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80 años de Ferreira Gullar
Ricardo Bada
Se dice que los grandes poetas, los elegidos de los dioses, mueren en plena juventud, y existen hartos ejemplos para demostrarlo. Pero igual cantidad de ejemplos, o quizás más, demostraría la existencia de elegidos de los dioses que gozaron de una larga vida.
Limitándome a Brasil, Ferreira Gullar acaba de cumplir sus primeras ochenta primaveras el pasado 10 de septiembre. Y bien saben los dioses que Ferreira Gullar es uno de sus elegidos. Junto con Carlos Drummond de Andrade (ochenta y cinco años), Mario Quintana (ochenta y ocho) y João Cabral do Melo Neto (setenta y nueve), otros tres ilustres ancianos, creadores activos hasta el último de sus respectivos suspiros; y sin olvidar a Vinícius de Moraes –aunque este cometió el error de morirse demasiado joven, a los sesenta y seis años–, Ferreira Gullar forma parte de una constelación magistral de poetas brasileños, que como por desgracia suele suceder, son poco conocidos fuera de su país, con las posibles excepciones de Vinicius –pero este gracias sobre todo a la música de João Gilberto–, y de Thiago de Mello (1926 y también felizmente vivo).
Con todas las precauciones y reticencias del caso, me atreveré a colgar al pie de estas líneas una aproximación mía a un breve poema de Ferreira Gullar, pero sin precauciones ni reticencias me atrevo a recomendar su página web, y muy en especial este enlace: http://literal.terra.com.br/ferreira_gullar/epoemas/index.shtml?epoemas, gracias al cual podrán comprobar cómo un gran poeta le saca un partido poético creador, en grado sumo, a las posibilidades que le ofrece el mundo virtual. Para acceder a estos poemas electrónicos (E-Poemas) hay que tomarse un tiempo, un minuto aproximadamente por cada uno, empezando por el del hormiguero, pulsando en la palabra “formiga” y luego abajo a mano zurda donde el autor pide que pasemos la página. Son de los poemas visuales más hermosos y más sugerentes que conozco, y creo ser un poco experto en la materia.
Pero el poemita cuya aproximación sigue acá es discursivo, tradicional, y lo elijo aposta, porque no me atreví nunca con su poesía mayor. Ojalá les abra el apetito para leer ustedes como se merece su Poema sujo (Poema sucio), la cumbre de su obra, escrita y publicada en el exilio chileno, huido como estaba de la dictadura brasileña, la primera del Cono Sur y la única de la que no se habla. Ese poemita se titula “Tanga” y dice así: “Había lo que se veía/ y lo que no se veía:/ la mañana luminosa/ encubría la niebla/ abisal y vieja de los espacios./ El mar batía/ enfrente de la Farme de Amoedo y allí/ en la arena/ la gente mal se oía u oía./ Y fue entonces que de súbito surgía/ riendo entre los cabellos/ la raqueta en la mano/ y se movía/ ¡ay, cómo se movía!/ Y al trasladarse así nos descubría/ sus fases solares:/ el hombro/ la espalda/ el culo/ ¿lunar?/ ¿estelar?/ el culo/ que (bajo un pétalo azul)/ celeste me sonreía.”
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