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Rush, el regreso de la relojería
Escoger el momento es ahorrar tiempo
Francis Bacon
Hace casi dos años el trío canadiense Rush lanzo las piezas “Caravan” y “BU2B”, anticipo del disco Clockwork Angels, recién salido del fogón y vigésimo en estudio. Producido por Nick Raskulinecz (Foo Fighters, Evanescence, Deftones), quien ya había colaborado en Snakes & Arrows, tiene muchas cosas buenas que Geddy Lee, Alex Lifeson y Neil Peart no consiguieron del todo con sus tres últimas obras, cuando enfocaron la energía en una propuesta unidireccional. Nos referimos a que finalmente se reconciliaron con los mejores y más variados descubrimientos de su pasado, ésos que los situaron como la banda de culto más exitosa de la historia.
Es así que hoy podemos aseverar, felizmente, que la retórica del grupo no busca el onanismo de quienes suelen empalagarse con las matemáticas del instante. Al revés, sabe que todo lo que ocurre en una canción es pasajero y que no por detallado debe dejar el círculo inconcluso. Para ellos lo que importa es llegar a algo concreto y que la compleja relojería a la que han retornado ofrezca espacios de juego e improvisación. Esta característica se suma a una idea lírica conceptual que exige escuchar el disco completo, pues Clockwork Angels propone el germen de una novela de viaje (desarrollada entre Peart y el escritor de ciencia ficción Kevin J. Anderson), en la que un joven héroe combate al malvado Watchmaker para conseguir un balance entre orden y caos.
Geddy Lee |
Entrando en materia, “Caravan”, la pieza inaugural del álbum, manifiesta casi seis minutos de un despliegue técnico estremecedor. Tal vez sea la mejor de la docena entera, pues contiene cambios de tiempo, variaciones dinámicas, contrastes de textura y melancólica energía. “BU2B”, segundo corte, reúne lo mejor del viejo discurso del grupo, teclados incluidos, así como la fuerza de unas distorsiones que ni en los más logrados momentos de Vapor Trails consiguieron. Curiosamente, ambas son versiones distintas a las que lanzaron previamente. La homónima “Clockwork Angels”, obviamente, es una de las piezas más arriesgadas. Siete minutos y medio convidan un extraño ritmo ternario que pasa de las guitarras acústicas, ecualizadas con obsesiva claridad, a un sonido de ensayo cutre, evidenciando que el engranaje por el que sus seguidores esperaron tanto tiempo vale mucho la pena.
“The Anarchist” otra vez regresa a los pasajes tipo Permanent Waves y 2112. Líneas melódicas de bajo y guitarra en paralelo, baterías surcadas por patrones de toms y platillos giratorios. “Carnies” se mantiene en la misma vena. “Halo Effect” regala algo de calma. Su sección de cuerdas, nada común en el trío, consigue llevarnos a una situación poética hermanada con baladas de Test for Echo. “Seven Cities of Gold”, la séptima canción, abre con una línea de bajo rimbombante. Luego, cuando parece perderse en una perorata repetitiva, rompe con un interludio de notables y agresivas texturas en estacato. Sí, Geddy Lee es un dios.
“The Wreckers” conquista la belleza. Es una de las mejores melodías vocales. Llegando al minuto tres alcanza un cambio de ruta que se inclina por las cuerdas y la densidad. “Headlong Flight” deja en claro que Clockwork Angels es una faena bajística y baterística. Si en el pasado reciente Rush había elevado la jerarquía de las guitarras, ahora vuelve el liderazgo de Lee y Peart a la prioridad sónica. “BU2B”, continuación de la segunda fracción del disco, sólo dura un minuto y medio. Voz y cuerdas son suficientes para completar su mensaje. Algo nunca escuchado en el trío.
Finalmente tenemos “Wish Them Well” y “The Garden”. La primera retorna a la tesis general: la recuperación del sonido de finales de los setenta. La última se despide con cuerdas, guitarras acústicas y una cuidada grandilocuencia que nos deja rendidos, con ganas de más y, sobre todo, esperanzados en que otros grandes del rock también deduzcan que los mejores dividendos estéticos se pueden conseguir viendo hacia adelante, pero reconociendo sus orígenes.
En Vivo// De los conciertos que sucederán próximamente en el DF, llama nuestra atención el del virtuoso guitarrista estadunidense Alex Skolnick, conocido por su trabajo en Testament, Attention Deficit y Trans-Siberian Orchestra. De visita al Auditorio Blas Galindo el jueves 12, sonará con un trío heterodoxo que presenta Sonidos Del Metal En Jazz, prueba de que muchos iconos de músicas extremas están logrando puentes extraordinarios con otros géneros.
En la red// En un nuevo afán por señalar oasis en la red, recomendamos al lector el sitio www.gramophone.co.uk, donde podrá conocer noticias, premiaciones, blogs, festivales y reseñas de música clásica. Verbigracia: las mejores grabaciones de la Novena sinfonía, de Mahler en sus cien años de existencia, entre las que subrayamos las de Simon Rattle y Herbert von Karajan.
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