Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de marzo de 2007 Num: 628

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Caminando con
Juan Gelman

MARCO ANTONIO CAMPOS

La contundencia emotiva de Louis Jolicœur
SILVIA PRATT

La Silla del Moro
(FRAGMENTO)

La izquierda requiere unidad
FABIÁN MUÑOZ
entrevista con ÁNGEL PARRA

Gabo de Aracataca
RICARDO BADA

Leer

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Jorge Moch
[email protected]

Más de libros, por favor

Con afecto, para la maestra María Guadalupe
Mendoza y sus chamacos de tercero de secundaria

Antes la televisión se hacía cargo más fácilmente de los libros. Había programas conducidos por escritores que lograron estimular nuevas generaciones de lectores aunque esta nunca ha sido una nación que lee (cada que este aporreateclas topa con el cándido estribillo "hacia un país de lectores" imagina rutas que indefectiblemente dejan atrás las mexicanas fronteras); resulta paradójico que los índices de las empresas editoriales señalen mayores ventas que antes pero cada vez se lee menos. Antes tuvimos en pantalla a Ricardo Garibay. Tuvimos a Maruxa Villalta. Paseaba, de chistera, Juan José Arreola. ¿Se leía más literatura? Creo que sí.

Buena parte de la responsabilidad de esa lamentable y paulatina reducción en la población lectora es de la televisión. Hay que reinventar programas que divulguen la producción libresca, y por libresca entiéndase de literatura, porque el pecado también es de las editoriales: sobran manuales técnicos de computación; demasiados dioses manejando una Harley. Demasiada farmacopea espiritual trufada en caballitos de Troya. Demasiada bosta cocinada à la Carlos Tello Díaz.

Sabemos que la televisión vende lo que sea. Recuerdo casi con nostalgia los anuncios de los Best Seller Edivisión en los años ochenta. Tal vez sea cosa de que las casas editoriales negocien descuentos con las televisoras para anunciar libros en la tele (aquí el gobierno, cosa poco factible, podría incentivar el asunto con venias fiscales, con apoyos crediticios, con ganas de hacer algo más que gastar cientos de millones de nuestro dinero en propaganda para mal resanar su vituperada imagen), que de manera conjunta entre televisoras y editoriales se produzcan programas que traten de libros.

Hay cierta presencia de libros en televisión, pero el asunto se circunscribe casi siempre a los canales que ya sabemos: algo en el Once, algo en el 22, algo en tv unam; allí los valiosos espacios que conducen Laura García, Eduardo Casar, Nicolás Alvarado, Germán Ortega y Pablo Boullosa. Carmen Aristegui, en su programa de cnn suele tener como invitados a escritores. A veces José Gutiérrez Vivó también. En radio hay magníficas presencias, como La tertulia que transmite los viernes Radio Red, conducido por Mayra González y Jorge Alberto Gudiño. Pero las grandes cadenas, Televisa y tv Azteca, que acaparan casi toda la teleaudiencia mexicana, en general ignoran la creación literaria, y por las características de buena parte de su programación son de suponenerse sus acérrimas enemigas, aunque hay excepciones que son rarezas: Carlos Loret de Mola, en su espacio informativo de las mañanas por Canal 2 de Televisa, de un tiempo a la fecha presenta breves entrevistas con autores acerca de sus libros más recientes. Allí hemos visto, por un par de minutos –brizna infinitesimal si comparamos con lo que el mismo programa y en general la televisora dedica, por ejemplo, al futbol– a Sergio Ramírez, Martín Luis Moreno y Xavier Velasco. tv Azteca rifa aparte una hora semanal completa, dedicada a la cultura pero con énfasis especial en literatura clásica y contemporánea con Domingo siete, programa dominical que transmite Canal 7. Conducen, tal que ya se ha señalado antes, figuras del mundillo editorial como Marisol Schulz, Fernanda Solórzano y Déborah Holtz, un importante divulgador de ciencia como Javier Crúz y los mismos Boullosa y Alvarado. Afortunadamente este programa mantiene un buen nivel de audiencia a pesar de los negros vaticinios de los que, como este columnista, auguraban corta vida al proyecto porque es absolutamente atípico de la televisión mexicana en general, y del resto de la programación de tv Azteca en lo particular.

Siguen haciendo falta espacios dedicados a la literatura. Un ejemplo dedicado exclusivamente al literario niscome en que se cuece una poesía, una novela o un cuento es Libro abierto, programa de Televisión de Galicia con formato interesante, no cansino, de conducción dinámica que además a menudo se convierte en un interesante panel de discusión entre autores. A ver si las televisoras (Azteca ya lo experimenta en carne propia) se animan a retomar la responsabilidad de la divulgación literaria que tanta falta hace en esta nación de analfabetas funcionales. Miles de lectores seguramente les íbamos a estar agradecidos, y hasta pondríamos de lado el libro por un rato para sintonizar sus programas… ¿No es, eso, finalmente, lo que persiguen?