Ilustraciones de Gabriela Podestá |
Migración y ciudadanía hoy
Raúl Dorantes y Febronio Zatarain
EUROPA: PUERTAS CERRADAS
Algeciras es la punta del Mediterráneo a donde llega la mayoría de las pateras. En sólo cuatro días de fines de mayo fueron detenidas 160 personas que provenían del norte de África. Si hacemos un repaso a las notas publicadas en El País de las últimas semanas, concluiremos que los subsaharianos, los magrebíes, los senegaleses ya no tienen alternativa alguna: tarde o temprano su embarcación será descubierta por la Guardia Marítima de España.
¿Entonces por qué se echan al mar hombres y mujeres, en ocasiones arriesgando la vida de sus hijos? El 6 de junio fueron encontrados los cadáveres de una mujer y de un niño. La nota de El País se refiere a una patera procedente de Tánger que naufragó con cuarenta inmigrantes subsaharianos, ocho de ellos niños. Si saben que la muerte anda suelta en el estrecho de Gibraltar, ¿por qué se aventuran?
Hablar de África es hablar de guerras, dictaduras, plagas, genocidios, hambrunas, refugiados... Es como si ese continente fuera el círculo del infierno al que no llegó Dante Alighieri. Quizá, a fines del siglo xx , eso mismo lo intuyó también el novelista chileno Roberto Bolaño al cerrar la travesía de su alter ego, Arturo Belano, bajándolo a un círculo inédito del infierno. A sabiendas de que lo esperaba lo peor de la tragedia humana, Belano no dudó en perderse en tierras de Angola, Liberia..., lugares donde el robo y el asesinato lo sorprenderían a cada paso.
La patera y el cayuco se han vuelto la única esperanza. Con ellos se cruza el estrecho, que es una especie de purgatorio, aunque se corra siempre el riesgo de volverse parte de las aguas. Cruzar el Mediterráneo es más preferible que la vida en el terruño en llamas: Ruanda, Nigeria, Zimbabwe... De lo que se trata es de llegar a la orilla de Europa y, aunque sea, divisar el paraíso: la Tierra Prometida.
Al dialogar sobre esta realidad, Eric Anyah, inmigrante nigeriano que reside en Chicago, dice que hay un 99.9 % de posibilidades de fracasar en el intento de llegar a las orillas europeas e internarse en el continente, pero que es precisamente ese 0.1% de esperanza la que el inmigrante africano lleva en su mano. Acaso alguno de sus dioses vuelva la patera o el cayuco invisible y calme la furia de las olas. O acaso el guardia que los capture sea en realidad un ángel y les permita correr, escapar y perderse en su sueño.
El paraíso europeo se ha cerrado para África y pronto se cerrará para Latinoamérica. Una señal: España ha ofrecido a todos los ecuatorianos legales “en paro”, darles la compensación que les corresponda con la condición de que retornen a Ecuador.
OBAMA: LOS PRIMEROS SEIS MESES
El triunfo de Barack Obama llenó a Estados Unidos y al mundo de expectativas, pero en estos seis meses de su administración ha quedado claro que los daños a la economía estadunidense y mundial no se solucionarán de un año a otro. Los expertos afirman que la recuperación de la Banca y del sector inmobiliario empezará a darse si acaso para 2012. Por eso, en este medio año los índices de desempleo continúan en aumento en todos los estratos sociales, y muchas empresas se han declarado en bancarrota o han sido absorbidas por otras.
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Vale la pena recordar que el modelo económico que nos ha metido en la primera recesión global lo propuso Milton Friedman. Chile fue el país que sirvió como proyecto piloto en la década de los setenta. Friedman plantea, entre otras cosas, el adelgazamiento del Estado; léase esto como la desregulación de las transacciones económicas y el retiro gubernamental incluso de actividades claves en el área social. El Estado se vuelve un simple cobrador de impuestos dejando que el capital, en su movimiento, vaya creando sus propias reglas: si el capital pide despedir a los trabajadores de planta y contratar a empleados eventuales, pues hay que hacerlo; si el capital exige trasladar la planta de Ohio a Ciudad Juárez o, más tarde, de Ciudad Juárez a China, pues hay que hacerlo; y si hay gente que quiere embarcarse en la compra de una casa bajo el riesgo de que en cierto momento no pueda pagar la hipoteca, la codicia lógica del capital también nos lleva a hacerlo. El caso más patológico del capital es el que diseñó Charles Ponzi en 1920 y que recientemente puso en práctica Bernard Madoff, quien construyó una pirámide de supuestas inversiones en la que los primeros que invirtieron recibían “sus ganancias” de los subsiguientes inversionistas. La pirámide se resquebrajó y el pasado 29 de junio un juez condenó a Madoff a 150 años de prisión por un fraude de 50 mil millones de dólares.
A Milton Friedman se le olvidó que el capital no tiene moral, que el capital es como un conejito que a la larga se vuelve una bestia insaciable, y que para que esa bestia no se coma a sí misma necesita tener riendas y a un buen jinete encima. Ese jinete debe ser el Estado.
Las administraciones de Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo pusieron la economía en manos de un discípulo de Friedman: Alan Greenspan. Éste pronosticó en su libro The Age of Turbulence [La era de la turbulencia] una larga etapa de crecimiento para Estados Unidos y el mundo entero si se mantenían los principios liberales de respeto a los derechos de propiedad y no interferencia del Estado en la economía. Pocos meses después de este pronóstico, [la empresa inmobiliaria] American Home Mortgage se declaraba en quiebra.
No sabemos si el mundo algún día vaya a perdonar a Friedman, a Greenspan y a los cuatro ex presidentes, porque, claro está, no sabían lo que hacían.
EL SUPERHÉROE OBAMA
En Estados Unidos el racismo hacia los inmigrantes es un indicador, pero no tan fuerte como en Europa. Recordemos que el presidente de este país es de origen africano y que la recién nominada a la Corte Suprema es la puertorriqueña Sonia Sotomayor. La construcción paulatina de un muro físico y virtual en la frontera sur responde más que todo a la guerra contra el terrorismo y a la crisis económica. Sin duda, el racismo se vuelve un factor también importante en el tortuguismo legislativo para proponer y aprobar la legalización de los 12 millones de indocumentados, pues muchos congresistas y senadores temen decepcionar a sus electores si dan su apoyo a una reforma migratoria amplia.
En los últimos dieciséis meses de la Administración Bush , era tan fuerte la crisis social debido a la guerra y a la inminencia de una recesión, que la sociedad civil estadunidense fue poniendo todas sus esperanzas en el triunfo electoral de Barack Obama. En internet hay una animación que lo muestra como un Clark Kent afroamericano que va resolviendo todos los problemas que aquejan a Estados Unidos: las guerras de Irak y Afganistán, el conflicto con los piratas en Somalia y la recesión global, entre otros.
Apoyándose en una legislación llamada TARP, Obama inyectó el pasado 17 de marzo 15 mil millones de dólares a la pequeña industria; dos días más tarde otorgó cinco mil millones de dólares a la General Motors , pero el sangrado continuó.
Aunado a este programa, Obama pidió el 17 de febrero un paquete de ayuda adicional de 700 mil millones de dólares conocido como The American Recovery and Reinvestment Act [Acta Americana para la Recuperación y la Reinversión ]. Bajo esta ley se asignaron mil millones de dólares para remodelar los edificios de la vivienda pública; 500 millones de dólares para mejorar el sistema de salud en las reservaciones indígenas y 4.5 mil millones de dólares en la reconstrucción de edificios federales.
Pero esos dos paquetes de rescate han sido insuficientes para que toque fondo la recesión y el país comience a recuperarse. A pesar de las buenas intenciones, los torniquetes no han parado la sangría: el desempleo sigue al alza, muchas de las casas financieras han quebrado o han sido absorbidas por los grandes bancos.
La última medida de Obama fue proponer el control estatal sobre bancos y empresas en riesgo; busca dotar de más poder a la Reserva Federal con el objetivo de evitar que se puedan repetir crisis hipotecarias como la que hemos vivido en estos veintidós meses y, con el fin de proteger a los consumidores, pone énfasis en la supervisión de las compañías de tarjetas de crédito.
Desde la perspectiva de Paul Krugman, este plan es positivo, porque sacaría de las sombras a las compañías financieras que se mueven de acuerdo con intereses muy particulares, sin importar que dichos movimientos afecten la economía de sus acreedores. El inconveniente que le ve es que omite todo tipo de regulación con respecto “a los organismos de calificación, cuya disposición a otorgar un sello de aprobación a valores turbios ha desempeñado un importante papel a la hora de organizar el lío en el que estamos”.
El 25 de junio, Obama se reunió con una comitiva de congresistas. En su discurso planteó la necesidad de sacar de las sombras a los 12 millones de indocumentados. Pero recalcó que dicha legalización iría acompañada de un incremento sustancial en la vigilancia de la frontera y con castigos severos para los empleadores que contraten mano de obra indocumentada.
Tarde o temprano, esta reforma se dará y será muy difícil que los indocumentados venideros tengan cabida en la economía estadunidense. A México no le quedará otra opción que resolver sus problemas económicos desde su propia situación. México no puede seguir actuado en función de lo que Estados Unidos necesite. México tiene que actuar en función de las necesidades de su sociedad civil.
LA POLIS MEXICANA
La sociedad civil estadunidense y su clase política se han dado cuenta del error cometido durante casi cinco lustros. Comprendieron que el modelo de Milton Friedman tenía muchas grietas.
Lo curioso es que, en México, la falla de este mismo modelo económico fue notoria desde diciembre de 1994, y aun así los empresarios y la clase política siguen aferrados a dicho modelo. No recuerdan que México se sobrepuso gracias al préstamo de emergencia del gobierno de Clinton y a la expulsión masiva de mano de obra hacia Estados Unidos que, a la postre, le fue generando anualmente miles de millones de dólares por concepto de remesas. Sin estas dos variantes, la economía mexicana se habría hundido estrepitosamente. Por eso resulta incomprensible el empecinamiento en alimentar este monstruo llamado neoliberalismo.
Pese a la antidemocracia y a la corrupción, a finales de los años setenta México iba por buen camino; nuestra economía llegó a ser la novena del mundo y se consolidó la primera reforma política. El gobierno de José López Portillo dio un gran salto para encaminarnos a la democracia. Desafortunadamente, durante esa misma administración se elevó al cuadrado el mal endémico de la sociedad mexicana: la corrupción.
Para 1988 retrocedimos en términos de democracia debido al fraude electoral contra el candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas. Con el afán de encontrar la legitimación, Carlos Salinas de Gortari se valió de la venalidad para ir poniendo de su lado a líderes políticos de la oposición, como también a sectores importantes de la clase intelectual. Como muestra dos botones: el político panista Diego Fernández de Cevallos y el poeta Octavio Paz. Este mismo Paz –con esa agudeza intelectual que lo caracterizaba– en 1979 supo capturar en una metáfora al Estado mexicano surgido de la Revolución : el ogro filantrópico. Lo curioso es que con Salinas de Gortari dicha metáfora dejó de estar adjetivada: el Estado mexicano se volvió un ogro a secas.
Tren de Guatemala a la frontera con Estados Unidos Foto: Luis López |
El de Carlos Salinas también fue el sexenio de la impunidad. Hubo más de quinientos asesinatos de carácter político y los lazos entre el Estado y el narcotráfico se consolidaron. Y el de Carlos Salinas también es el sexenio que lleva el neoliberalismo a su máxima expresión: concesionó el derecho a construir autopistas y a cobrar el peaje que se le antojara al empresario; vendió la compañía telefónica a uno de sus amigos a un precio irrisorio; firmó un tratado de libre comercio dejando en completa desventaja a la industria agrícola mexicana; abrió la frontera norte al intercambio de productos, pero nunca se le ocurrió defender siquiera los mínimos derechos de sus connacionales que cruzaban por esa frontera en busca de una vida mejor.
Los tres presidentes que han gobernado México después de Salinas de Gortari, han obedecido a la lógica que él estableció: antidemocracia, corrupción e impunidad.
Pero regresemos a nuestro punto: la migración y la ciudadanía. Mientras México continúa perdido en el salinato, en Estados Unidos el presidente Obama ha puesto en el debate político la necesidad de una reforma migratoria que incluya el cierre de la frontera, es decir, que la posibilidad de que algún día se nos trate como ciudadanos ya no la podremos buscar al norte del río Bravo. Debido a la seguridad y a la recesión económica, Estados Unidos se irá cerrando paulatinamente para los mexicanos.
Hay que aceptar de una vez por todas que los mexicanos tienen una nacionalidad, pero siguen sin tener una ciudadanía. Entiéndase por ciudadanía una serie de derechos, como el del trabajo, de la salud, de la vivienda, de la educación, que más del ochenta por ciento de la población mexicana no tiene garantizados. ¿Cómo es posible que un indocumentado mexicano residente en Chicago se sienta con más derechos que los que tenía en México en calidad de “ciudadano”?
¿Por qué han emigrado los mexicanos internándose en el desierto durante varios días? ¿Por qué han emigrado los centroamericanos y ecuatorianos a sabiendas de que en México serán vejados de la peor manera? ¿Por qué arriesgan su vida los africanos al montarse en una patera?
Los inmigrantes se juegan todo en la patera, en el tren que se conoce como La Bestia o en el desierto al dejarse guiar por un pollero, porque, a fin de cuentas, todos ellos tienen una esperanza: encontrarse con la ciudadanía.
Así como Europa ha sellado sus fronteras marítimas para los africanos, Estados Unidos irá cerrando sus fronteras para los latinoamericanos. Si México y todos los demás países de Latinoamérica quieren formar parte del mapa geográfico de mediados de este siglo, tendrán que llevar a cabo las reformas necesarias para construir una verdadera ciudadanía. Estados Unidos y Europa ya no funcionarán como válvulas de escape. La salvación está en nosotros mismos.
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