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El poeta como crítico de la poesía
Ricardo Venegas
entrevista con José María Espinasa
Poeta, ensayista y crítico (México, DF, 1957), José María Espinasa estudió la licenciatura en comunicación del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC). Ha sido asesor de difusión cultural, jefe de relaciones culturales y director de publicaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Ha colaborado en Vuelta, Casa del Tiempo, Intolerancia (consejo de redacción), La Orquesta (director), Novedades, Tierra Adentro, Nueva Época (editor), La Jornada Semanal (jefe de redacción) y Nitrato de Plata (director). Entre sus libros de poesía se encuentran los títulos Son de cartón (1979), Cronologías (1980), Aprendizaje (1981). Triga (colectivo, 1982), Cuerpos (1988), Piélago (1990). Espinasa es considerado una de las voces críticas fundamentales de nuestra literatura.
– ¿Qué tan importante es para un poeta ser incluido en una antología?, ¿crees que en ese sentido incluyente-excluyente exista una controversia similar a la que se produjo en los tiempos de Vuelta y Nexos?
– No, justamente lo que no hay es eso. Los grupos formados alrededor de Vuelta y Nexos tenían un discurso en los años setenta y ochenta y ese discurso no sólo no se cuajó, se inmovilizó, además contagió esa inmovilidad a escritores más jóvenes. Entonces se creó una ausencia de discurso crítico. No puedes pensar en escritores de treinta años que tengan, ya no el discurso crítico de Octavio Paz, Tomás Segovia o Gabriel Zaid, sino el de José Joaquín Blanco o el de Evodio Escalante. No hay polémica, no hay teorización, una verdadera defensa de los intereses estéticos; hay defensa de otros intereses, normalmente espurios. El lector no sabe cómo moverse en una oferta que lo rebasa. Te vas a una librería Gandhi, ves la mesa de novedades y hay sesenta cosas, y no sabes cuál terminas comprando, porque es un escritor checo, porque es un escritor que trata el tema x , pero casi nunca porque leíste un ensayo sobre él, una recomendación o una reseña. No hay discurso crítico y eso es gravísimo. El ensayo mexicano está perdiendo la vigencia que tuvo durante muchas décadas, no tenemos un Jorge Cuesta, no tenemos un Alfonso Reyes, un Octavio Paz. Tú no lees las reseñas que aparecen en Letras Libres y es muy triste, eso sí es muy triste. Todo esto coincide con un proceso de derechización del país y de combate a la cultura como un bien público; todo se hace mal en esa área, no se nos impulsa a una sana actividad cultural y literaria, no se crean las bases para un resurgimiento de la industria editorial, cinematográfica, del mercado de galerías, de la música para conciertos, y ocurre que ese discurso teórico no se puede, ya no ejercer, sino simplemente elaborar. Hay que recuperar el filo critico, si no, vamos a entrar en un período muy gris. Puede ser que se sigan haciendo buenas obras, pero van a estar en un contexto hostil, inhóspito.
– Volviendo a las antologías, hubo exclusiones, por ejemplo en la Antología de la poesía moderna, Laurel , en la que soslayaron a León Felipe y a Pablo Neruda. ¿Crees que se haya excluido a algún poeta de la generación de los cincuenta en algunas antologías?
– Yo creo que sí. Creo que hay un trabajo que no se ha hecho dentro de esa dispersión de la que hablábamos al principio, el verdadero corpus textual de los poetas de los cincuenta. No creo que ningún antólogo vaya a cuestionar la calidad de José Luis Rivas, por ejemplo; estoy mencionando a uno que para mí es incuestionable. Sin embargo, te puedes encontrar con alguien que te diga que no, pero lo que sí sé es que dentro de lo cuestionable hay muchas cosas que se han quedado fuera. Un caso extremo: recuerdo los poemas de Rolando Rosas, de Deshuesadero, lo recuerdo como un poeta de primera línea, con una poesía muy distinta a la que yo escribo. Leí ese libro hace veinte años y no sé qué ha pasado con él; creo que personalmente nunca lo conocí, pero habría que recuperar esa obra para decir si mi recuerdo es erróneo, pero no en estas antologías que hemos mencionado. Creo que no está en ninguna. Yo mismo creo que hay que volver a plantear de verdad la lectura de una generación que, probablemente, por la dispersión, es muy difícil de leer y poner sobre una mesa bien organizada. Alguna vez, en una mesa redonda de estos asuntos, yo decía que tal vez lo que habría que pensar es no hacer antologías de autores, porque eso se iba por los nombres, sino antologías de textos. Que de pronto un señor que había publicado un solo libro en 1974 y no había vuelto a publicar, tenía cuatro o cinco poemas ahí que eran buenísimos, pero no los incluimos en las antologías porque no había desarrollado una carrera, no tanto una obra, sino una carrera. Entonces, claro, tú, inevitablemente antólogo, dices: ¿Efraín Bartolomé?, yo no lo metería, si es mi gusto no lo meto, y así te puedo citar varios casos de poetas inflados. He llegado a decir: si ustedes dicen que eso es poesía, no discutamos, yo estoy buscando otra cosa, entonces lo mío es odontología. Si eso no es algo que yo quiero o no es algo a lo que me refiero cuando hablo de poema, entonces vamos viendo qué está en juego en esa postura crítica y ya después el azar, los lectores, la historia, la crítica literaria, la academia, decidirán. Me da un poco de risa pensar que uno puede conscientemente escribir en nombre de la prosperidad.
– ¿Trabajas con alguna definición de la poesía?
– Encuentro cosas que pueden ser; se ponen frases que pueden dictar una tendencia a veces muy ingeniosa: poesía es todo lo que no es prosa; “es la presencia del ser en lo sensible”, que era la definición que durante años estuvo de moda, pero no, creo que más que definir hay que crear el espacio donde esa discusión se pueda dar. Te encuentres con una actividad real en términos del intercambio estético de comunicación o no, y la comunicación es consigo mismo; podemos imaginar al señor que escribe sonetos y los mete en un cajón y espera, se quedan ahí en el cajón por cien años. Si también eso es válido, entonces ahí lo que hay que hacer es convocar al debate critico, defender la libertad estética y juzgar en términos de texto y no en términos de grupos, está por hacerse ese trabajo.
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