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Directora General: CARMEN LIRA SAADE Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER Domingo 8 de julio de 2007 Num: 644 |
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Desde el Colón de Buenos Aires, TurandotCon libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni, la ópera Turandot quedó musicalmente inconclusa por la muerte del compositor Giacomo Puccini en 1924; sin embargo, su partitura fue terminada por Franco Alfano y estrenada en La Scala de Milán el 25 de abril de 1926. En torno a su historia se cuentan laberínticos encadenamientos cuyo origen parece innegable. Turán, región del Asia Central, fue parte del Imperio Persa. Nezami, uno de sus grandes poetas. A él se debe la obra épica de Las siete bellezas, mujeres provenientes de distintos lugares sometidos entre las cuales se contaba una rusa que –en el más clásico de los formulismos de leyenda–, al no poder hallar un hombre digno, se recluye en una torre a la espera del príncipe que habrá de sortear enigmas y peligros. Occidentalizada después, la fábula adquiriría connotaciones más crueles para este personaje femenino, ahora transformado en princesa china bajo el nombre de Turandokht. Entonces aparecería Friedrich Schiller, poeta alemán, quien retomó la tragicomedia para luego dejarla traducir al italiano y, ahora sí, inspirar el libreto que musicalizaría Puccini. Dicho lo anterior, cabe decir que el músico se supo enfermo de cáncer a tiempo de pedir que la obra fuera terminada por Riccardo Zandonai, pero tras las objeciones de su hijo el encargado fue el mencionado Alfano. Para estrenarla se eligió a Arturo Toscanini quien, a la mitad del acto tercero, interrumpió la música y anunció que ese era el punto en el que Puccini había dejado la partitura. En las siguientes presentaciones ya se usó el colofón agregado póstumamente y, en el 2002, setenta y seis años después, se mostró un nuevo final de Luciano Berio. Hoy la puesta en escena suma once personajes principales. Nueve de ellos cantan divididos en dos sopranos, cuatro tenores, dos bajos y un barítono. Censurada en China desde su nacimiento, finalmente Turandot sonó en la llamada Ciudad Prohibida durante ocho noches de septiembre en 1998, bajo la dirección de Zubin Mehta. Y bien, ¿qué tiene que ver todo esto con Buenos Aires, Argentina? Que la mejor representación de Latinoamérica se dio en el Teatro Colón de aquella ciudad con motivo de su cl aniversario (tomando en cuenta el primero de sus edificios) y, aún más, que por primera vez sale de gira para visitar México los días 15, 16, 17 y 18 de agosto en el Auditorio Nacional. Con ella llegarán más de doscientos actores y una orquesta con 110 intérpretes.
Para México la dirección musical será de Carlos Vieu, la puesta en escena, escenografía e iluminación de Roberto Oswald, el vestuario de Aníbal Lápiz, la dirección coral de Salvatore Caputo, la coordinación escénica de Marga Niec y la producción de sonido de Gabriel Anechina y la Orquesta y Coro del Teatro Colón. Buena idea a cargo de la productora Ocesa, en este caso entendemos que los precios de los boletos varíen de los 300 a los 1600 pesos (a la venta en Ticketmaster), pues la magnitud del montaje resultará memorable. Ojalá, ¿por qué no?, que el gobierno del df se anime luego a llevarla al Zócalo, gratuitamente. Probado está que historias como ésta siguen teniendo eco en todo el mundo pues atañen a la aventura, al amor, el sufrimiento y la valentía. Entonces, ¿de qué trata Turandot? En síntesis, de una cruel princesa que impone la solución de enigmas, so pena de muerte, a los príncipes que la deseen. Los nuevos candidatos tendrán que tocar el gong tres veces luego de la última ejecución a manos de un verdugo. Calaf, heredero de un reino desconocido, será el héroe interesado. Por él reiniciarán los preparativos de lo que puede ser o una boda o un entierro. Vendrá la solución de los enigmas, la negación de Turandot para entregarse y, finalmente, el convencimiento amoroso del protagonista que trae la paz a un reino sumido en la oscuridad. Sin duda un espectáculo para verse. |
Importante resulta agregar que tal fue el éxito del espectáculo en el país austral, que se decidió incluso moverla al legendario foro del Luna Park para que más de 40 mil porteños pudieran disfrutarla. Así comenzó la idea de que El Colón se hiciera itinerante y, en contadas y especiales situaciones, abandonara su hermoso inmueble en cuyos sótanos se imparten reconocidos talleres de vestuario y escenografía.