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Ilustración de Juan Gabriel Puga |
Telescopio SASIR: cinematografía cósmica
Norma Ávila Jiménez
Recientemente estuve en el Observatorio Astronómico Nacional (OAN), ubicado en la Sierra de San Pedro Mártir, Baja California, apoyada por el Instituto de Astronomía de la UNAM (IAUNAM), con el objetivo de realizar un reportaje para Canal 22. En las dos noches que pasé allí, el enfrentamiento con la negra y fría bóveda estrellada logró atemorizarme; me rodeaba lo que aún guarda recovecos inconmensurables y desconocidos, condicionados por una ciencia física todavía no desarrollada. Estaba en uno de los cuatro sitios considerados a nivel mundial como privilegiados para la observación astronómica –los otros tres son Hawai, el norte de Chile y las Islas Canarias frente a la costa de África–, debido a su escasa humedad y cielos muy oscuros.
Ubicado entre el Picacho del Diablo y el Desierto de San Vicente, el observatorio presume con orgullo sus tres telescopios: el de 84 centímetros de diámetro en el espejo, el de uno y medio metros, y el de 2 metros 12 centímetros, que cumplirá treinta años de inaugurado el próximo 17 de septiembre. Sin embargo, y aun cuando con estos instrumentos astrónomos nacionales y extranjeros se han llevado a cabo investigaciones importantes para el desarrollo de la astrofísica, este espacio de la Universidad Nacional ya requiere de la construcción de otro mayor y más moderno que permita aprovechar las ventajas naturales de la zona.
Investigadores del iaunam , en coordinación con especialistas de la Universidad de California y del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, ya trabajan en el nuevo proyecto: el telescopio Synoptic All Sky Infrared Survey (SASIR), de 6 y medio metros de diámetro. A la una y media de la mañana, parada en el barandal del edificio que alberga al telescopio de 2.12 metros , con un viento helado partiendo mi cara, y observando la salida de la Vía Láctea, o galaxia a la que pertenece nuestro sistema solar, recordé uno de los objetivos principales de este telescopio: el estudio de los cuasares más lejanos, que están ubicados a 12 mil millones de años luz (un año luz es el equivalente a 9 billones de kilómetros de distancia), objetos que probablemente tienen en su centro un gigantesco agujero negro y están en los núcleos activos de las galaxias. Ese estudio permitirá conocer la formación de estas últimas, conglomerados de millones de estrellas, porque “hasta la fecha este proceso no se ha podido ver”, asegura William Lee, especialista del IAUNAM.
Jesús González, también investigador de esa dependencia universitaria, explica que para poder hacer ese análisis y otros más, con sasir realizarán un muestreo completo de la cúpula celeste durante cuatro años, en la banda electromagnética infrarroja. “Se hará cinematografía cósmica, porque el cielo se grabará cuatro veces por año, lo que permitirá observar los cambios que hayan sufrido algunos cuerpos del universo.” Subraya que será distinto al Large Synoptic Survey Telescope (LSST) que se construye en Chile, porque éste último se utilizará para levantar mapas en el espectro de la luz óptica. SASIR, dijo, permitirá asimismo observar campos amplios del cielo, lo que difiere con las tareas asignadas a los proyectos Thirty Meter Telescope o al European Extreme Large Telescope (E-ELT) de 42 metros , dirigidos a observar los detalles de los objetos estelares. No será uno de los telescopios más grandes del mundo, pero sí en su tipo, y se utilizará de manera inteligente; se zambullirá a una profundidad mil veces mayor que la lograda actualmente en el espectro infrarrojo, puntualiza González. Posiblemente detecte también hasta las contrapartes electromagnéticas de las ondas gravitacionales, esas débiles olas del espacio-tiempo registradas hasta el momento de manera indirecta.
Con los muestreos realizados podrán estructurarse bases de observaciones y catálogos para saber hacia dónde apuntar los telescopios y ahorrar tiempo, enfatiza el doctor Lee, ya que los tiempos de observación de un telescopio son muy “peleados”: ya no se otorgan noches de observación, sino horas. Asimismo, ayudará a conocer a las estrellas de la vecindad solar, ya que “no hemos observado ni a la mitad de éstas”.
El costo de sasir que, custodiado por borregos cimarrones, venados, coyotes, águilas y hasta cóndores (introducidos a la Sierra de San Pedro para su recuperación), estaría operando en 2014, es de 150 millones de dólares, aproximadamente, lo que no es excesivo si se piensa en los cuadros de recursos humanos capacitados en tecnología de vanguardia que se formarán durante su diseño y construcción. Industrias de telecomunicaciones, video, audio, informática y sistemas de seguridad, entre otras, podrán contar con especialistas de primer nivel. Además, como parte del desarrollo de sasir se pretenden construir vínculos entre grupos afines de investigación, a través de la fundación de un instituto binacional México-Estados Unidos.
La idea de los especialistas nacionales es conseguir el diez por ciento del financiamiento de la federación, y lo demás, de la iniciativa privada, lo que será un reto, porque esta última no tiene como tradición apoyar a la ciencia y la tecnología. A través de planes de negocios convenientes a las empresas, tratarán de involucrarlas en este proyecto basado en tecnología de punta.
El manto cósmico de San Pedro Mártir está protegido por la Ley del Cielo, un reglamento aprobado en 2006 por el ayuntamiento de Ensenada para evitar la contaminación lumínica –y que pronto asumirán otros municipios–, lo que garantizará el máximo aprovechamiento de SASIR. Los amantes del espinazo de la noche –como llamaba Carl Sagan a la Vía Láctea –, del oscuro polvo de estrellas, de Escorpión y Antares, también agradecerán esa defensa del entorno estelar.
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