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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
La divinidad se ancló en Machu Picchu
ROSA NISSÁN
Dos poemas
ELENI VAKALÓ
Cine vasco: censura y autocensura
BLANCHE PETRICH entrevista con FERNANDO LARRUQUERT
La izquierda en Euskadi
BLANCHE PETRICH
La vida de Conejo John Updike
CECILIA URBINA
El poeta como crítico de la poesía
RICARDO VENEGAS entrevista con JOSÉ MARÍA ESPINASA
Carta de Felice Scauso, embajador de Italia en México
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Columnas:
La Casa Sosegada
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Las Rayas de la Cebra
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Homenaje a Kafka
Releo los diarios de Franz Kafka, pero ahora de atrás hacia delante, tal como hacía con las enciclopedias y diccionarios de frases latinas de mi abuelo. Mientras leo me imagino Kafka y me veo escribiendo –en cualquier noche y bajo cualquier circunstancia- las propias palabras que dicto. Voy de atrás hacia delante. Esto es: doblando el pensamiento, trayéndolo a su origen. Me voy apenas sintiendo reconfortado (todo pasado fue mejor, dicen), cuando –casi al final o al principio, según se vea- encuentro una frase que se parece a una mujer vista de espaldas: “un escalón que no ha sido hollado profundamente por las pisadas es, visto desde su perspectiva, un triste pedazo de madera ensamblado”. Poco a poco, después de leída la frase, se me empiezan a aclarar de golpe dudas o deseos: calles donde di con muro, vuelos que perdí, noches que transcurrieron frías, miedos escondidos en armarios, delirios y aeropuertos. Sin poder evitarlo, apenas al voltear la página y siendo aún el pensamiento de Franz Kafka, comienzo a escribir: “pies que no han pisado nunca un escalón profundamente...”. |