulos: movimiento, tiempo y volumen (o profundidad)”.
En términos editoriales, la estructura de la revista es convenientemente sencilla y ortodoxa: va por delante un dossier –en el primer número, el ya descrito neobazinianismo, por así decirlo; en el segundo, “la tradición milenaria del cine japonés”–, le sigue un apartado robusto “de textos sueltos”, ensayos sobre todo pero también entrevista, como la realizada a Lucrecia Martel en el número 1 y que, como dice Nelson Carro –y felizmente, se agrega aquí–, tratándose de un texto largo, es “un acto de resistencia en estos días de inmediatez”.
Bien puede ser esta última definición la que mejor define al espíritu evidente de la revista: vocación de reflexión, gusto por la elocuencia, vivo interés por la exposición y el manejo de ideas, antes que por la revisión imposiblemente exhaustiva del tout cinematographic de cada temporada, si bien ha podido colarse por ahí un poco explicable –y de seguro estrictamente personal– resentimiento contra la intelectualidad, precisamente en una revista compuesta por textos de carácter intelectual, como si todavía padeciéramos, como sociedad, ese suicida repeluz que a Unoqueotro le provoca el uso sistemático de las neuronas y de todo aquello con lo que han sido nutridas.
Empero, desliz de antiintelectualismo con disfraz irónico aparte, estos dos primeros números de Icónica deben ser saludados como lo que son: repletas cantimploras con que aminorar la sed ya adulta de discursos para/meta/fílmicos inteligentes, propositivos y bien pensados, en medio del saharesco páramo donde reinan las estrecheces del textito opinador, el facilismo cartelérico y el dictum de la inopia teórica y conceptual tristemente encumbrada por ciertos medios masivos.
Bien por Abel Muñoz, director; José Luis Ortega y Mauricio Matamoros, editores; Jorge Ayala Blanco, Carlos Bonfil, Nelson Carro y Abel Cervantes, miembros del consejo editorial, así como por los colaboradores que abordan, aquí –para mencionar solamente parte del contenido de la última sección, “crítica”– desde documentales como El lugar más pequeño hasta spielbergiadas como Las aventuras de Tintín o inefabilidades tipo Atrapen al gringo, pero sin dejar de lado obras maestras como El caballo de Turín ni soslayar insoslayables como Melancolía, Indiferencia o Misterios de Lisboa.
De postre un plato fuerte
Ya entrados en buenas lecturas cinematográficas, hinque usted el diente de sus ojos en Las cinco claves de la cinematografía. Técnicas para la realización fílmica, del cinefotógrafo y maestro Joseph V. Mascielli, traducida por Magdalena del Carmen Uribe Jiménez con la revisión técnica de Israel Pasco Saldaña. El célebre libro de “las cinco Ce” no había estado disponible en español, es decir, en una traducción completa y correcta como ésta que ofrece el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM. De cabecera para todo cinerrealizador que se respete, así como revelador y altamente instructivo para quien desee comprender el cine desde perspectivas más amplias que las de un mero espectador desavisado.
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